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"Por el imaginario popular, la gente teme a los cementerios"

Gustavo Valdez y Rodrigo Chuquisaca hablaron del oficio del panteonero, anécdotas y dichos populares.
Martes, 24 de enero de 2023 01:04

"Ser personal de servicio o panteoneros, como se le decía antiguamente, no es una tarea fácil, es siempre tener la muerte entre las manos, vivir la experiencia del duelo a diario y frente a esa realidad no se puede ser insensible", afirmaron a El Tribuno de Jujuy Gustavo Favio Valdez y Rodrigo Chuquisaca, quienes trabajan en el Cementerio Del Rosario

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"Ser personal de servicio o panteoneros, como se le decía antiguamente, no es una tarea fácil, es siempre tener la muerte entre las manos, vivir la experiencia del duelo a diario y frente a esa realidad no se puede ser insensible", afirmaron a El Tribuno de Jujuy Gustavo Favio Valdez y Rodrigo Chuquisaca, quienes trabajan en el Cementerio Del Rosario

"Nosotros somos los encargados de realizar las sepulturas en los cementerios; también realizamos exhumaciones, cierre de bóvedas, limpieza y pintado. Una difícil tarea que se mantiene vigente y es parte de nuestra tradición", dijeron.

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Gustavo Valdez ingresó a ese trabajo a los 21 años, hace de eso ya treinta. "Mis padres eran viejitos y en mi casa había necesidades económicas que hicieron que yo ingrese a trabajar al cementerio, sin pensar demasiado", afirmó el trabajador a la pregunta de cómo pudo adaptarse a una labor que tiene demasiados cuentos, leyendas, relatos.

Rodrigo Chuquisaca recordó que llegó al cementerio acompañando a su jefe, que al ser trasladado lo llevó con él a trabajar en este lugar, formando parte de su equipo.

"Yo ya estuve en todos los turnos y jamás escuché nada ni vi nada que sea sobrenatural –aseguró Chuquisaca-. Aquí nosotros 'tenemos una espina en el pie' y es un 'tipo' que entra a robar y que todos conocen, entre ellos la policía, pero no sabemos cómo hace para estar afuera. Sabemos que lo detienen pero a los dos días como máximo lo largan, y viene y nos amenaza, nos acosa y por supuesto sigue robando" remarcó.

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"A veces sí yo he sentido algún ruido, pero aquí hay que tenerle miedo a los vivos no a los muertos –aclaró Valdez-, ya que eso que dice la gente forma parte del imaginario popular, son solamente leyendas urbanas", agregó.

Al pedirle que relaten sobre los peores momentos vividos en ese lugar, indicaron que "durante la pandemia se vivieron episodios realmente desgarradores, ya que la gente no sabía a quién estaba enterrando, sabía que lo habían internado y al fallecer no lo podían ver más. El hospital los colocaba en una bolsa y la empresa fúnebre por seguridad les ponía dos bolsas más, y de ahí al cajón, sumado que a los deudos, solamente dos personas, no les permitían ni siquiera que se acerquen por razones de seguridad", señalaron en medio de las bromas de sus compañeros.

Agregaron compungidos que en esa época de pandemia "realizábamos entre 6 y 7 sepelios por día, pero en una oportunidad fueron 11 los que tuvimos que realizar y realmente era muy triste, especialmente porque los deudos no podían acompañar a sus familiares, rezarles, despedirse como se suele hacer aquí en Jujuy".

Coincidentemente tanto Valdez como Chuquisaca, al recordar hechos que los conmovieron, señalaron que fueron protagonizados por dos vecinos del barrio Mariano Moreno, en diferentes oportunidades.

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"En mi caso –indicó Valdez- hace muchos años falleció una señora que era dueña de un pesebre en su barrio y al producirse el entierro fue acompañada de cientos de músicos de todas las edades, desde pequeños niños de 4 años hasta hombres muy mayores, quienes además de entonar villancicos lloraban con profundo dolor y angustia la partida de una mujer que siempre los había acompañado de diferentes maneras".

"Yo que hace muy poco tiempo que trabajo aquí –señaló Rodrigo Chuquisaca- me conmovió muchísimo el entierro de un señor del mismo barrio que fue acompañado de cientos de personas, quienes al momento de la despedida se referían muy agradecidas a la inmensa labor solidaria que había desarrollado a lo largo de su vida, ayudando a personas enfermas, a quienes llegaban a San Salvador de Jujuy desde el interior y que eran acogidas en su vivienda donde les brindaba comida, una cama, albergue, protección, hasta que pudieran salir adelante".

Finalmente remarcaron: "nuestra tarea no es fácil, tenemos que contener a la familia, el dolor siempre es mucho", acotando que "cuando realizamos la 'reducción', que es sacar después de muchos años el cuerpo y ponerlo en bolsas o urnas, nos demanda estar preparados".

Gustavo Valdez se despidió relatando su peor experiencia. "En una oportunidad acompañé a tres personas, familiares del fallecido a enterrarlo y cuando les pregunté si se despedirían o realizarían una oración, de muy mala gana me dijeron que nada de eso, que lo ponga en la tumba y que la cierre rápidamente, porque tenían mucho que hacer".

 

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