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Sepa cómo utilizar su actitud mental positiva por su bien

Viernes, 02 de septiembre de 2022 01:01

¿Ha reparado usted en los términos que utiliza cuando habla diariamente? Muchos de ellos indican programaciones negativas que, precisamente, conducen a esos callejones sin salida aparente, a esos problemas que perduran. Hablar de manera favorable es una pauta primordial. "Si yo hubiera hecho..." es una de las frases más nefastas. Para poner un ejemplo que se escucha tan seguido. Hablar en pasado significa vivir "enganchado" a lo que ya no tiene solución, que es irreversible. La consecuencia es inevitable: no se vive el momento presente sino que se está fijado en una añoranza irrecuperable.

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¿Ha reparado usted en los términos que utiliza cuando habla diariamente? Muchos de ellos indican programaciones negativas que, precisamente, conducen a esos callejones sin salida aparente, a esos problemas que perduran. Hablar de manera favorable es una pauta primordial. "Si yo hubiera hecho..." es una de las frases más nefastas. Para poner un ejemplo que se escucha tan seguido. Hablar en pasado significa vivir "enganchado" a lo que ya no tiene solución, que es irreversible. La consecuencia es inevitable: no se vive el momento presente sino que se está fijado en una añoranza irrecuperable.

A cada detalle de nuestra vida podemos incorporar el lenguaje adecuado, provocando con ello cambios deseados y esenciales. Cada palabra tiene su carga propia de pesar, frustración o de bienestar, de alegría. A continuación algunas expresiones que conviene erradicar -para siempre- de su habla cotidiana:

1) No puedo. Refiere a un estado de derrota permanente y sin margen para mejorar. Cambie esta expresión por una afirmación más optimista. Por ejemplo: ¿de qué manera puedo hacer esto?

2) Debería. Esta palabra -lo mismo que la frase "si yo hubiera hecho..."- lo hará sentir culpable. Hágalo o no lo haga, pero no piense jamás si "debería" o no haberlo hecho. Piense y actúe con firmeza.

3) Siempre. Suele ser una respuesta rígida para cualquier acontecimiento y no deja lugar a ningún cambio, no da ninguna opción. Sustitúyala por expresiones como "a veces" y "a menudo".

1) Tal cosa es así. Significa una descripción inmutable de algo. Si usted dice, por ejemplo, "Estela es torpe", parecería que esa mujer es inmodificable y que será así durante todos los días de su vida, que no cambiará como lo hacen todas las personas. Cambie este tipo de frases por otras: "Estela estuvo muy torpe en esa ocasión con esa actitud".

2) Todos son de tal modo. Una expresión absoluta que sólo acarreará juicios injustos. Corresponde reemplazarla por "algunos" o "cierta gente".

3) Trataré. Por anticipado ya existe una excusa que lleva implícita el fracaso. Sustitúyala por términos más enérgicos: "Voy a hacer tal cosa", afirme.

Recuerde que estas palabras y expresiones promueven -a nivel inconsciente- una programación negativa y pueden ser una barrera ineludible entre su vida y el éxito. Entre usted y la superación de las dificultades que, diariamente, se presentan.

Entre otras frases famosas, hay una que se nos presenta como jamás fue dicha originalmente: "Sólo sé que no sé nada", leemos en más de un libro de la escuela secundaria o la universidad. No fue así. Porque si nada es lo que no sabe, quiere decir que lo sabe todo. ¿Cómo es la frase entonces? Simple: "Sólo sé que nada sé". Así debe decirse. Este ejemplo sirve para subrayar que son innumerables las veces que decimos una cosa y estamos expresando exactamente lo contrario. Otra más, muy habitual: "No tengo nada", dice alguno de recursos económicos muy exiguos, sin casa, sin trabajo fijo. ¿Qué está diciendo? Justamente lo contrario. Al decir que no tiene nada, significa que lo tiene todo. Lo correcto sería: "tengo nada". Al agregar el no expresa que lo tiene todo.

Hablemos en positivo, porque en nuestro psiquismo profundo estos errores, que quizás ahora nos resulten sorprendentes y hasta graciosos, programan nuestra mente de manera desfavorable que nos llevará al círculo vicioso de los eternos problemas que nunca encuentran solución.

Cuando nuestra abuelas decían "a mal tiempo, buena cara", estaban dándonos -sin proponérselo- una muestra de programación psíquica positiva.

Las situaciones externas (en el caso citado más arriba se trata del clima) no pueden ser consideradas en sí mismas ni buenas ni malas. Existen. Son. Pasa tal o cual cosa. Según como cada uno actúe frente a cada circunstancia, será que el resultado sea favorable o desfavorable.

Suelo decir a quienes me consultan tanto como a quienes participan en mis talleres y cursos, que aun el hecho más pernicioso tiene algún aspecto favorable. Claro que hay que tener la lucidez necesaria para advertirlo y aprovecharlo. Todo negativismo tiene su positivismo… pero es de persona que usa bien su inteligencia saber encontrarlo.

Las anécdotas valen más que mil palabras, y entre quienes enseñan el arte de la venta se relata una muy esclarecedora.

A principios del siglo XX, un importante fabricante argentino de zapatos decide ampliar su mercado. Envía a sus dos más sagaces vendedores a una región poco conocida del centro de África. Pasan tres meses y recibe dos telegramas. Uno enviado por cada vendedor. En uno se leía: "Fracaso total de la operación. Aquí nadie usa zapatos". El otro, con texto similar, tornaba la situación absolutamente distinta en perspectiva. Sólo había una ligera diferencia. Aquel empresario leyó: "Éxito total de la operación. Aquí nadie usa zapatos".

Lo concreto es el hecho. Nadie usaba zapatos. Lo que resultó diferente fue la actitud mental de cada vendedor. Así nos sucede a todos en la vida diaria. Cada persona que -consciente o inconscientemente- aplica programaciones psíquicas negativas, tendrá marcadas tendencias a equivocarse constantemente y atravesar situaciones desagradables.

¿Cómo debe preceder una persona para comportarse positivamente en la vida diaria? Lo primero es tener en cuenta que vivir implica, inexorablemente, resolver dificultades. No hay que apostar a una posible existencia sin tener que resolver problemas. Una vez hace años, vino a consultarme un señor. Muy angustiado, me dijo lo siguiente: "Lo que yo les digo a mis hijos es que no me traigan problemas". El hombre era padre de dos varones adolescentes, y yo le respondí: "Entonces lo que usted me quiere decir es que ellos se mueran...". Naturalmente fue una ironía de mi parte. Solamente para hacerlo reaccionar, para que comprendiera que él había traído al mundo a sus dos hijos. ¿Cómo no iba a asumir la responsabilidad de ser padre, ahora, de dos adolescentes? Al decir "no me traigan problemas", los está programando psíquicamente para que busquen otro padre. No el real, sino -tal vez- uno imaginario.

Este hombre, trabajador y honrado, estaba disgregando -sin proponérselo conscientemente- a su familia. ¿Por qué? Por haber deseado que sus hijos adolescentes atravesaran ese difícil período de la vida sin comentarle sus inquietudes. ¿Cuántas veces se actúa de este modo en diversas circunstancias? Mi primer consejo es terminante: asuma responsabilidades y cuando se vea en un callejón sin salida recuerde que el momento más oscuro de la noche es un segundo antes de que comience a amanecer. Y algo más: no vacile en pedir ayudar a gente idónea cada vez que su mente le haga el juego engañoso de que está en un callejón sin salida. Siempre hay una salida. Siempre.

(*) Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social y magíster en Psicoanálisis.

 

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