Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
20 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

El guardián de las técnicas ancestrales de los tejidos del Valle de Jasimaná

Crespín Condorí, artesano textil
Domingo, 08 de enero de 2023 01:12
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Crespín Condorí tiene 63 años, es de Jasimaná y es considerado como uno de los últimos guardianes de las viejas técnicas de los tejidos vallistos.

Para llegar hasta Jasimaná hay que ir por la ruta nacional 40 hasta Angastaco y tomar al oeste por el camino que va a Pucará. Luego seguir al sur hasta el Valle de Jasimaná. Está al sur del departamento San Carlos. Limita con Molinos, Cafayate y Catamarca. No hay agua corriente, cloacas, luz, señal de televisión ni cobertura telefónica. En verano no se puede ingresar con vehículo.

En ese lugar, ubicado a más de 3 mil metros sobre el nivel del mar, vive Crespín y sólo viene unas pocas veces al año a Salta a traer sus productos, comprar cosas útiles y visitar a sus hijos y nietas.

El resto del año Crespín trabaja en sus tejidos. Lo curioso (al menos para cualquier citadino) es que el hombre realiza todo el proceso: desde la cría de las llamas, luego las esquila, hila y finalmente teje. Lo realiza a dos agujas, a cinco, en bastidor, en telar. Es un maestro artesano que cuando habla también explica con sus manos. Un personaje muy hermoso y un guardián de técnicas muy antiguas. Viene muy pocas veces al año y en esta semana que pasó estuvo en Punto Artesanal, una cooperativa de artesanos en donde vende sus productos. Allí recibió a El Tribuno y contó algunas cosas de su oficio.

"Yo vivo en Jasimaná, pero tengo mis llamas en Pampallana, que es un paraje más alto ya casi en la frontera con Catamarca. Tengo unas 80 llamitas y algunas ovejas a las que cuido junto a mi esposa", dijo Crespín que está casado con Verónica Escalante y con la cual tuvieron y criaron a 8 hijos que le dieron una incontable cantidad de nietos. Crespín se ríe porque no tiene el número exacto, pero calcula que tiene más de 20 nietos.

La otra advertencia que hace es que Verónica también hace el mismo trabajo a la par de él. Esto es: criar y cuidar a los animales, esquilarlos en su tiempo, clasificar la lana, realizar el hilado que es la parte más difícil y luego tejer.

Lo que sucede es que Crespín es el que trae las antiguas técnicas porque aprendió de su abuelo Bernardino Condorí. "Yo era un niño cuando mi abuelo me enseñó todo lo que hago ahora. Yo lo acompañaba a todos lados y él cuidaba a los animales y me decía cómo debía hacerlo. Todo el proceso me enseñó y me pasó los viejos puntos como el barracán, el espigado y el punto simple. Él también conocía esas técnicas de los antiguos pobladores de estas tierras altas", dijo Condorí.

Son todos puntos que luego se plasman en mantas, ponchos, chalinas, tapices y prendas varias que se ven como figuras geométricas exactas. Para hacer una manta abrigada para una cama de dos plazas demora un mes; sin contar que su lana viene de sus llamas con todo un largo proceso.

Con toda su sabiduría a cuestas el hombre es muy humilde. Gracias al contacto con los artesanos de Salta tuvo acceso a la capacitación de un docente que vino desde Italia. "Yo pude aprender el punto ojo de perdiz y esos son aprendizajes que vamos agregando a lo que ya sabemos, a lo que heredamos. Eso es lo que le enseño a mis nietas", dijo el hombre emocionado.

Es que cuando viene a Salta en vacaciones, sean de invierno o de verano, vienen sus nietas Zulma y Anahí que llegan desde Cafayate donde viven con su papá Mario, hijo de Crespín.

Entonces el hombre se desarma ante los abrazos y las miradas de sus nietas adolescentes que aprenden todo lo que les dice el abuelo. Las manos de Crespín bailan en el aire dibujando los puntos y ellas observan con atención. Ese proceso de transmisión de saberes es único y milagroso.

Los conocimientos ancestrales, las técnicas de los antiguos vallistos, está asegurada por al menos dos generaciones. Esa noticia es un seguro para el patrimonio cultural de nuestra provincia.

Sucede que Mario, el hijo de Crespín, también teje en Cafayate. Allí fue que le inculcó a sus hijas la pasión artesanal. Ellos venden también lo que producen, pero en la plaza central del pueblo vallisto.

Para ver, tocar, preguntar y comprar los productos de Crespín en Salta hay que buscar el Punto Artesanal. Cuando se le compra a un artesano directamente se colabora con nuestro patrimonio.

Espacio cooperativo

El Punto Artesanal es un espacio cooperativo ubicado en Mitre 37, en el primer piso de galería El Palacio. Es una feria de artesanías sin intermediarios, directa del productor al comprador. Es un proyecto colectivo que busca afianzar a la artesanía como un bien cultural ofreciendo al público una experiencia única. Se puede encontrar productos de cerámica, cuero, textiles, joyería, madera, dulces alfajores, vinos, etc.

Es un espacio para más de 50 artesanos de toda Salta. Es un lugar en donde se puede experimentar la diversidad de la producción provincial. No es solo para turistas porque los precios son accesible y se puede conversar con el artesano.

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD