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Fin de semana salvaje en la quinta

Jueves, 07 de julio de 2022 12:52

Por Julio Susse, periodista jujeño

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Por Julio Susse, periodista jujeño

La peripecia presidencial fue inesperada. Preparado para vivir un fin de semana pum para arriba, o tan siquiera tranquilo, el vuelo de una urraca lo inquietó. Como los emperadores romanos, afectó a la cintita roja antimufa y los extraños designios, se preparaba para entrarle a un vermut opíparo cuando presintió que algo podía pasar. Un mariposeo en la panza lo alertó. Sí, estaba enterado del discurso de Pirucha en la provincia, y descontaba algún varillazo o referencia a la lapicera, pero había algo más. Miró los sandwichitos de miga multicolor, las aceitunas negras cinco ceros, un Rutini helado para empinar, pero algo no estaba bien. Fabi se acercó eufórica -Pá, como te prometí ¡estoy estudiando historia, para acompañarte mejor en tu segundo mandato! ¡Qué increíble lo de María Antonieta cuando el pueblo se congregó reclamándole pan al rey pá! Cómo va a decir “que coman pasteles”, ¿qué desubicada no? Él la fulminó con la mirada. Ella entendió que no era el ejemplo más feliz con la  situación del dólar, el precio de la bolsa de harina, y la última encuesta (15% de imagen positiva). Se fue por un tirante y se llevó al lassie, presurosa. “Vamos Dyli, el horno parece que no está ni para bollos ni para pasteles”.

Tomó una dosis triple de omoprazol, y preguntó cuándo jugaba Argentinos. El viaje a Alemania y la visita a la lideresa lo habían desconcertado témporo espacialmente. Bah, salvo los primeros tres meses de pandemia, casi siempre está así. Se sentó y puso C5Néstor. Agarró una guitarra para practicar unos acordes. Tuvo un impulso melancólico cuando le entraba al primer sandwichito. En la tele, Pirú esplendorosa (superada la hinchazón pomular post refrescadita). Arrancó su discurso con su habitual tono engolado (natural, pero más notorio desde su estadía en Recoleta, lógico). Ella, que casi nunca habla del Pocho, aprovechó el aniversario para llegarse a la bahía a dar uno de sus nunca breves discursos. Es conocido su amor frenético por el micrófono, casi tanto como por el dulce de leche, los plazos fijos en dólares y los bombones de Rapanui.

Si el pelado estaba en la cuerda floja luego de aquella comparación con el economista armenio acaobado (“hablé con él solo para comprobar que son iguales”), algunos ya hacían apuestas sobre su duración en el cargo. Vientos huracanados soplaban como nunca desde el Instituto.

El pelado, luego de presentar varias veces la renuncia, pensó en una sutil venganza. Cansado de los reclamos de Cristalina, “no sean boludous, gastan un choclou regalandou tarifas” (-a los bonaerenses, a los jujeños nos empoman de lo lindo-), cansado de pedirle la renuncia al secretario de Energía (más de diez veces), se dejó ganar por un impulso dual de euforia y pesimismo (algo natural en los hinchas del Lobo platense). Dijo “ma sí, váyanse todos a la Meca”, y disparó el tuit de su renuncia.

Alberto estaba intentando sacar Eiti Leda con la viola, una canción de por sí bastante depre, cuando escuchó la noticia. Fabi corrió a consolarlo. Con sus reflejos intactos, con tono paternal, ahí nomás cambió de canción, “Si me caigo me levanto, si me pierdo yo me encuentro”. Lo llamó al exministro traicionero y saltó el contestador (no es que no quiso atenderlo, estaba hablando con su tío Joe, entre lágrimas, que lo consolaba desde Columbia). Cómo me va a hacer esto, me pelié con todo el mundo para sostenerlo (no es tan así, se peleó con Ella, que se siente el ombligo del mundo).

Primero atinó a llamarlo a Martín, con quién ya había hablado antes. El rubio le exigió un acuerdo con los amarillos, leyes de reforma financiera, laboral, impositiva, y el acuerdo con Luly (“vos ya sabés lo quilomberas que son las vedetongas”). “Imposible acordar con los amarillos. La tienen en el buche a la presidencial, ni en pedo van a agarrar”, se lamentó.

Intentó comunicarse con La Momia. Le acercaron el teléfono al sarcófago. La momia preguntó “Vive Remes, o ya falleció”. Luego señaló a Marquitos. “¿Tanta cara de p…do tengo?” respondió acomodándose los anteojos.

Diez minutos después de la renuncia, Pirucha disparó un tuit hablando del Pocho y el bochín. Lo tomó como una burla. “Cómo se puede ser tan desalmada”, se dijo, casi piantando un lagrimón. En ese momento entró Zapatitos blancos, “hay que hacer de tripas corazón, tenés que llamarla”. “Eso nunca”, disparó. “Antes prefiero irme en helicóptero”. El edecán presidencial ingresó raudamente y le recordó que el pájaro de acero estaba parado por falta de combustible.

Tanteó al joven exvice ministro de Axel. “Soy economista, no mago, si gastamos 14 mil palos verdes para subsidiar tarifas no hay salida, salvo fabricar dólares en la imprenta de Amado”. Pese a que hace días que no se hablaban, y la relación está en su peor momento, mandó a llamar a Sergio. Ventajita respondió la llamada. “¿Qué haces crack?” le dijo con tono distendido. Miró twiter. “El que compró Coldplays recibirá L’gantes”. Dios mío, dijo. En ese momento entró el fax con el plan económico que Ella proponía como condición para empezar a dialogar. “Tarifas regaladas para todes, tasas de interés negativas (menores a la inflación), jubilación a los 55 y 60, impuesto a la renta presunta, echar al piquetero heladero y al Chino (del gobierno no, del país), que Alberto renuncie a la reelección, que Sergio también renuncie -a todo-, producir el incendio de las oficinas donde están los expedientes de las causas Vialidad y Cuadernos”. El fax concluía, solo en estas condiciones estoy dispuesta a salvar al país. A la tercera línea, el prescindente revoleó el papel por el aire. Sergio le hizo una propuesta más moderada, ser un Superministro con manejo del Central, Aduana y la Afip. Pidió los ministerios de Economía, Seguridad y la Cancillería. “Por poco me pide a mi querida Fabi” dijo, frunciendo el bigote. Cuando densos nubarrones se cernían sobre el vermut, llegó el llamado providencial de Daniel. “Sabés que siempre estoy dispuesto a darte una mano” le dijo. Primero pensó que era una joda de Marce (que después publicaría otro tuit traicionero, diciendo “vamos derechito al iceberg”), también que podía ser Ariel Tarico, hasta que escuchó “Con fuerza, con fe, con esperanza”. No pudo evitar lagrimear, hasta se había olvidado que era ministro. “Te dije, como vas a comprar mil millones y no vender ni un dólar, hablé con ella, disculpala, se equivocó de pastilla, en vez de ketiapina, tomó keratina, de ahí el fax que te envió”. Le propuso la fórmula griega. “Ma sí”, dijo, “el mundo está pendiente del rumbo de mi excelente gobierno, son las vicisitudes de haber crecido demasiado y haber puesto a los argentinos a pie”. (¿Continuará?).