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La realidad, un efecto mismo del pensamiento humano

Martes, 23 de agosto de 2022 01:03

Según quienes se han adentrado en las vías tradicionales de conocimiento espiritual, el sólo hecho de pensar en algo ya genera la existencia de lo pensado en el mundo exterior. De esta manera, la realidad cotidiana no es otra cosa que un efecto mismo del pensamiento humano. Así "El Kybalion" -uno de los libros herméticos orientales más difundidos en Occidente- asegura que "el Todo es mente; el Universo es mental". Empero, el destacado filósofo Francisco García Bazán explica que hay una mejor traducción: "El Universo es espiritual." Entendiéndose aquí por espiritual la capacidad humana para tomar consciencia de cuál es el rol y función de uno mismo en la gran arquitectura universal.

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Según quienes se han adentrado en las vías tradicionales de conocimiento espiritual, el sólo hecho de pensar en algo ya genera la existencia de lo pensado en el mundo exterior. De esta manera, la realidad cotidiana no es otra cosa que un efecto mismo del pensamiento humano. Así "El Kybalion" -uno de los libros herméticos orientales más difundidos en Occidente- asegura que "el Todo es mente; el Universo es mental". Empero, el destacado filósofo Francisco García Bazán explica que hay una mejor traducción: "El Universo es espiritual." Entendiéndose aquí por espiritual la capacidad humana para tomar consciencia de cuál es el rol y función de uno mismo en la gran arquitectura universal.

Inclusive físicos modernos que trabajan en lo intraatómico como en Física Cuántica, han coincidido en este hecho de que pensar algo provoca la creación de eso mismo en el mundo exterior, al sostener que el tiempo sólo existe si hay un observador disponible. Prestigiosos investigadores universitarios, como el inglés Rupert Shaldrake, están convencidos de que todo cuanto ocurre a nuestro alrededor es provocado por la intervención de "campos" de naturaleza psíquica.

También el célebre psiquiatra y psicólogo Carl Gustav Jung, a mediados del siglo XX, expresó: "Finalmente nada ocurre en el mundo exterior que, previamente, no se encuentre preconfigurado en el psiquismo profundo personal". De ser cierto (y estamos convencidos de que lo es) significa que cada suceso que nos ocurre está, esencialmente, motivado en causas psíquicas, la mayoría de ellas inaccesibles a la consciencia del protagonista. De manera tal que es el poder de la imaginación y la capacidad de fantasear lo que, finalmente, guía la vida de cada uno. Una sentencia del más puro esoterismo iniciático afirma: "Conoce a tu Ser Interno y conocerás a tu Señor".

"La mente, como todos los elementos, puede ser trasmutada -leemos también en 'El Kybalion'- de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración a vibración". "La verdadera trasmutación hermética es una práctica, un método, un arte mental". "Trasmutar" es lograr un cambio en la naturaleza de la sustancia, convirtiéndola en otra; implica transformación total. Por eso es que ´el Universo mismo es una creación mental´".

La persona común, normal, sufre a diario porque su comprensión está limitada a apreciaciones producto de percepciones sensoriales. De sus cinco sentidos. La gente supone que las cosas son de una única manera determinada, olvidando el sabio proverbio: "Cada uno ve de acuerdo al color del cristal con que mira".

Por eso, cuando alguien afirma que su personalidad es de una determinada manera y que no puede modificarla para su progreso y su bien, en verdad se está engañando. Ya que si modifica sus esquemas de pensamiento, conseguirá apreciar de un modo diferente la misma situación. Por eso podemos afirmar que no hay destino escrito, ni fatalidad prefijada. Todos somos artífices -como sostiene el poeta- de la historia que vivimos. Una fuerza oculta está allí para impulsar con plena vitalidad nuestra vida.

Atesorada en lo profundo de cada psiquismo humano, guiada por el sendero que la espiritualidad indica. Lo importante es que allí está. Aguardando que cada quien tome la decisión de aprovecharla. Es entonces cuando el discípulo se halla preparado y será capaz de encontrar al maestro que habrá de entrenarlo. Para ser artífice del propio destino sólo se requiere perseverancia, esfuerzo y creatividad permanente. El destino no es algo prefijado sino el resultado de las decisiones que tomamos como de las que no tomamos.

(*) Las Heras es doctor en Psicología Social y parapsicólogo.

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