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“Gracias a Dios al año pude recuperar la motricidad”

Ramón Idalgo tenía 33 años cuando un ACV lo dejó sin movimientos y habla. Apoyado en la fe y terapias salió adelante.
Miércoles, 07 de septiembre de 2022 01:00

Un inesperado accidente cerebro vascular (ACV) marcó la vida de Ramón Idalgo a los 33 años. Lo dejó inconsciente y despertó sin poder moverse ni hablar. Un año de terapias de rehabilitación le significó poder comenzar a ingerir alimentos, reaprender el habla y volver a caminar, y se fue recuperando fortalecido por la fe. Luego volvió a estudiar y retomó su labor de músico, y continúa tocando su saxofón, agradecido a su familia de la que sigue rodeado.

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Un inesperado accidente cerebro vascular (ACV) marcó la vida de Ramón Idalgo a los 33 años. Lo dejó inconsciente y despertó sin poder moverse ni hablar. Un año de terapias de rehabilitación le significó poder comenzar a ingerir alimentos, reaprender el habla y volver a caminar, y se fue recuperando fortalecido por la fe. Luego volvió a estudiar y retomó su labor de músico, y continúa tocando su saxofón, agradecido a su familia de la que sigue rodeado.

 

Es importante tratar los ataques cerebro vasculares (ACV) lo antes posible, porque eso determinará el tipo de abordaje.

 

"En 1993 tuve un ACV y quedé en coma 4, con pérdida total de conciencia, como un vegetal. Por supuesto yo ni me hubiera enterado que estaba enfermo", recordó Ramón Idalgo. Es músico y reconoce que pocos podrían volver a serlo luego de un suceso tan grave de salud como el que tuvo a los 33 años, y que detonó una hipertensión arterial que desconocía tener.

El ACV le sobrevino durante una visita a su madre en Maimará, mientras dormía, ya que se quedó tras suspender una presentación porque había perdido a su padre hace un mes. "Sentía un fuerte dolor de cabeza, indescriptible, y pensaba que codeando, hablando, gritando me escucharían; vomité espuma y nadie me escuchaba, todo pasaba en mi mente hasta que despertaron y me llevaron al hospital", relató. Estaba internado cuando quedó inconsciente y lo tuvieron viernes, sábado, domingo y recién el lunes lo trajeron al "Pablo Soria" porque no sabían qué era.

Lo llevaron luego a una clínica de calle Otero y a Buenos Aires para un estudio de alta complejidad, que no estaba disponible por entonces en Jujuy. Allá le diagnosticaron un ACV isquémico, situación que supo después, porque pasó un mes inconsciente y quedó con el cuerpo paralizado.

"Anduve en silla de ruedas, en cama, con suero y demás. Empecé con fisioterapia, después a foniatría, hice tratamiento a full, pero en un momento uno se cansa, quiere tirar la toalla, porque parecía imposible revertirlo, uno se siente como una escoria", relató. Es que sentía que tenía una vida con la música, actuando con su saxofón en una orquesta, además de familia con hijos, y al verse así, con problemas económicos por su salud, sentía que todo se derrumbaba. Le era difícil afrontar todas sus limitaciones en sus funciones, dependencia absoluta que le generaba frustración, por lo que -según reconoció- en dos ocasiones pensó en quitarse la vida.

"Perdí el habla, no podía comer, era como un bebé cuando comencé, con papilla licuada hasta lograr fortalecer los músculos de la cara. Hay músculos que tenía que reeducar para poder hablar, tampoco podía escribir porque no tenía movimientos finos, y no podía caminar, tuve que empezar de cero a cada paso a los 33 años", enumeró Idalgo. Además se le dificultaba leer, hasta escuchar música porque lo perturbaba, e incluso no podía sostener una cuchara ni un vaso.

Luego de un año y con terapia ocupacional comenzó a mejorar, aunque aún resultaba inalcanzable la posibilidad de volver a la música. Pero finalmente lo hizo.

PASIÓN | RAMÓN IDALGO, EN UN SHOW, CON SU SAXOFÓN.

Valora por eso la labor del equipo médico, el médico Waizer, la fonoaudióloga y el fisioterapeuta, además de su esposa y sus hijos que lo contuvieron, como también sus hermanos y su madre. Destacó que su entorno familiar fue clave en su recuperación, aunque reconoce que hay cosas que no entienden a veces porque es difícil ponerse en su lugar.

Volvió a su saxofón

"Gracias a Dios al año recuperé la parte motricidad", y poco después comenzó a recuperar algunas funciones. En el 2000, luego de siete años, se dedicó a "reestudiar" la música, su instrumento" que abordaba casi como musicoterapia, de modo que se fue recuperando hasta que logró dedicarse a la actividad que le gusta, y esta vez decidió lanzarse como solista, dejando atrás su antigua modalidad de trabajo junto algún grupo u orquesta.

"En la parte espiritual me acerqué mucho a Dios", aseguró, y dijo que cambió el concepto místico que tenía al respecto, y cree que fue asistido en lo físico y espiritual, que le sumaron más allá de la asistencia médica. "Anduve buscando soluciones por todos lados, no quiere decir que está mal, así somos los humanos. Me dije pruebo con lo espiritual y funcionó. Gracias a Dios quedé restablecido", expresó el músico.

Planteó que está bien actualmente, trata de cuidarse con la medicación preventiva para la presión, y por indicación trata de ser prudente en lo afectivo y emocional. "Empecé a tenerme respeto, amor propio, dignidad. Empecé a respetar mis tiempos, la altura, cuando hay viento norte trato de no hacer actividades, pero luego estoy normal", agregó.

Hoy disfruta del afecto de sus seis hijos, los menores son Isaac, Gabriel, Ángela y Benjamín de 23 años, mientras que los mayores son los mellizos Juan Ramón y Juan Manuel, hoy de 37 años. Y agradeció a Daniel y su exesposa Matilde, quienes lo cuidaron en su momento.

El ACV isquémico y sus síntomas

Un ataque cerebral puede ser isquémico o hemorrágico. El isquémico es más común. En general es causado por un coágulo sanguíneo que blo‑ quea o tapa un vaso sanguíneo en el cerebro, que evita que la sangre fluya hacia este órgano. En cuestión de minutos las cé‑ lulas del cerebro comienzan a morir. Otra causa es la esteno‑ sis o estrechamiento arterial. Los ataques isquémicos transi‑ torios se producen cuando la sangre no llega al cerebro por unos instantes, puede signifi‑ car que está en riesgo de sufrir un derrame cerebral más gra‑ ve.

Los síntomas de un derrame cerebral son repentinos, entu‑ mecimiento o debilidad de la cara, brazo o pierna, especial‑ mente en un lado del cuerpo, confusión, dificultad para ha‑ blar o entender, dificultad pa‑ ra ver con uno o ambos ojos, problemas para caminar, ma‑ reos, pérdida de equilibrio o coordinación, y dolor de cabe‑ za severo sin causa.