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“Voy dando pequeños pasos, pero pasos seguros”

José Hernán Choque Clemente tiene 35 años y hace casi cuatro años vive en la ciudad de San Sebastián, en Brasil.
Domingo, 03 de julio de 2022 01:01

José Hernán Choque Clemente tiene 35 años y de forma muy particular, y no planificada, es que está viviendo en Brasil, específicamente en la ciudad de San Sebastián, donde está hace ya casi cuatro años.

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José Hernán Choque Clemente tiene 35 años y de forma muy particular, y no planificada, es que está viviendo en Brasil, específicamente en la ciudad de San Sebastián, donde está hace ya casi cuatro años.

 

Si estás en el extranjero o conocés a alguien que quiera contar su experiencia escribí a [email protected].

 

En Córdoba estudió radiología y se recibió de licenciado en Producción de Imágenes, y una vez finalizada la carrera en el 2018 dio rienda suelta a esas ganas ya incontenibles de agarrar la mochila para viajar y salir del país en busca de nuevas experiencias.

El empujón que necesitaba para concretar su sueño se dio en una serie de sucesos que fueron desencadenándose en su vida, que le hicieron sentir que para no explotar tenía que viajar y así lo hizo. "Me liberé de todo materialmente y salí de Córdoba", contó el jujeño. Su primer destino fue Mendoza, de ahí viajó a Chile y luego a Bariloche y a Ushuaia; luego paso a visitar a familiares en Buenos Aires y de ahí sin escalas a Brasil, con el objetivo de conocer las Cataratas del Iguazú. Su estadía allí y una conversación con un amigo del camino es que agarró coraje y se fue a San Pablo, sin conocer a nadie ni saber el idioma.

Aunque parecía que estaba allí solo y sin certezas de nada fue que gracias de una amiga que se hizo en Chile logró contactarse con una pareja que estaba emprendiendo con un hostel en la ciudad de San Sebastián y con la que empezó a trabajar.

"Esa es la magia de viajar de mochilero, que permite ir conociendo gente", compartió. La modalidad mochilero en un principio le generaba cierto temor, por haber estado siempre acostumbrado a viajar en colectivos o aviones, pero cuando se trata de viajes tan largos y se va terminando la plata "a cara de perro no queda otra opción que hacer dedo. Hay gente copada que te da una mano, te levanta y te lleva, y es en esos trayectos en los que vas conversando y compartiendo experiencias", contó.

Sobre cómo se tomó su familia este viaje poco planeado, dijo que "ya lo venía pensando hace mucho tiempo, pero no tenía la valentía de hacerlo", y que la inspiración para lanzarse a la aventura de la mochila se dio en un viaje que compartió con su madre a Potosí, Bolivia, donde conoció a un grupo de chicos de distintas nacionalidades que ya venía viajando por el mundo a dedo y sólo en última instancia en colectivo. Y al escuchar sus experiencias, la idea se le instaló en la cabeza.

Sus primeros intentos se dieron en su viaje a Cuba, a donde se lanzó a la aventura sólo con los pasajes de ida y vuelta, pero nada planificado, ni estadía ni nada. "Y que sea lo que tenga que ser".

Compartió que del tiempo que le tocó estar en la ruta aprendió mucho. "Empecé a valorar muchas cosas que antes no lo hacía. A la familia y a nuestras costumbres se las extrañan todos los días. También el idioma, nuestras formas y el dialecto, pero son elecciones de vida que hacemos".

Contó también que entre las cosas que más extraña de su tierra son algunas comidas, como el picante de pollo, la sopa de maní, el chuño, que allí no hay. "Otra cosa que tengo desde chico es el gusto por las mandarinas de Jujuy que con solo pelarlas te perfuman toda la casa, son esas cosas las que extraño tanto", contó.

Cuando los ahorros comenzaron a agotarse y el ingreso de dinero se hacía cada vez más necesario, comenzó a trabajar de mozo en un bar, actividad que le permitió tramitar la residencia en Brasil y lo más valioso de todo para él, que fue poder invitarla a su mamá a viajar a San Sebastián, oportunidad en la que ella pudo conocer el mar.

"Mi mamá ya estaba preocupada porque estaba acostumbrada a verme por lo menos cada tres o seis meses. Ella iba a Córdoba o yo a Jujuy", contó orgullo se de haber podido pasar ese tiempo juntos.

Sigue trabajando allí pero con nuevos proyectos en mente. "Después de mucho papelerío pude tramitar la revalidación de mi título y ahora solamente me queda ir a la Universidad de Mina Gerais para llevar el original para la comprobación", contó.

Respecto a ello, se propuso "ir de a poco y de parte en parte", ya que esa metodología es la que le fue dando resultados hasta ahora. "Voy dando pequeños pasos, pero pasos seguros", concluyó.