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14 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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“Me interesa explorar de qué manera podemos acercar los antagonismos”

El artista tucumano es el ganador del Gran Premio NOA, categoría que se incorporó este año en el Premio Ledesma de Artes Visuales. La obra con la que ganó está realizada en plegado de papel y se titula “Oda a las socas”. Hablamos de su camino, desde la disciplina hasta sus inspiraciones.
Sabado, 01 de julio de 2023 00:57

El creador desnuda su experiencia en una charla con nuestro diario, donde recorremos desde su pasión por la música y el poder de esta como terapia, hasta su llegada a los plegados, en busca de una sanación personal.

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El creador desnuda su experiencia en una charla con nuestro diario, donde recorremos desde su pasión por la música y el poder de esta como terapia, hasta su llegada a los plegados, en busca de una sanación personal.

Por otra parte, es profesional de la administración de empresas, y todos estos aspectos, en su caso, apuntalan un camino creativo realmente rico, firme y convincente.

Original y reflexivo, se expresa coherentemente en sus propuestas, tanto en la muestra "Ouróboros", que montó en noviembre del año pasado en la Galería Vitriol, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba), donde desplegó una intervención de arte inmersivo; como en la obra que reinó en la última convocatoria del Premio Ledesma, "Oda a las socas".

Lo que presentó en este salón es un cuadro hecho de papel verde, "pintado por la luz", como él describe la creación de los plegados, y que alude a una de las etapas de la caña de azúcar, y la relaciona con la capacidad humana de renacer.

¿Hace cuánto que hacés este arte de los plegados?

El arte de los plegados lo comencé hace como quince años, pero hace cinco que estoy muy inmerso en las artes visuales, porque antes estaba más dedicado al arte más sonoro.

Sí porque además sos músico...

Sí, soy músico, percusionista y terapeuta sonoro. Hice un recorrido no convencional, paralelamente a mi camino artístico que fue autodidacta. Estuve muy metido en la meditación, el yoga y en las terapias de sonido y eso lo fui volcando en mi obra.

Había decidido darle más tiempo a lo audiovisual y mostrarlo, pero hasta ese momento no había encontrado la forma.

Eso empezó a tomar más protagonismo, y yo me empecé a formar. La pandemia me ayudó mucho a eso. Pude formarme mucho en las artes visuales, en los conceptos del arte contemporáneo, sobre todo, que era algo que yo no tenía incorporado, porque no tengo formación de la Facultad de Arte. Mi educación formal es la administración de empresas, que además me sirve muchísimo para la gestión, pero estaba como rengo de la otra parte. Así hice una formación sui generi y autodidacta en artes.

¿Y por qué elegiste la disciplina del plegado?

Fue azaroso. En ese entonces había tenido un pico de estrés, y estaba buscando diferentes herramientas que me ayuden. Encontré un libro de origami, un día agarré un papel y empecé a plegar, a los cinco minutos me di cuenta de que algo pasaba en mí cuando yo hacía eso, y lo tomé como una rutina.

Tuve el deseo de explorar cada vez más, y me perfeccioné en esta técnica, en un momento en que no había explotado internet, y todo se lograba con libros. Se despierta en mí, una búsqueda estética y el diseño. El plegado me permitía llegar a ciertas abstracciones que me interesaban. Después me di cuenta también de que la geometría en sí misma me producía algo muy fabuloso a nivel incluso emocional. El plegado resultó una herramienta muy poderosa en ese bienestar nuevo que había. Junto al yoga, la meditación y la terapia del sonido, el origami era como la cuarta pata.

Como todo ciclo se va agotando y entonces empecé a explorar la escala, porque el origami te remite siempre a tamaños pequeños que entran en tus manos. A mí me empezó a rebotar en la cabeza la pregunta de qué pasaba si vos con tu cuerpo te metías dentro de esa geometría, y cómo esa geometría podía modificarte. Empecé a investigar entonces las dimensiones del papel, y hasta qué tamaño podría permitirme armar.

¿El plegado en grandes tamaños ya es una disciplina en sí, o fue una incursión tuya?

Es difícil decir que nadie más lo hace en el mundo, pero creo que el abordaje que yo le doy es diferente.

¿Cuándo lo empezaste a mostrar?

Cuando me desafié a diferentes trabajos que hice en escala grande, a veces para algunos clientes, porque yo ya había expandido propuestas para eventos específicos, para turismo, para el Instituto de Desarrollo Productivo, la Cámara del Vino, etc. Empecé a hacer proyectos donde las grandes dimensiones del papel, eran protagonistas.

Después de eso, vino la pandemia, y en ese tiempo trabajé esta obra más de relieve, objetual, que te refiere más a un cuadro, como el que ganó en el Premio Ledesma. Siempre desde la abstracción y desde lo geométrico.

Plegados curvos, luces y sombras

¿Y cuál es tu particularidad?

También hago algo que no está reflejado en esta obra que mostré, que son los plegados curvos. En mis redes los estoy mostrando.

Esa sí es una particularidad, eso es algo más específico todavía que la escala. No he visto que se trabaje mucho esto.

Lo interesante de mi obra también es que si bien tiene un trasfondo pictórico, la que pinta es la luz, que se posa en el relieve y aparecen los matices, las luces y sombras. Yo trabajo mucho con la idea de la dualidad, de la luz y la oscuridad, y cuando se unen, aparece un tercer estadío no polarizado que integra los opuestos. Ese es el lugar adonde yo apunto mi trabajo. Me interesa explorar, de qué manera podemos acercar los antagonismos, ver cómo conviven en un mismo espacio. Cómo hacemos para que empiecen a interactuar y enriquecerse.

También, abordo el tema de la luz como un concepto más sutil, espiritual. Y la sombra como lo no dicho, lo oculto que puja por salir. Muchas veces lo estamos reprimiendo, negando, y la sombra intenta simplemente expresarse.

Cuando hablamos de ficción y realidad en el arte, pienso en que, en tu caso, tu búsqueda en la creación es tu sanación. ¿Cuánto de tu personalidad y de tu sanación hay en la obra terminada? ¿O logras a una obra más genérica, basada en tu camino?

Un poco las dos. Primero porque es muy difícil que la obra pueda separarse del artista. En la obra vas a ver lo que al artista le está pasando, no necesariamente de manera literal.

Lo interesante es cuando esa obra impregnada del artista resuena en alguien de afuera para cerrar el círculo. La obra se completa cuando hay alguien que la puede ver. Ahí se termina de armar. Quien la recibe termina de darle el significado.

Y siempre está abierto a que aparezcan otras cosas, que tiene que ver con la mirada del espectador.

¿Qué sentido le das, en tu vida y en tu arte, al círculo, y a la vez el concepto de no temer al cambio?

En todas las culturas, el círculo aparece de una manera u otra. Las personas que se sientan en círculo a conversar, las ruedas de sanación, etc. El "Ouróboros" te la idea del Ave Fénix, en el sentido de ese ser que renace después de todas las adversidades, que se devora a sí mismo, pero que en realidad está haciendo una especie de compost interno para volver a nacer.

A la vez también la idea de circularidad, donde la serpiente se come la cola, muchas veces nos remite a cierta repetición, algunas son virtuosas, pero también repetimos cosas que no nos hacen bien, estamos en una especie de loop, en el sentido más oscuro del ouróboro, que es el de la serpiente que se devora a sí misma, por cada acción que no puede resolver.

El corte simboliza eso, terminar con ese círculo para que aparezca lo nuevo. La serpiente que nace de las cenizas.

¿En qué estás ahora?, ¿qué es lo próximo que vas a presentar?

Ahora estoy necesitando retomar con la parte sonora. Tengo unas piezas compuestas, que quiero terminar de maquetar en el estudio de grabación para presentarlas.

Paralelamente sigo con la exploración de los plegados, porque no se termina. Es una investigación que me está llevando muchos años, estoy cambiando de material, estoy usando chapa, pasando a un lado más escultórico.

Además, estoy armando una serie nueva para ser presentada, antes de fin de año, muy relacionada con los plegados y tiene una concepción inmersiva. Me gusta que la gente entre al planteo este de obra que yo propongo. Esta inmersión esta vez va a estar impregnada de sonido también.

Una obra que necesitó cortes​​​​​​​

Escalante cuenta de la obra ganadora que no la hizo especialmente para el certamen. “Yo la tenía producida desde hace poco. La hice antes de saber del premio. En realidad, me gustó mucho el color del papel, cuando lo encontré y lo compré pensando ‘yo voy a hacer algo con esto’”, cuenta. “Lo estaba atesorando un poquito, porque es un papel que ya no está entrando a la Argentina”, confiesa.

Primero se empezó a plantear la idea de lo verde. Y como en su provincia están rodeados de yungas y de cañas de azúcar, tal como nuestra provincia en la zona del Ramal, dice que se topó con situaciones de tensión, “porque mi trabajo también tiene que ver con la tensión y la relajación del papel, como en la vida. Cuando hay mucha tensión, el papel se puede quebrar, romper o ajar; y si no hay mucha tensión, queda flojito, laxo y no se arma una estructura”À, dice, “tenía que buscar la tensión justa, y para lograr esto, esta obra en especial me pedía que hiciera unos cortes para liberarla”, explica sobre las aberturas que la obra tiene en el centro. Son cortes que nunca antes había tenido que hacer en sus creaciones -reconoce ante nuestra pregunta-. “Ese corte central, incluso, no lo volví a repetir en otra obra.

A veces, sí trabajo con cortes longitudinales, que atraviesan toda la obra; u horizontales, pero particularmente el corte en cruz que tiene esta obra no lo practiqué en otras”, asegura. “Me doy cuenta ahora de que me lo preguntás y, reflexionando, que era algo que me pedía el papel. Liberé esa tensión con ese corte, y apareció la forma. Después lo liberé de los costados también y eso me llevó automáticamente al tema de la caña de azúcar, que lo estudié bastante durante mi carrera de administración de empresas, de las diferentes etapas por las que pasa y cómo se le va agregando valor”, se explaya.

Viendo la obra, entendió que se trataba de la caña de azúcar por la raigambre que tiene, y después de eso, vino el título. “Las socas son un estadío de la caña, y además a mí me dicen ‘Soca’ desde chico”, dice. “Entonces pensé que la obra tenía un formato bastante regular, específico, que se va repitiendo, que tiene una estructura bien marcada -y como yo vengo de la música también-, me dije ‘esto es una oda’. Y quedó ‘Oda a las socas’. En el arte todo tiene un significado y el título era importante”, concluyó.