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Manchalá: Carta abierta a una sociedad decadente

Miércoles, 10 de abril de 2013 21:29
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La indolencia de los argentinos hacia los hombres y acciones que forjaron la Nación es general y manifiesta. Los feriados por las fechas patrias se acomodan en función de la industria turística. La celebración oficial del Bicentenario de la Batalla de Salta, más que un recordatorio solemne adornado de testimonios sobre todo lo que rodeó al hecho y era posible recrear, tuvo la apariencia de un festival folclórico de cierre de campaña electoral.

En semejante contexto, a nadie puede asombrar que la vejación del monumento al Combate de Manchalá haya pasado por los medios de comunicación sin pena ni gloria. No tiene sentido ya contar, a los que peinan canas y no tanto, lo sucedido ese 28 de mayo de 1975, cuando 12 soldados salteños ocasionaron bajas, derrotaron y pusieron en fuga a más de un centenar de guerrilleros marxistas que los habían atacado.

Sostener (como lo hicieron esos concejales demolicionistas e ignorantes de la ciudad de Salta) que el monumento está coronado por un cóndor como homenaje al Plan Cóndor, y no como realmente lo es -un justo y merecido homenaje a los “Héroes del Combate de Manchalá”-, es tomar a la sociedad por una recua de imbéciles. El cóndor es el símbolo de las tropas de montaña y la Compañía de Ingenieros de Montaña 5 pertenece a esa clase de unidades del Ejército. Por eso el General Perón lucía en su uniforme el cóndor dorado, ya que poseía esa aptitud militar. Asimismo, el Cuerpo de Granaderos a Caballo también tiene un cóndor como símbolo. ¿Qué van a hacer ahora los “estúpidos” concejales? Acaso, ¿borrar el cóndor de todas las imágenes (fotos y estatuas) de Perón con uniforme? ¿Demoler el Regimiento del General San Martín?

La causa de semejante falta de compromiso hay que buscarla en el pancismo decadente del no me importa mientras a mi no me toque. La vejación simbólica al monumento al Combate de Manchalá tampoco es obra de concejales títeres que levantan la mano cuando se lo ordenan. Viene de más arriba. La operación tuvo su origen y planificación en las mentes del exsecretario de Derechos Humanos de la Nación Eduardo Luis Duhalde, del exsubsecretario Rodolfo Mattarollo y en la de Horacio Verbitsky. Los dos primeros pertenecieron al ERP (el vencido en Manchalá) y el tercero, a Montoneros. Martín Avila (funcionario de dicha Secretaría hasta su asunción de edil de la capital salteña e integrante de Memoria y Movilización, la agrupación política K fundada por Eduardo Luis Duhalde) fue el brazo ejecutor que presentó el proyecto a los “levantamanos” del Concejo Deliberante.

Al respecto, resulta ilustrativa la nota en Página 12, en la cual Verbitsky “aprieta” al ministro de Defensa, Arturo Puricelli, por no apurar la demolición del monumento. Verbitsky y compañía escriben la historia a los salteños sin que a ninguno (con las excepciones de rigor) se le mueva un pelo. El general Rodríguez, comandante de la Vta. Brigada de Infantería de Montaña, humilló a sus soldados y al Ejército Argentino al aceptar y llevar a cabo la voluntad de Verbitsky. El intendente capitalino, ocupado en el cambio de nombre de la calle Virrey Toledo, “no advirtió” que le secuestraban y desaparecían un monumento de la ciudad.

El gobernador Urtubey, con su mejor cara de “yo no fui”, no acusó la vergonzosa afrenta gratuita a la memoria de salteños que él representa, que pelearon por la democracia de la que él goza.

Vejando a aquellos que fueron enviados a defender con sus vidas la República, la Constitución y, en este caso particular, cumpliendo las órdenes del gobierno del general Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón, es como paga el peronismo K y gran parte de la sociedad argentina, o lo que queda de ella.

Marcelo Leandro Dorado; Oscar Guerra; Juan Carlos Orozco; Rubén Segura; y siguen firmas

 

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