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Nueva reconversión del kirchnerismo

Miércoles, 17 de octubre de 2012 21:37
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La dirigente social jujeña Milagro Sala se convirtió el fin de semana pasado en la nueva cara de Unidos y Organizados, la matriz política en la que decidió recostarse Cristina Kirchner para encarar este segundo mandato presidencial. El caso de Sala es paradigmático porque será candidata a diputada provincial en 2013 dentro del paraguas de UyO, con el objetivo de llegar a la Gobernación en 2015 y la posibilidad cierta de enfrentar al PJ del mandatario Eduardo Fellner. Fellner, a quien no se le puede reprochar falta de lealtad al kirchnerismo, es uno de los tantos peronistas ortodoxos que mira desconcertado el armado político oficialista. Cristina Kirchner se ha ido desgajando del peronismo tradicional y el proceso tiende a profundizarse a medida que se acercan las elecciones de medio término en 2013.

Para el ciclo histórico será una vuelta de tuerca más del kirchnerismo de Néstor y Cristina. El patagónico llegó al poder de la mano del partido fundado por el General Perón, luego lo desdeñó con la Concertación Plural y la transversalidad, hasta que volvió a refugiarse en el PJ antes de morir.

En el medio fue dejando "heridos" dentro y fuera del peronismo. Hoy Julio Bárbaro, Alberto Fernández, Hugo Moyano y el ex radical K Julio Cobos son algunos de los expulsados que se pasean por la radio y la TV despotricando contra un Gobierno del que fueron parte o apoyaron.

También ya hay gobernadores enfrentados a la Casa Rosada como el santacruceño Daniel Peralta o el cordobés José Manuel de la Sota, aunque con situaciones internas muy divergentes. Otros, en cambio, no muestran intenciones de romper con el kirchnerismo como el bonaerense Daniel Scioli o el sanjuanino José Luis Gioja, pero tienen problemas para contener el avance del kirchnerismo en sus respectivos territorios.

Los nuevos líderes

La nueva estructura partidaria se muestra sólida frente a las decisiones de política económica que toma la jefa de Estado junto a un grupo muy reducido de colaboradores, pero ya se alista para las peleas que se vienen: la mediática con Clarín y la eventual búsqueda de una reforma constitucional.

Unidos y Organizados tiene su base en La Cámpora, la organización conducida desde Santa Cruz por Máximo Kirchner, cuyo jefe operacional es el diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires Andrés “Cuervo” Larroque. Junto a La Cámpora revisten en UyO el Movimiento Evita, con base en el peronismo de izquierda de Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro; Kolina, liderado por Alicia Kirchner; y Nuevo Encuentro, la fuerza que conduce Martín Sabbatella. Como Sala, Sabbatella es otro extra PJ ascendido a la categoría de figura clave para el cristinismo contemporáneo al ser entronizado en la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), la herramienta con la que el Gobierno planea desmembrar a Clarín a partir del 7 de diciembre.

En el ex Comfer reemplazó a Santiago Aragón, hombre de Gabriel Mariotto, quienes habían sufrido el asedio de La Cámpora, lo mismo que algunos ministros del Gabinete nacional como el de Justicia, Julio Alak, o el canciller Héctor Timerman. Alak recobró visibilidad en medio de la pulseada en el Consejo de la Magistratura por el nombramiento de un juez clave para la aplicación de la Ley de Medios, pero dentro de la cartera su contrafigura es el secretario de Justicia, Julián Álvarez. En Relaciones Exteriores existe un triángulo de poder por debajo de Timerman: el vicecanciller Eduardo Zuain, y las filo camporistas Cecilia Nahón y Paula Ferraris.

Si la tendencia se repite en el sindicalismo, es posible que la jefa de Estado dé mayor protagonismo y equipare a la CTA oficialista dirigida por el docente Hugo Yasky con la nueva CGT “Balcarce” que encumbró a Antonio Caló como su líder. Cristina también abrió el juego para que el neokirchnerismo busque avanzar sobre algunos distritos del Conurbano, aunque allí varios intendentes ya comenzaron a mover fichas en defensa propia.

En ese escenario, algunos arquitectos electorales del PJ entienden que no hay manera de ganar elecciones en la Argentina sin el peronismo, por lo que este proceso que definieron como de “trasvasamiento generacional y purificación ideológica” irá cediendo paso al pragmatismo de las necesidades.

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