Saber traducir emociones en canciones es una habilidad fascinante, crear música original es sencillamente sorprendente para los que no cuentan con esa exquisita destreza y Alejandro Sanz, en esta área, sin duda es el maestro. Sus estupendas composiciones, esas que lanzó al viento a lo largo de sus tres décadas de trayectoria, hoy forman parte de la historia de sus miles de seguidores alrededor del mundo y mágicamente, como de arcilla, se amoldan a los devenires de aquellas existencias que lo acompañaron fervorosamente a lo largo del tiempo.
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Saber traducir emociones en canciones es una habilidad fascinante, crear música original es sencillamente sorprendente para los que no cuentan con esa exquisita destreza y Alejandro Sanz, en esta área, sin duda es el maestro. Sus estupendas composiciones, esas que lanzó al viento a lo largo de sus tres décadas de trayectoria, hoy forman parte de la historia de sus miles de seguidores alrededor del mundo y mágicamente, como de arcilla, se amoldan a los devenires de aquellas existencias que lo acompañaron fervorosamente a lo largo del tiempo.
Y fue con ese mismo fervor con el que siguieron sus fans cada uno de sus temas el lunes pasado durante el recital que el madrileño ofreció en la Plaza de la Música de la ciudad de Córdoba. El Tribuno de Jujuy fue parte de la maravillosa velada.
Así, en el primero de la serie de conciertos que tiene previstos en el país, su poesía y su singular voz rasgada fueron ovacionadas por miles de almas anhelantes que aguardaron ese momento por años, teniendo en cuenta que su última visita a "La Docta" fue en 2016.
Y su primera interpretación, enérgica y contundente, fue "No es lo mismo", tema vehemente que trasciende su lado romántico para dar paso a su inconformismo político. Luego fue el turno de "Lo que fui es lo que soy", toda una definición de personalidad que blandió a los 23 años en su primer disco y que hoy mantiene.
"Deja que te bese", popular éxito que interpretara con Mark Anthony, puso al público a bailar para luego continuar con una seguidilla encantadora integrada por "El alma al aire", "Regálame la silla donde te esperé" y "Hoy llueve, hoy duele", una oleada dulce que trae a la superficie recuerdos, algunos sumergidos, otros recientes.
Siguió la sublime "Desde cuándo", inspiración para no cejar y adentrarnos en el sinuoso camino que conduce al amor. Y después el ritmo colmó la escena con "Labana" y "La rosa", dedicadas a Cuba.
Con años de sostenida vigencia en el mundo de la música, Sanz posee innumerables éxitos y los medley -aunque con sabor a poco- sirvieron para revolver las emociones y reseñar su impecable carrera profesional. Así, entre esos hits se escucharon "Amiga mía", "He sido tan feliz contigo", "Hay un universo de pequeñas cosas", canciones que evocamos como si las oyéramos en un discman. Y siguieron "Mi soledad y yo", "Y, ¿Si fuera ella?", "Ese último momento", "Siempre es de noche", deliciosas composiciones que sublevan el espíritu y hacen vibrar fibras íntimas por su profunda carga romántica, nostálgica, esperanzadora y humana.
Y el repertorio con el que el madrileño deleitó en Córdoba incluyó también su más reciente disco titulado "Sanz" del que extrajo "Iba" sobre un cariño tormentoso para dar lugar luego a la magnífica interpretación de la canción "Cuando nadie me ve" cuya intuitiva lírica atraviesa el subconsciente y deja expuesta la complejidad de las emociones y lo mortificante que a veces puede resultar expresarlas.
Otro momento alto del espectáculo se vivió cuando el músico, guitarra en mano, cantó la inoxidable "Corazón partío", un himno para las almas destrozadas por el desamor. Y otro inolvidable instante tuvo que ver con la versión que el español brindó del tema "Contigo", de Joaquín Sabina para los que no se conforman con la rutina y aspiran a vivir relaciones que sacudan los cimientos del ser.
Ya ingresando a los tramos finales de su fantástica presentación, el artista desplegó una encendida interpretación acústica de "Viviendo de prisa", uno de sus primeros grandes éxitos, que desde 1991 nos recomienda transitar por el mundo con un ritmo más pausado para apreciar lo que realmente importa.
Y la intensa experiencia de Sanz en vivo culminó con el sentido clásico "¿Lo ves?". Su melodía inconfundible, por su cadencia y suavidad, se elevó sobrecogedora desde un piano plateado ubicado en el centro del escenario, para humedecer los ojos de las admiradoras más sensibles que comprenden que a veces -como esgrime el tema- el cariño no es suficiente en una pareja.
Alejandro Sanz convierte sencillos detalles en resplandeciente versos, materializa momentos simples en letras centelleantes y canta con ímpetu y entrega y es así que su singular arte lo convierte en un músico único, que a sus 54 años, a fuerza de talento y carisma sigue vigente, así como continúa intacta la admiración que le profesa su gente.