Hace diez años, la historia de Dardo y Natalia Sánchez recorrió los medios de Salta y del país. El animal callejero había sufrido graves heridas luego de que un petardo le explotara en su hocico y la abogada había pedido la tutoría legal ante la Justicia para reclamar por la salud de la mascota.
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Hace diez años, la historia de Dardo y Natalia Sánchez recorrió los medios de Salta y del país. El animal callejero había sufrido graves heridas luego de que un petardo le explotara en su hocico y la abogada había pedido la tutoría legal ante la Justicia para reclamar por la salud de la mascota.
El 9 de julio de 2012 en medio de una manifestación estudiantil, un petardo había explotado en el rostro de Dardo y le dañó su hocico.
El perro, que en ese entonces vivía en la calle, tuvo que ser trasladado de urgencia a un centro veterinario debido a sus heridas severas y los veterinarios pudieron salvarle la vida tras una operación.
Natalia Sánchez, su tutora legal, recordó: “Me presenté como abogada y madre de Dardo y la jueza Silvia Bustos Rallé me reconoció como tal. Eso consta en el expediente, convirtiéndome en el único caso de este tipo en el país”.
El “Caso Dardo” sirvió para sentar jurisprudencia y ser tomado como referencia en casos de violencia animal, según contó la mujer en diálogo con El Tribuno de Salta. Los estudiantes menores de edad fueron sentenciados a trabajos comunitarios.
“El estallido le destrozó la mandíbula. Recuerdo que tenía una corbata de sangre. Era una imagen dantesca. Aquel día, Cristian Beeminn lo asistió llevándolo a su veterinaria. Lo operó de urgencia para salvarle la vida. A partir de allí fui todos los días a verlo, hasta que le dieron el alta parcial”, contó Natalia Sánchez.
Y agregó: “Durante aproximadamente cinco meses lo llevé todos los días a controles y a que reciba sus inyecciones. No quería comer si no estaba yo presente”.
Las secuelas duraron diez años y finalmente el lunes Dardo Murió.
La abogada relató que, en los últimos días, Dardo “comenzó a no comer ni a tomar agua. Le daba líquido con una jeringa para que no se deshidratara. Su vida se fue apagando y el domingo lo vi muy mal. Me quedé hasta tarde con él y vi como sus ojitos fueron perdiendo el brillo tan particular que tenían, hasta que el lunes dejó de respirar”.