En respuesta a opiniones que escuché acerca de una carta anterior de mi autoría, sobre la legalización del aborto, insisto: el verdadero problema de las discusiones ideologizadas es la ausencia total de razón y verdad, se acomodan las ideas a una coyuntura y todo termina dependiendo de opiniones (subjetivismo).
Escuchar a la izquierda sostener que “no todas las vidas valen lo mismo”, no es sorpresa, pero si lo es, escuchar a la diputada Victoria Donda decirlo, contraponiendo el derecho a decidir por sobre el derecho a la vida, me gustaría recordarle a esta “referente” de los DDHH que hace tres décadas en Argentina, nos gobernó un grupo de personas que pensaba igual que ella. Las consecuencias las conoce ella mejor que nadie. Este es el verdadero peligro de legislar por la coyuntura y según una supuesta sensibilidad social; pues la República se puede convertir en Dictadura aunque exista un respaldo en las urnas y los derechos se convierten en moneda de cambio dependientes de los iluminados de turno. Los que velan verdaderamente por los derechos de las personas creen en la institucionalidad, el apego a la verdad y a la Justicia. Hace 20 años nadie creía que íbamos a estar discutiendo esta locura en el Congreso y acá estamos, los tiempos que corren son mas rápidos y dentro de poco, podríamos estar debatiendo la legalización de la pena de muerte, de la pedofilia y cuantas otras aberraciones, tal como está pasando en los países que hace 20 años creyeron estar a la vanguardia, distorsionando la jerarquía de valores normativos. En la Argentina de las contradicciones, los promotores del aborto, también dicen ser “pro vida”; es el mismo país que se indigna con Sergia porque se auto-percibió como mujer.