Qué complejo y dinámico es mirar la vida con el alma

"Me gusta caminar bajo la lluvia porque nadie puede ver mis lágrimas". Charles Chaplin.

"Me gusta caminar bajo la lluvia porque nadie puede ver mis lágrimas". Charles Chaplin.

Es que en algún momento y espacio el cielo que oculto nos acompaña, se abre a su sentir, como reclamando el derecho a manifestarse y exteriorizar lo que el alma apasionada y silenciosa denuncia.

Tantas veces ocurre, como razones se acumulan en la profundidad de cada ser. Es difícil cuantificar la experiencia, pero, es agua que se escurre y cruza bajo el puente sin confesar adónde va a morir.

Al final, no es más que una nube que agotada desfallece y en su adiós se convierte en cortina de rocío sobre raído pañuelo. Todo depende de cómo se percibe y el estado de ánimo que cae sobre el patio de los sentimientos. Por eso este breve relato.

Año 2020 Yala, Jujuy, finaliza el verano. Las gotas de lluvia con su golpetear en el tejado y el viento suave lamiendo las ventanas me prolongan ensimismado a un camino desconocido... y voy. Acongojado, pero voy. En realidad van mis desasosegados pensamientos. Mientras yo, en este mundo de ausencias me recojo nostálgico viajando entre nogales.

Algo me empuja a orillar la distancia, y sin proponerme, confundo murmullos que buenamente buscan encontrar la calma. Pero no. Nada parece despertar, indiferentes el silencio y la lluvia son dueños del gris que envuelve todos los rincones.

No tengo otra opción, debo continuar tras el lánguido camino de mi sombra cada vez más difusa; y sospecho si esto no es toda imaginación. Entonces, desconocidos fantasmas me asedian.

¿Seré yo quien resiste vivencias en el confuso corredor de penumbras? Es complejo, pero aun así no cederé, no me asustan los extintos rumores del otoño. Seguiré como un roble plantado en medio del desierto. Algunas hojas moribundas despiertan, sin fuerzas, sin el optimismo necesario para espiar adonde se escondió la vida, o que intenta contar la brisa en medio de tan basto tránsito.

Nada escapa ni se pierde, solo cambia de perfil acosado por las horas en medio de un escenario donde las tinieblas o las luces la encienden. O bien obnubilado me ausento y sin pensarlo ni quererlo me introduzco en el confín de sus alas.

íNo lo sé!

Mientras, el tiempo, ícuándo no!, pasa murmurando. Es que no es tan sencillo creer, pero mis sosegadas ganas me confiesan mensajes recogidos en aterradoras noches de luna y lluvia que a pesar de todo íalguien me ama!

Entonces sigo, porque el camino continúa sin pausa en la constante ligera del anónimo pasar. Ese detalle me agobia. ¿Cómo puede el mundo ignorar tan magnífica obra de Dios y sus manos de orfebre?

Y repito. "Me gusta caminar bajo la lluvia porque nadie puede ver mis lágrimas". Cuantos sentimientos encerrados en la fina garúa de mi parque yaleño. Pero, así es la vida en todo y cada uno de sus libretos, detenerse a reflexionar ofrece enormes ventajas, porque ella en sí es tan rica que puede solo en la lluvia dar argumentos a pintores, naturalistas, poetas, y todo amante del romántico arte de vivir atento a las emociones en el inmaculado manto de la existencia.

Bella lluvia de mil inventarios, déjame gozarte y soñar hasta donde indefectible el telón caiga señalando el acto final.

Oh, mi Dios!, qué complejo y dinámico es mirar la vida con el alma.