Con la esperanza puesta en un corazón fortalecido y el espíritu de no dejarse vencer, Gala Martínez disfruta de una vida plena, rodeada del amor incondicional de su madre.
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Con la esperanza puesta en un corazón fortalecido y el espíritu de no dejarse vencer, Gala Martínez disfruta de una vida plena, rodeada del amor incondicional de su madre.
Para esta campeona de la vida, cada momento es importante y vivido al máximo, porque salió victoriosa ante obstáculos que fueron presentándose en torno a su salud. "Era una bebé muy esperada", dijo Mariela Martínez, la madre de esta joven que es un milagro vivo.
"En el medio del embarazo, se complicó por la falta de oxígeno y un paro cardiorespiratorio que derivó en una lesión cerebral", recordó. "Al tenerla, fue muy dramático ya que estuvo internada dos meses, la primera semana muy grave. El padre de la basílica San Francisco le ofreció la extrema unción porque el médico dijo que no pasaba de ese día", contó Martínez sobre esta etapa que atravesó digna como mamá primeriza.
"Tuve que aprender a estar pendiente de ella para su bienestar", dijo. Y es que su hija no podía sostener por sí misma su cuerpo.
"Todo era flácido, al tener sonda nasogástrica, recién a los seis meses yo la podía alimentar por la boca", relató Martínez, quien jamás se dejó caer y junto al trabajo de una fonoaudióloga, logró que la fragilidad de su pequeña empezara a equilibrarse gracias a la alimentación con comida sólida.
Entonces, las sesiones de fisioterapia fueron de gran ayuda, así como la hidroterapia, pero fundamentalmente por el acompañamiento de los padres de Mariela, a quienes ella agradece hasta el día de hoy.
"Cuando ella era bebé, no toleraba que la alcen", recordó quien desde el primer momento dio participación a su hija en cualquier actividad para no caer en la acción de ocultarla. "He visto a papás de niños con síndrome de Down, que los esconden y no me parece porque ellos necesitan expresarse y mostrarse", reflexionó.
Durante el primer año de vida, Gala no llegó a sentarse sola, pero aún así ni ella, ni su madre se dieron por vencidas. Y con el amor como soporte universal, la rehabilitación llegó a través del reacondicionamiento de un coche. Así, la firmeza de su cuerpo se fue notando con el tiempo, porque su diagnóstico fue de retraso madurativo. Ya en la asociación "Todos Juntos", Gala tuvo asistencia de la "seño" Angie. "Ella fue fundamental porque gracias a su trabajo de estimulación que reforzamos en la casa, mi hija fue progresando", indicó Mariela que, motivada por esta evolución, decidió buscar un nuevo espacio de contención pero, le dijeron que su hija no lo iba a poder hacer por preferir la comodidad de una silla de ruedas. "No me quedé con esa idea y di con videos de otras personas que se superan utilizando otras herramientas y encontré que un andador de aluminio podía ayudar".
Con el tiempo, la posibilidad de usar bastones canadienses fue más fuerte y por eso hoy Gala se siente feliz debido a su sorprendente evolución a nivel físico y emocional. "Es muy sociable y participa de muchas actividades. Me siento muy contenta por ella. El estar en un grupo de contención y donde todas son personas que se unen para mejorar su calidad de vida es hermoso", expresó esta madre orgullosa de acompañar a Gala al parque Xibi - Xibi para ser parte de jornadas de intercambio y danza donde se generan lazos de conexión que hoy hacen de su vida, una inmensa historia donde demuestra que a pesar de los obstáculos; llegar a superarse, es posible.