El Kybalión es un libro atribuido a un sabio del antiguo Egipto llamado Hermes Trismegisto, el tres veces grande.
El libro fue reeditado fines del siglo XIX y desde entonces se investiga sus autores, dado que lo firman "Tres iniciados".
Las siete leyes que el Kybalión describe como las causas causorum del universo son: el principio del Mentalismo, el de Correspondencia; el de Vibración; el de Polaridad; el de Ritmo; el de Causa y Efecto y el de Generación.
Habiendo descripto ya los cuatro primeros en notas anteriores, se analizan aquí los principios quinto y sexto.
Dice el libro sagrado: "Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación".
Este principio encierra la verdad de que todo se manifiesta en un determinado movimiento de ida y vuelta; un flujo y reflujo, una oscilación de péndulo entre los dos polos que existen de acuerdo con el principio de polaridad, descrito antes. Hay siempre una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una ascensión y un descenso. Y esta ley rige para todo; soles, mundos, animales, mente, energía, materia.
Esta ley lo mismo se manifiesta en la creación como en la destrucción de los mundos, en el progreso como en la decadencia de las naciones, de la vida, en las cosas todas, y, finalmente, en los estados mentales del hombre, y es con frecuencia esto último lo que los hermetistas creen que es el principio más importante.
Los hermetistas han descubierto este principio, encontrándolo de aplicación universal, y han asimismo descubierto métodos para escapar a sus efectos, mediante el empleo de las fórmulas y métodos apropiados. No pueden anular el principio o impedir que opere, pero han aprendido a eludir sus efectos hasta un cierto grado. El Maestro neutraliza así la oscilación pendular.
El principio de Causa y Efecto
Dice el libro: "Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de causalidad".
Este principio afirma que nada ocurre casualmente y que todo ocurre conforme a la Ley. La suerte es una palabra vana, y si bien existen muchos planos de causas y efectos, dominando los superiores a los inferiores, aun así ninguno escapa totalmente a la Ley.
Los hermetistas conocen los medios y los métodos por los cuales se pude ascender más allá del plano ordinario de causas y efectos, hasta cierto grado, y alcanzando el plano superior se convierten en causas en vez de efectos.
Las muchedumbres se dejan llevar, arrastradas por el medio ambiente que las envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si éstos son superiores a las de ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples causas externas las empujan como autómatas en el gran escenario de la vida.
Pero los Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus caracteres, sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea, convirtiéndose de esta manera en dirigentes, en vez de dirigidos.
En lo dicho está condensado un valiosísimo conocimiento hermético: que el que sea capaz de leer entre líneas lo descubra, es nuestro deseo.