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Empezó un nuevo esquema de poder en Argentina

Domingo, 10 de julio de 2022 01:03

Gobernar un país en donde predomina la angustia social y la falta de expectativas de cara al futuro es desgastante para cualquiera, pero mucho más para un Presidente con poco poder político, sin un plan económico y con un equipo muy reducido de personas en las que confía ciegamente. En ese contexto, Alberto Fernández decidió ceder nuevamente ante sus socios del Frente de Todos e inaugurar un nuevo esquema de poder en la Nación, en donde Cristina Kirchner y Sergio Massa tendrán una influencia determinante en cada decisión que vaya a tomarse.

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Gobernar un país en donde predomina la angustia social y la falta de expectativas de cara al futuro es desgastante para cualquiera, pero mucho más para un Presidente con poco poder político, sin un plan económico y con un equipo muy reducido de personas en las que confía ciegamente. En ese contexto, Alberto Fernández decidió ceder nuevamente ante sus socios del Frente de Todos e inaugurar un nuevo esquema de poder en la Nación, en donde Cristina Kirchner y Sergio Massa tendrán una influencia determinante en cada decisión que vaya a tomarse.

La sorpresiva renuncia de Martín Guzmán, a quien Alberto Fernández le había dado plenos poderes, dejó al Presidente en una situación de suma fragilidad y le volvió a otorgar la iniciativa política del oficialismo a Cristina Kirchner, quien tuvo dos apariciones públicas en sólo cinco días. La vicepresidenta sabe que condiciona mucho más a Alberto opinando desde un atril que con las críticas abiertas de sus voceros, que muchas veces se pasan de rosca y llegan a cuestionamientos de índole personal y a exabruptos irreproducibles para la opinión pública.

En el Gobierno celebraban anteanoche que la expresidenta haya cambiado notoriamente el destinatario de sus dardos y que no haya cuestionado ni una vez a la figura de Alberto, lo que fue tomado como un "gesto de tregua pública" tras las fuertes discusiones que habían tenido el fin de semana pasado. "No somos ingenuos, sabemos que Cristina sigue detestando a casi todo el entorno de Alberto y que le molesta sobremanera que él no descarte ir por la reelección, pero ahora que se involucró directamente en la gestión, seguir desgastando a Alberto no sería otra cosa que desgastarse a sí misma", señaló ayer a El Tribuno de Jujuy un funcionario que tiene trato cotidiano con el jefe de Estado.

El nuevo mapa de poder que se instaló a partir de la renuncia de Guzmán es la última oportunidad que tiene el Frente de Todos de llegar con chances reales a pelear la presidencia el año que viene. Esta mesa tripartita entre personas que desconfían entre sí sólo puede mantenerse por el instinto de supervivencia, ya que las coincidencias políticas son escasas y las visiones que tienen sobre el rumbo económico del país son mayoritariamente opuestas.

Alberto se dio cuenta que sin Cristina no tiene sustento político. Cristina se dio cuenta que con un Gobierno en decadencia -que fue diseñado por ella misma- pone en peligro todo el capital político del kirchnerismo. Y Sergio Massa se dio cuenta que, o asume los costos de compartir las decisiones más difíciles, o el Frente Renovador pasará rápidamente a ser un actor secundario de la política argentina.

Este involucramiento mayor de Cristina y Massa en la toma de decisiones tiene riesgos altísimos para ellos si la economía continúa dando malas noticias de forma cotidiana como hasta ahora, ya que quedarán asociados directamente a ese fracaso. En cambio, si llegara a haber un repunte que se sienta en el bolsillo de la gente, el rédito principal quedará para ellos y no para el Presidente, quien viene sosteniendo que Argentina tiene una "crisis de crecimiento" invisible para la población.

¿Cristina será candidata a presidenta en 2023? Ayer nadie de su entorno se animaba a descartarlo de plano y un importante miembro del Instituto Patria afirmó a El Tribuno de Jujuy que "si la postulante no es ella ningún otro dirigente del kirchnerismo podrá garantizar la retención del voto cautivo". La reflexión del legislador, que pidió reserva de su identidad, choca contra un dato incontrastable de la realidad: la imagen negativa de Cristina, que está por arriba del 70 por ciento, le haría imposible poder imponerse en un balotaje ante cualquiera de sus contrincantes.

Fuentes muy cercanas a Alberto Fernández confirmaron que el mandatario estaría evaluando más modificaciones para relanzar el Gabinete, pero que "teme que los ingresantes tampoco le respondan directamente a él" y que eso derive en una "pérdida de autoridad aún mayor de la que tiene ahora". "Cristina Kirchner y Sergio Massa vienen reclamando modificaciones más amplias en el Gobierno y Alberto sabe que las necesita, pero también está al tanto de que los funcionarios apuntados para ser reemplazados pertenecen a su riñón más íntimo, que hoy ya está bastante acotado", agregó la fuente que pidió reserva de su identidad.

Los nombres que estarían en la mira para salir eyectados del Gobierno ahora son el titular del Banco Central Miguel Pesce, el ministro de Trabajo Claudio Moroni y el titular de Turismo Matías Lammens.

Reducir los graves problemas que atraviesa el país a funcionarios puntuales es una evidente minimización del problema real, que radica en la destrucción del poder adquisitivo y en los nulos incentivos para invertir que tienen las empresas. Esas dificultades no son nuevas ni exclusivas de este Gobierno, sino que tienen más que ver con la histórica falta de confianza que genera el país y también con una clase política que pocas veces estuvo a la altura de las circunstancias.

El golpe de la renuncia de Martín Guzmán fue tan duro que el jefe de Estado no fue capaz de emitir una sola palabra en siete días que revalorice su liderazgo y que tranquilice un poco a los mercados, que llegaron a elevar el dólar financiero a más de 300 pesos y el paralelo a $273. Si a eso se le suma que el jueves circulaba con fuerza la versión de una eventual renuncia de Alberto, que no tuvo agenda pública en toda la semana, la situación se tornó todavía más desconcertante.

Los últimos días se vio a un Gobierno desorientado sobre cómo revertir las crecientes expectativas negativas y con falta de reacción para operar sobre los actores que mueven la aguja de la economía. Desde el albertismo señalan que "el jefe de Estado estuvo en silencio porque estaba en plenas negociaciones con Cristina y no quería que ninguna declaración suya pudiese dinamitar el diálogo".

Todo esto ocurre en momentos en los que no hay precios de referencia, cuando continúa la escasez de gasoil y mientras el Banco Central sigue rifando reservas para sostener el valor de la moneda.