Impulsado por la curiosidad de conocer otros lugares y sumado a la existencia de antepasados vascos, cuando Ezequiel Díaz se graduó como profesor de Educación Física se fue a San Sebastián, España, para probar suerte y donde ya estaba su hermano.
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Impulsado por la curiosidad de conocer otros lugares y sumado a la existencia de antepasados vascos, cuando Ezequiel Díaz se graduó como profesor de Educación Física se fue a San Sebastián, España, para probar suerte y donde ya estaba su hermano.
Afortunadamente la suerte estuvo de su lado, por lo que ya son 15 los años que lleva viviendo allá. Claro que como todo cambio de vida al principio es duro y más en estos casos que la distancia con los seres queridos y los amigos duele, pero San Sebastián le supo dar gratificantes recompensas.
Habiendo pasado por distintos trabajos como lavaplatos, mozo, etc., a fuerza de mucho empeño logró ubicarse en el camino de su profesión. Actualmente trabaja en un polideportivo municipal como profesor de actividades físicas, tales como spinning, cross training, gimnasia de mantenimiento para la tercera edad, etc.
El jujeño contó que en sus inicios, impulsado por su amor a la docencia, se le plantó la idea de poder enseñar algo a los jóvenes y fue así que comenzó a armar un proyecto que, con la ayuda de una colega de Córdoba, lo presentó en la Federación de Deportes Adaptados y se lo aceptaron. "Se trataba de la formación de un equipo de fútbol con la intención de incentivar a la socialización entre los chicos con discapacidad", contó. Con el equipo llegó a jugar en un torneo local, lo que significó una de las mejores experiencias vividas, y aunque lo perdió, cada gol que se metía era festejado como una victoria.
El proyecto duró tres años, tiempo de mucho aprendizaje y satisfacción por los logros alcanzados como equipo. Sin embargo, la recompensa mayor se dio después. "Al tiempo de finalizado el proyecto me crucé con algunos de los chicos y me contaron que están trabajando, enseñando natación a otros jóvenes con discapacidad, y cuando vi el avance en ellos y la confianza con la que se desenvolvían lloré de la emoción, porque pude ver cuál fue el fruto del proyecto y hasta dónde llegó", contó emocionado.
"Esa fue una de las cosas más bonitas que hice en el plano laboral. Me parece lindo que ellos ya se animen a trabajar y por sobre todo a ayudar a otras personas. Fue un efecto dominó", agregó Ezequiel Díaz.
La misma pasión que siente por la docencia la tiene también por el cicloturismo, que es su "locura". En dos oportunidades hizo el Camino de Santiago, que tiene unos 780 kilómetros desde Francia hasta Santiago de Compostela, España. "La primera vez fue en 2011 y demoré 14 días, y la segunda en 2017, ya hice el recorrido en 12, porque tenía una bicicleta mejor", una experiencia muy rica en la que se conoce a gente de todas partes del mundo.
Pero siempre se tiene la nostalgia del Jujuy querido, al que no visita hace tres años pandemia de por medio. "Pero si todo va bien, este año volvería a visitar. Ya tengo ganas de llenarme de humo de asado, de ver a la familia y a los amigos", contó ilusionado ante la inminente posibilidad de cruzar las fronteras de la virtualidad.
Por lo pronto, para mantenerse cerca de sus raíces, el jujeño participa de las actividades del Consulado Argentino de Boca Juniors. Salones en los que se reúnen para festejar cumpleaños, hacer asados y ver los partidos de Boca y como fiel hincha del "lobo" jujeño sigue por radio los partidos, y a donde sea que vaya lleva la camiseta de Gimnasia.
Por último, y como sugerencia a partir de su experiencia y teniendo en cuenta la crisis por la que atraviesa la Argentina, advirtió que no es nada fácil. "Para salir hay que estar bien preparado y no mandarse a lo ciego, porque se puede terminar perdiendo el poco dinero que se tiene ahorrado, ya que se debe tener papeles para empezar a trabajar, si no es imposible". Y por sobre todo recomendó a los jóvenes que estudien inglés, idioma que comprobó abre puertas.