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Brasil se prepara para 2014

Viernes, 02 de noviembre de 2012 21:49
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Las elecciones municipales brasileñas definieron un nuevo escenario para los comicios presidenciales a realizarse inmediatamente después del campeonato mundial de fútbol de 2014. Está claro que la coalición gubernamental, que gira en torno al Partido de los Trabajadores (PT), con el propio Luis Ignacio Da Silva a la cabeza, jugará en esa oportunidad la carta de la reelección de Dilma Rousseff, cuyos índices de popularidad siguen batiendo récords.

El enigma reside entonces en la configuración de la opción alternativa. La oposición está obligada a ensayar un nuevo reagrupamiento de fuerzas, tras el retroceso sufrido por su principal expresión, el Partido Social Democrático Brasileño (PSDB), que perdió la estratégica alcaldía de San Pablo.

Mientras, aflora una incógnita: el Partido Socialista Brasileño (PSB), una fuerza emergente que hasta ahora integra la alianza oficialista, parecería haber encontrado en Eduardo Campos, popular gobernador del estado nordestino de Pernambuco, a un presidenciable capaz de erigirse en otra variante renovadora.

De acuerdo con el resultado de estas elecciones, el PT administrará ciudades que concentran a unos 27 millones de electores, aproximadamente un 20% del total. Pero su gran éxito fue la recuperación de San Pablo y ello es producto del carisma y la inteligencia de Lula.

Dicho logro es aún más significativo si se considera que la última fase de la campaña coincidió con la condena judicial dictada contra José Dirceu y otros encumbrados dirigentes del PT en el famoso escándalo del “mensalao”, en el que el gobierno de Lula fue acusado de practicar una política de soborno sistemático a parlamentarios de la oposición.

Fue Lula quien promovió la candidatura de Fernando Haddad, un dirigente casi desconocido erigido en una estrella emergente en el firmamento local, y jugó su prestigio en la campaña de la segunda vuelta, cuando en la primera vuelta Serra había ganado por dos puntos porcentuales de diferencia.

Esta victoria del PT en la ciudad más importante de América del Sur, cuna del “milagro brasileño”, resulta tan significativa por el perfil del vencedor como por la envergadura del derrotado: después de Fernando Henrique Cardoso, Serra es la personalidad históricamente más relevante del PSDB. Su caída fue interpretada por el ex presidente como el fin del ciclo político de la “generación fundadora” del PSDB, que parece requerir una renovación dirigencial.

Pesos pesados y medianos

Las cifras del escrutinio ratificaron otras dos constantes de la historia brasileña: La primera es la atomización de la representación, que hasta ahora aparecía repartida entre tres “pesos pesados” y otros partidos “medianos” menores. La segunda es la preeminencia de las especificidades regionales por sobre los alineamientos nacionales. De allí que el PT, pese al notable avance que supone ganar en San Pablo, no haya sido el más beneficiado por los resultados.

De las 5.000 alcaldías en disputa, la cantidad más numerosa (poco más de un millar) quedó en manos de uno de esos tres grandes “pesos pesados”: el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), un aliado del PT que participa con varios ministros en el gabinete de Rousseff y cuenta entre sus filas al vicepresidente Michel Temer. Nacido como partido de oposición al régimen militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, el PMDB combina una fuerte inserción territorial con la carencia de figuras de predicamento nacional.

Después del PMDB, los segundos ganadores de alcaldías fueron los opositores del PSDB, apodados “tucanos”, quienes se alzaron con más de setecientos municipios. Aunque todavía mantiene su condición de principal fuerza opositora, el traspié paulista le exige al partido un replanteo. Sin Serra, el liderazgo partidario pasó automáticamente a manos del senador y ex gobernador de Minas Gerais, Aecio Neves, nieto de Tancredo Neves, quien fue el primer mandatario civil electo tras el retorno de la democracia en 1985.

En el terreno de los “pesos medianos”, el derechista Partido Demócratas (PD), un socio menor del PSDB en la entente opositora, que fue golpeado por serias denuncias de corrupción contra varios de sus más conspicuos dirigentes, bajó de las 492 comunas que había cosechado en 2008 a sólo 276. No obstante, recuperó la alcaldía de Salvador, capital de Bahía. El flamante alcalde, Antonio Carlos Magalhaes Neto, es nieto de Antonio Carlos Magalhaes, tradicional numen de la derecha brasileña.

En esa misma categoría “mediana”, el centroizquierdista Partido Democrático Trabalhista (PDT), otro integrante de la alianza oficialista, ganó en Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, y en Curitiba, capital de Paraná. Con ambos logros, volvió a adquirir una significación que había perdido desde la desaparición de su fundador, el legendario líder “gaucho” Leonel Brizola.

¿Un trío de nietos?

Pero la gran novedad de estas elecciones fue el Partido Socialista Brasileño (PSB), liderado por Campos, que en la segunda vuelta electoral derrotó a los candidatos del PT en las ciudades Fortaleza, Bello Horizonte, Campinas y Cuiabá, entre otras. El ascendente gobernador pernambucano, proclamó que su partido “fue el que más creció en el número de intendentes, con un porcentaje de 42%, seguido por el PT, con el 14%” y agregó que “tuvimos una tasa de reelección del 72%, frente a una media general del 50%”.

Campos, cuya jefatura impulsó este salto del PSB de la categoría “mediana” a la nómina de los “pesos pesados” del sistema político brasileño, es nieto de Miguel Arraes, gobernador de Pernambuco antes del golpe de estado de 1964 y mítico líder de la izquierda brasileña, quien en 1988 refundó el PSB, un partido nacido en 1947 y disuelto por el régimen militar en 1964.

El PSB, considerado un satélite del PT, ha crecido aceleradamente en la última década. De 133 intendentes electos en el 2000, pasó a 310 en 2008, para trepar ahora a esas 440. Junto con el PT es la única agrupación que mejoró sus resultados electorales en los comicios locales de 2008 y 2012. En cambio, el PMDB y el PSDB obtuvieron menos alcaldías que las veces anteriores.

Campos y su partido se han convertido en la “niña bonita” para el oficialismo y la oposición. El PT aspira a retener al PSB dentro de la coalición gubernamental, mientras que el PSDB pretende atraerlo hacia la alianza opositora. El sueño del centrista Neves, virtual candidato presidencial de los “tucanos”, es contar con el izquierdista Campos como compañero de fórmula para el 2014.

Ese eventual acuerdo entre el PSDB y el PSB, con un binomio integrado por dos nietos de sendas figuras ilustres, incluiría también a un tercer nieto de alcurnia política: el derechista Magalhaes, nuevo líder del Partido Demócratas, sumado a una coalición para enfrentar en las urnas lo que hoy parece una dupla imbatible, compuesta por Roussseff y Lula.

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