Desde sus comienzos, la festividad del carnaval en San Pedro de Jujuy, ha tenido un matiz particular que atrae a propios y extraños, convirtiendo a sus Corsos, en los más atractivos y convocantes no solo de la provincia de Jujuy, sino también del noroeste argentino.
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Desde sus comienzos, la festividad del carnaval en San Pedro de Jujuy, ha tenido un matiz particular que atrae a propios y extraños, convirtiendo a sus Corsos, en los más atractivos y convocantes no solo de la provincia de Jujuy, sino también del noroeste argentino.
La esencia fundacional de ser un espacio de expresión de la danza, el canto y las tradiciones, se mantiene intacta a lo largo del tiempo y hoy parece haber ampliado su llegada más allá de las fronteras del territorio jujeño. No existe en el noroeste argentino, durante el mes de febrero, un espectáculo popular multitudinario tan magnífico como el Corso de San Pedro de Jujuy. Un circuito donde noche a noche, se mezclan costumbres y tradiciones de dos pueblos más que influyentes en la identidad del sampedreño, como son El Guaraní y El Kolla. En el aire se perciben, mezclado con el talco y la albahaca, los sonidos del pingullo, la caja y la quena. Al ritmo del Pim Pim la "Tía Modesta" lanza su grito desgarrador y a la vez tan esperado, como el preámbulo de que ha llegado un tiempo de alegría y gozo para sus hermanos de la perla del ramal.
Esa misma energía positiva que traen al circuito, desde hace décadas, las comparsas autóctonas, y que invitan a bailar carnavalito, entreverados con los diablos que andan sueltos en la ciudad.
El Corso de San Pedro, es esto y mucho más. La influencia indígena, también se extiende a la herencia de nuestros hermanos bolivianos, reflejados en los Thinkus, las Sayas y los caporales, dos danzas que en el último tiempo han cobrado una cabal importancia en el desarrollo de esta tradicional fiesta jujeña. En este crisol de razas carnestolendo, se suman las comparsas indígenas, que representan a los pueblos originarios de Latinoamérica y que en cada una de sus presentaciones manifiestan la relación del hombre con la naturaleza, impresa en sus trajes y gigantes mascarones. Los carnavales litoraleños, también son parte del sincretismo cultural de los corsos en el ramal. Y son las comparsas artísticas quienes ponen el brillo especial a las noches de corso. Grandes y ostentosas batucadas, cada una con su estilo particular, influencia del afro-uruguayo o del samba brasilero. Trajes lujosos y bien trabajados, al mejor estilo Gualeguaychú y Corrientes, pero con una impronta propia que los distingue de otras comparsas artísticas del país.
La presencia de las pasistas, su belleza y agilidad al bailar, han logrado captar la atención de todos aquellos que han tenido la posibilidad de conocer los corsos de San Pedro. Un papel que ha crecido aceleradamente y que obliga a las jovencitas a capacitarse y esforzarse por hacer de su participación una verdadera obra de arte. El corso de San Pedro son las carrozas, los disfraces individuales y humorísticos, su gente, La Plaza llena, puestos de comidas humeantes, el chori en la vereda o la familia en la confitería y las tribunas. La nieve, el talco y la pintura en los tradicionales bailes de carnaval.
Febrero es y será siempre carnaval en San Pedro de Jujuy. Por eso, desde afuera muchos miran el calendario y anotan en su agenda los corsos del ramal, como una de las alternativas más interesantes que ofrece turísticamente Jujuy. A pesar de los cambios, de las críticas, los errores y aciertos, el corso sigue en pie. Y en este punto es innegable que la participación de los artistas es central. Afortunadamente, esto se renueva y se acomoda al paso del tiempo.
De esta manera, generaciones de jujeños y argentinos, podrán seguir disfrutando de una fiesta que está en pleno ascenso. No pierdas el tiempo. San Pedro, te espera.