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“Uno nunca sabe a dónde nos puede llevar la vida”

La jujeña Jimena Belén Gutiérrez tiene 34 años y vive en Lorient, ciudad portuaria de Francia.
Domingo, 26 de junio de 2022 01:02

El nuevo capítulo en la vida de la jujeña Jimena Belén Gutiérrez comenzó allá por el año 2015 cuando su espíritu aventurero la impulsó a viajar como mochilera por Latinoamérica pero con el objetivo principal de conocer Brasil y a hora vive en la ciudad de Lorient, Francia.

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El nuevo capítulo en la vida de la jujeña Jimena Belén Gutiérrez comenzó allá por el año 2015 cuando su espíritu aventurero la impulsó a viajar como mochilera por Latinoamérica pero con el objetivo principal de conocer Brasil y a hora vive en la ciudad de Lorient, Francia.

"Yo salí de Argentina sin saber que terminaría en Europa. No era ese el fin. No sabía cuándo volvería pero tampoco me había propuesto quedarme", contó la jujeña, quien desde que se fue no pudo volver a Jujuy.

Llegó a Brasil junto a quien fue su novio de nacionalidad francesa a quien conoció en 2014 en Francia en un curso de intercambio del IGA donde estudió cocina. Terminado el recorrido asumió el riesgo y se fue con él a Zaragoza.

Con el tiempo terminaron la relación pero lejos de regresarse, decidió quedarse para continuar con su camino y fue así que de Zaragoza se mudó a Madrid donde estuvo tres años.

EN ZARAGOZA | ANAIS, WILL Y JIMENA CUANDO ERAN COMPAÑEROS DE COCINA.

"Cuando uno está solo se va acostumbrando y endureciendo. Sin embargo yo tuve la suerte que en España hay muchos latinos por la facilidad del idioma y fue como sentirme un poco en casa. Claro que si sentí mucho a la familia que es algo que no se reemplaza pero por suerte mi entorno fue acogedor", compartió Jimena Gutiérrez.

Y fue en su estadía en Madrid que en pleno confinamiento durante la pandemia por coronavirus conoció a Frederick, quien hoy es novio, a través de una aplicación. Así comenzó la charla entre ellos, se conocieron y coincidieron en muchas cosas al punto que cuando se dieron las condiciones sanitarias él, que estaba en Suiza, viajó a Madrid para conocerla. Llegó con una valija muy pequeña pero suficiente para las mini vacaciones que tenía planeadas pero para sorpresa de los dos nunca más se fue de su lado.

En busca de mejores oportunidades, se mudaron a Alicante donde estuvieron un breve tiempo y finalmente decidieron trasladarse a Francia, a la ciudad de Lorient de donde es él y donde ahora residen.

Con su oficio de cocinera hace trabajos esporádicos y los jueves hacen noche de empanadas en el bar de una amiga, pero no estamos hablando de cualquier empanada sino de la receta de su abuela. Un gran atractivo para los comensales curiosos.

La jujeña contó que hace dos meses dejó su trabajo fijo en un restaurante, una decisión que se vio forzada a tomar por no sentirse cómoda con el trato que recibía.

"En las fotos no se verá pero yo soy muy chiquita, no soy alta y aunque ya soy grande parece que fuera una niña. Entonces a veces me subestiman al punto que te pisotean y te pasan por encima y como yo tengo carácter fuerte, llegó un momento en el que pasé el tope, no aguanté y me fui". Además, "para mí lo primordial en la cocina es aprender e innovar. Y si yo siento que no estoy aprendiendo me voy".

"Si todo sale bien con esto de las empanadas, mi proyecto es abrir una pequeña tienda y sobre todo porque también quiero ser fuente de trabajo para demostrar que no se trata de mandar a la gente sino en trabajar a gusto para rendir lo mejor que se pueda", compartió.

Sobre cómo se siente estando tan lejos de su provincia a la que no pudo volver nunca a visitar contó que "en Francia, donde la cultura es muy diferente y es muy difícil encontrarse con algún latino, el sentir también es distinto. Nosotros como latinos somos muy apasionados y eso es algo que yo siento que aquí no es igual. No tienen lo que nosotros. Desde que salí del país y sobre todo desde que llegué a Francia siento mucho orgullo por mis raíces y la influencia cultural que tenemos. Y es algo que recién ahora lo veo porque aquí no existen nuestras comidas y la calidez de la gente. Con decir que ahora escucho una canción de los Kjarkas y lloro porque me siento orgullosa de mi cultura", compartió emocionada.

Por último, desde su experiencia personal, la jujeña sugirió que la gente no tiene que quedarse donde está, que "salgan de su zona de confort y que tomen riesgos, claro que siempre sopesando los pro y contra". "Es fundamental que se preparen con idiomas porque uno nunca se sabe a dónde nos puede llevar la vida".