Las ollas populares del merendero y comedor "Estrellita" no cesan de llevar el alimento a un centenar de personas, entre niños y adultos, en el barrio La Rivera-Remanente 2 de las 150 Hectáreas en Alto Comedero. Los escasos recursos de una zona vulnerable se hicieron notar desde la creación de este sector barrial y es por ello que la idea de crear un espacio de servicio comunitario y contención se hizo más fuerte en la mente de Jorgelina Costilla, una mujer que inició el camino de la solidaridad en el año 2018.
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Las ollas populares del merendero y comedor "Estrellita" no cesan de llevar el alimento a un centenar de personas, entre niños y adultos, en el barrio La Rivera-Remanente 2 de las 150 Hectáreas en Alto Comedero. Los escasos recursos de una zona vulnerable se hicieron notar desde la creación de este sector barrial y es por ello que la idea de crear un espacio de servicio comunitario y contención se hizo más fuerte en la mente de Jorgelina Costilla, una mujer que inició el camino de la solidaridad en el año 2018.
Contando con los ingredientes justos pero con la voluntad en grandes cantidades, esta jujeña se enfrentó a la adversidad y logró salir adelante con un proyecto de ayuda a las personas que más lo necesitan.
"Empezamos con poquito pero las personas aquí vinieron enseguida, porque se veía la condición de vida que llevaban, entonces una forma de acompañar era dando la merienda", explicó Costilla, la encargada de este lugar que alberga esperanzas.
Y es que los primeros tiempos fueron difíciles pero enriquecedores desde todo punto de vista. El mate, el té, el arroz con leche o el anchi eran elaborados por esfuerzo comunal con base en lo esencial que era dar, para recibir a cambio, las sonrisas más sinceras.
Hoy esa postal se repite, renovándose con cada familia que a través del tiempo se sumó y la importante intervención de los colaboradores que no faltan en esta suerte de compromiso considerado especial.
"Antes hacíamos mazamorra para el 9 de julio, o la semana del 23 de agosto las tortas fritas. Para el Día del Niño les hacíamos chocolatada y cositas dulces, porque para ellos son días muy lindos", contó Costilla todavía emocionada porque una apuesta para el mejor porvenir de los niños que alimenta se escuchó y fue la oportunidad adecuada que le permitió para abrir las puertas de un comedor en el mismo espacio.
La iniciativa surgió los primeros días del mes en curso y fue un acontecimiento que unió más a los integrantes del equipo que ayuda a Costilla. "Con dieciocho personas preparamos la comida con cariño. Desde la fundación 'Arena' recibimos -para empezar- donaciones de ingredientes y preparamos pollo en salsa con arroz y guiso de fideos, todo bien cocinadito", indicó sobre esta labor que se concreta los miércoles y viernes al mediodía.
Dos ollas de cien litros cada una se alinearán sobre el fuego puesto en la leña para brindar el plato de sustancia de aquí en adelante. Y este nuevo rumbo del merendero entusiasma a su referente, que encuentra en la tarea cotidiana, la alegría y el empuje para seguir conteniendo a los niños y ofrecerles, además, nuevas alternativas desde la recreación. "Con el merendero tratamos de darles el sustento, pero también vimos que hay mucho vicio en el barrio, quisimos hacer más por los chicos e inauguramos una canchita de fútbol en 2019", expresó. Servir a los que harán el futuro de la sociedad es fundamental para la encargada del merendero y comedor. El objetivo es, entonces, llevar adelante esta actividad, de manera seria con una identidad que lo defina.
"Por la tarde, hacemos que los chicos y las madres realicen manualidades en porcelana, en cartón o grabado en madera, tejido y costura. Cuando es el Día de la Madre, preparamos una exposición para que se vendan sus trabajos", relató Costilla, feliz de hacer que cien personas tengan a disposición un lugar real con el don de asistir para favorecer su bienestar como seres humanos, desde la solidaridad.