En sus tiempos de universitario, en la capital cordobesa, veía pasar a la gente con caballetes, tableros, pinturas. Y eso lo llevó a inclinar sus estudios a las artes.
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En sus tiempos de universitario, en la capital cordobesa, veía pasar a la gente con caballetes, tableros, pinturas. Y eso lo llevó a inclinar sus estudios a las artes.
Fue militante del partido comunista, trabajó en otros rubros, vivió en Rosario, vino a Jujuy, estudió en el instituto Condorhuasi en Buenos Aires. Finalmente, hace 37 años se radicó en Jujuy.
¿Por qué decidiste hacerte ceramista?
En realidad, comencé estudiando artes plásticas en la Universidad de Córdoba, pero una de las docentes me dijo que tenía buena mano para la escultura, y así comencé a hacer algunas cosas.
¿Por qué elegiste Jujuy?
Por su pasado, por la riqueza cultural que encontramos aquí sobre la cultura indígena. Hoy puedo recorrer la provincia por mi rol de fiscalizador de artesanías y tengo la suerte de percibir ese vínculo con la naturaleza que existe.
En algún momento hablaste de la cerámica como mística: ¿A qué te referís con eso?
La cultura andina, indígena tiene una profunda conexión con lo filosófico, con el encuentro que se produce en nuestro interior, entre lo que sabemos, aprendemos y queremos mostrar. El arte de crear nos permite sacar el inconsciente. Tenemos mucho por decir a través de las obras.
¿Se puede abordar el ayer desde nuestro tiempo?
Totalmente. Pero hace falta conocerse, leer, descubrir, indagar. No me identifico con lo abstracto que se hace hoy. Vivimos en tiempos de la inmediatez. Hay que conectarse más con la historia indígena y crear desde ahí.
¿Cuál es la relación del ceramista con su horno? ¿Por qué el tuyo se llama Condorhuasi?
Aunque parezca increíble el horno capta nuestras energías, si no hay buenas vibraciones la horneada puede salir defectuosa, o rajarse alguna pieza, o que el horno no suba de temperatura y se estanque. Al fabricarlo nosotros mismos lo vamos conociendo cada vez mejor. El nombre Condorhuasi es por la cultura indígena que existía en Catamarca. Manejaban técnicas que jamás pudieron igualarse.
Michigan tiene una importante población indígena, que no desaparece a pesar del avance imperialista y Quito tiene similitud con nuestra región en cuanto a historia, técnicas, formas…
¿Cómo ves el futuro ceramista?
Hay que ser conscientes que no todo viene del supermercado. Que lo hecho no es lo más lindo o conveniente. Desde ese concepto generar obras que quizás no se conviertan en productos. Hoy se hace lo que se vende y ahí se pierde la profundidad cultural. Hay dos tipos de cerámica, la que se hace para el mercado, la moda, lo que se vende al gusto del público, y la otra más profunda, esotérica, vinculada a culturas milenarias, que se trasmite de boca en boca, que no se adapta a influencias estéticas del eje EEUU y Europa.
¿De qué se trata "Mundos Recuperados"?
"Mundos recuperados" lo bautizó un poeta al ver una de mis muestras, y me lo regaló en forma de poema. Se adapta justamente a mis intenciones estéticas.
Hay obras anteriores y otras creadas recientemente para la Bienal de Quito.
Se puede visitar hasta el 20 de septiembre en el hall de la Casa de Gobierno.