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Hay de todo. Muchos cinéfilos reniegan cuando se sientan frente a una película subtitulada porque sostienen que la mayoría de las veces la traducción no se ajusta al texto original. Al mismo tiempo, otros amantes del cine suspiran aliviados cuando aparece la traducción escrita al pie para ayudar a la comprensión del guión.
Más allá de las preferencias de cada uno que se sienta frente a la pantalla grande o al televisor, hay una “industria” del subtitulado que supone grandes esfuerzos y una tarea meticulosa de un conjunto de profesionales que se esfuerzan por que cada uno de los caracteres que lees esté insertado de la manera correcta y en el momento justo. Seguir la trama gracias a los subtítulos es muy sencillo: basta dejarse arrastrar por las imágenes mientras se lee tranquilamente el diálogo a pie de escena. Pero, el proceso que permite esta acción no es, precisamente, sencillo.
Rubén Delgado, Coto Adánez y Karl Pedall de la empresa española “36 caracteres” explicaron cómo es el proceso que sigue un determinado material audiovisual desde que entra en sus oficinas hasta que el espectador lo disfruta en su casa.
Delgado explicó que el proceso de subtitulado es diferente en función del destino o mercado del contenido que se vaya a tratar. Sin embargo, un esquema básico respondería a los siguientes pasos:
A) Se recibe el material con el que se va a trabajar: un video de referencia y una lista de diálogos (en el caso de que esta recopilación no exista, un transcriptor nativo se encarga de elaborarla).
b) El siguiente paso es identificar al subtitulador que trabajará en el proyecto en función de la combinación de idiomas elegida por el cliente, para posteriormente comenzar con el “spotting” o sincronización, es decir, la asignación de códigos de tiempo de entrada y salida para cada subtítulo (también llamada localización).
c) Después se comienza con la traducción y ajuste de los diálogos, que a veces es de lo más complicada.
Según Rubén Delgado, en ocasiones les llegan contenidos con dificultades especiales: “Hay películas en las que la adaptación del humor es especialmente complicada”, comenta.
d) Para que no haya errores ni elementos que distorsionen la fácil comprensión de la trama es muy importante revisar el subtitulado una vez que se ha terminado el proceso anterior siguiendo el manual propio que incluye desde elementos de estilo hasta ortotipográficos.
Desde 1992 se ha generalizado el subtitulado con láser, que graba el texto sobre la imagen retirando la emulsión del celuloide (por eso los subtítulos que se ven en cine son siempre blancos): una técnica más rápida y más sencilla, pero que sigue siendo “fotograma a fotograma, y copia a copia”.
Idiomas, sus dificultades
Los idiomas a subtitular en la industria del cine son tantos como países a los que acceda el contenido con el que se trabaja. Sin embargo, en los países de habla hispana las combinaciones más habituales son las que traducen del inglés al castellano. Pero también son frecuentes los cambios del francés al castellano y viceversa y otros idiomas europeos como el alemán, el italiano o el portugués. En el caso del árabe, son más abundantes los pasos de este idioma al castellano que a la inversa. Los idiomas con grafías diferentes a la española son “bestias negras” para las empresas de subtitulado, que tienen que hacer frente a “acentos imposibles” o letras que en nuestro alfabeto no existen.
El negocio de la piratería
Sobre el negocio de la piratería, Delgado explicó que se basa en tres aspectos clave: el primero es la disminución en la compra de DVD, que eran “una gran fuente de trabajo”; en segundo lugar, el descenso de público que acude al cine con un proyectil directo a las sacas de ingresos de las productoras.
En tercer lugar, el empresario ubicó al “fansubtitling”, es decir, el subtitulado llevado a cabo por aficionados. Afecta a la imagen del subtitulado experto. “La calidad de estos trabajos puede llegar a ser aceptable, aunque es dispar, pero no es comparable a la subtitulación profesional”, reiteró Delgado.