por Elizabeth Soto
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por Elizabeth Soto
En las horas pico el colectivo suele colmarse con pasajeros de cualquier tipo en abundancia. Los asientos son muy codiciados. Le doy mi lugar a una mujer obesa que va acompañada por su marido y un pequeño niño discapacitado. No entran los tres en los dos asientos. Ella sola ocupa uno y medio, el hijo se escabulle para ocupar el resto del lugar que queda, entre la nalga de la madre y la ventanilla. El esposo va de pie junto a mí. La escena se podría describir como cuando una bolsa de agua o un sapo demasiado gordo se desparrama en un lugar muy angosto.
La gorda se apura a terminar la gelatina que acaba de comprar a un vendedor ambulante y en ese intento fugaz de comer rápido se le cae un poco de gelatina a la camisa. Ahora tiene una mancha roja que la adorna como una rosa adornaría al jardín del sapo. Le pasa el vaso al hijo flaco y pálido.
La gorda se atraganta y tose. Intenta pasar la tos con un mordisco del sándwich de milanesa que compró a otro vendedor ambulante que subió al colectivo. Se ahoga más.
Escupe restos de pan. La camisa se le sube y deja ver varios rollos de grasa pálida.
La gorda vomita sangre con restos de milanesa o ¿de gelatina? El sándwich se le cae y se desparrama por el pasillo del colectivo. Todo eso ocurre en medio segundo. El marido todavía no reacciona, se quedó embobado con la cola de una pasajera que va con calza súper ajustada y zapatillas deportivas. Los pasajeros casi no se percatan de la escena del atragantamiento. El hijo flaco y pálido está jugando con un moco que pudo pescar de su nariz. Atravesamos Alto Comedero y suben más pasajeros, entonces uno ve a la gorda ahogarse e intenta practicarle maniobras de resucitación. La chica de calza ajustada se acerca a ayudar.
La gorda se arrastra como puede hasta la puerta trasera del colectivo, desesperada. Su marido recoge las 40 bolsas de comida que quedaron en el asiento y bajan. El viaje sique su curso. Todo resultó bien, menos el destino del hijo flaco y pálido que han olvidado en el asiento.
Elizabeth Soto, autora
Comunicadora Social (FhycsUnju), máster en diseño gráfico, y diplomada en violencia de género. Dirige la editorial Cronopio. Participó en varias publicaciones y ferias de libros. Publicó: “La chica de los miércoles” (2013), “Metástasis” (2015), “Parcialmente nublado” (1017), “Historias de gente que no me importa” (2018), “Animales alternativos” (2018), y “Cuadernos para el niño arcoíris” (2021).