La tienda de antigüedades o anticuarios se constituyen, en cualquier lugar del mundo, en un centro de curiosidades donde se pueden encontrar no solamente muebles, sino los objetos más variados, entre ellos artículos de decoración, pinturas, libros y para muchas personas, es un lugar de paseo o recreación.
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La tienda de antigüedades o anticuarios se constituyen, en cualquier lugar del mundo, en un centro de curiosidades donde se pueden encontrar no solamente muebles, sino los objetos más variados, entre ellos artículos de decoración, pinturas, libros y para muchas personas, es un lugar de paseo o recreación.
En pleno centro de la ciudad capital de la provincia existe un "anticuario" que despierta la atención de los jujeños, que en más de una oportunidad se detienen a observar las ofertas que allí se ofrecen.
Su propietaria, Analía Ferreyra, con una especial delicadeza y simpatía recibió a El Tribuno de Jujuy para hablar de una actividad que la fue cautivando poco a poco y que le permite decir que ya pasaron 25 años desde el momento en que se inició en esta actividad.
"En mi caso la gente que ya me conoce me contacta, y por la seguridad y seriedad con la que me manejo siempre me deja sus muebles en consignación, ya sea porque decide renovar el mobiliario de su casa o bien porque forma parte de una sucesión. Entonces lo dejan en mi local donde quedan a la venta y yo soy una comisionista, siendo lo más lindo de esto poder encontrarles un nuevo hogar a esos muebles, adornos o cuadros", afirmó Analía Ferreyra.
"Muchas familias, ante la pérdida de un ser querido, deciden vender las cosas porque les trae recuerdos y entonces deciden sacar todos los muebles, adornos, las lámparas y de esa manera las pone a la venta", indicó a este matutino.
Consultada sobre cuáles son los artículos que más busca la gente, remarcó que "la gente no viene por algo específico, aunque alguna, al ver las publicaciones que realizo en las redes, se entusiasma al observar las fotos y se acerca a interiorizarse del estado en que se encuentran los objetos y el precio", acotando que "hay otras personas que les gusta venir a descubrir qué hay, algo así como la 'búsqueda del tesoro'" .
Analía expresó que "el mejor recuerdo fue la venta de un biombo japonés o haber podido vender algunos muebles que pertenecieron a la iglesia San Francisco, como así también poder proveer de unos sillones a la iglesia Santiago Apóstol de Yala. También es sumamente satisfactorio descubrir en un negocio o en una casa una lámpara o un artículo que fue vendido por mí", apuntó.
En relación al precio indicó que "es un mito que las cosas antiguas sean caras, pero hay muchos artículos que llegaron del extranjero y que tienen un valor importante. Yo no quiero tener artículos caros, me gusta que la gente pueda adquirir lo que tengo a la venta, ya que muchos, una vez adquiridos, los restauran a original y otros los pintan; entonces les pido que me manden fotos para saber cómo quedaron".
Su mejor recuerdo fue la venta de una lámpara de cristal de tres pisos que le costó mucho poder sacarla y además transportarla hasta la vivienda de la persona que la adquirió. Lo feo de su trabajo, afirmó, "es ver gente que se pelea por algo material, eso es triste".