Una construcción ubicada en la plazoleta en el costado del parque acuático del barrio Tupac Amaru de Alto Comedero es el refugio que hoy un grupo de nueve hombres utiliza para realizar su tratamiento espiritual que los alejará de las adicciones a las drogas y al alcohol.
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Una construcción ubicada en la plazoleta en el costado del parque acuático del barrio Tupac Amaru de Alto Comedero es el refugio que hoy un grupo de nueve hombres utiliza para realizar su tratamiento espiritual que los alejará de las adicciones a las drogas y al alcohol.
En ese lugar reinan por sobre todas las cosas la solidaridad, la comprensión y la fe que es inspirada por el pastor evangélico José Luis Torres quien acompañado de su grupo familiar, esposa y cuatro hijos desde hace cinco años dedica sus días a proteger a quienes están en situación de calle por un acto fallido que los llevó a transitar un camino que día a día los degrada como ser humano.
José Luis Torres, con su amplia sonrisa, con un mate en la mano y rodeado de sus hijos de la vida, se expresó con toda tranquilidad. "Sé perfectamente lo que significa la marginalidad, la desazón, el abandono, la soledad del alma, porque yo fui uno de ellos". Mirando con cariño a sus muchachos, agregó que "a los siete años ya era un adulto que recorría las calles con el dolor del abandono".
La pausa en su relato es demasiado larga como para que se interprete que fueron años duros. Tras un sorbo al mate, nuevamente sus ojos recuperaron el brillo que resume el éxito alcanzado personalmente y como un transmisor comprometido con la palabra de Dios.
"La muerte de un amigo que conocí en la cárcel y que falleció tapado con unos cartones atrás del mercado de abasto fue lo que me hizo el ´clic´, lo que hizo que despertara de la pesadilla y me propusiera con fuerza recuperar mi vida, ya no podía seguir así, transitando el camino equivocado", señaló.
La fundación ATR
"Esta es mi familia" aseguró el pastor. "Nosotros trabajamos espiritualmente sin ayuda, sin colaboración, con las ganas que le ponen los muchachos cuando salen a vender golosinas en distintas ciudades de la provincia, con los chalecos identificatorios y con la necesidad de la reinserción en la sociedad", afirmó Torres.
"Nosotros colaboramos con la gente en situación de calle a la que le brindamos un plato de comida y un lugar donde pasar la noche, no podemos más, no disponemos de un lugar que sea lo suficientemente cómodo para contener a tanta gente que camina en busca de ayuda, nosotros somos solidarios, pero no nos alcanzan los recursos", agregó.
Los muchachos tienen como común denominador el abandono, pero ellos han constituido una familia respetuosa que se apoya de tal manera que impide al débil "tirar la toalla" .
Sergio es el líder y afirmó que "aquí gracias al pastor tenemos de todo, un lugar, un espacio, podemos avanzar en la vida a partir de la palabra y de la fe en Dios que nos marca un camino distinto al que estábamos acostumbrados a caminar, aquí hay esperanza, es todo paso a paso, cada mañana es un nuevo desafío".
La noche se acercaba y el grupo que estuvo orando y realizando diferentes tareas se aprestaba a merendar con unas tortillas caseras que ellos mismos elaboraron, y después del breve recreo, a preparar la cena para ellos y la gente en situación de calle.