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Lágrimas en los ojos, emoción y cierto nerviosismo. “Este año me ha tocado por fin. Iré a La Meca (Arabia Saudí) si dios quiere!”, decía un español pasado los cuarenta y musulmán desde hace años, unas semanas atrás en el centro cultural islámico de Madrid (mezquita de la M-30).
La peregrinación a la ciudad en la que nació el profeta Mahoma y en la que se encuentra la Kaaba -la “Casa de Dios”- no es fácil.
Primero, hay que contar con la salud y los medios económicos necesarios, una cifra que para quienes van desde España puede variar entre los 2.000 y los 4.000 euros, en función del tipo de alojamiento; y segundo, porque Arabia Saudita asigna un cupo de peregrinos por país que, en opinión de los musulmanes, siempre se queda corto.
Aunque La Meca recibe a los fieles durante todo el año, es solo durante un tiempo establecido por el calendario lunar cuando al llevarla a cabo se cumple con uno de los cinco pilares del islam. Ese tiempo es justo ahora, en el duodécimo mes del calendario musulmán (“Dul Híyyah”).
Más de seis millones de peregrinos entran en La Meca durante todo el año, de los cuales entre 2,5 millones y 3 millones lo hacen durante la peregrinación (“hajj”).
Este año, el de la Primavera Arabe, el sufrimiento y valor de “los hermanos” estará muy presente.
Millonaria inversión
Para prevenir que se repitan tragedias como la de 2006, cuando, según habían informado las autoridades, unos 350 peregrinos perdieron la vida a raíz de una gigantesca estampida, cuando miles de personas recorrían la Kaaba, las autoridades saudíes han gastado grandes sumas de dinero para ampliar los principales sitios en los que se realizan los rituales, así como para mejorar el sistema de transporte en la ciudad. Este año, los peregrinos podrán usar la nueva vía férrea de la que ya el 30% estuvo en funcionamiento en 2010, y que ha costado casi 1.300 millones de euros.