Cuando Durán Barba fue procesado por su campaña telefónica sucia contra Daniel Filmus, todos los funcionarios del PRO afirmaban, al ser consultados, no estar al tanto de la situación y se excusaban de opinar basados en su supuesto desconocimiento. Se notaba, y a muchas leguas, que estaban “coucheados”. Hoy, cuanto dirigente, jugador o miembro del cuerpo técnico del CARP fuera consultado sobre el penal no cobrado a su empleado Pinola, respondía que este no había cometido falta al no haber tenido intención de golpear a su adversario. Una y otra vez, todos decían lo mismo. Moralmente, dos casos de inconmensurable hipocresía. En el primero, porque el ecuatoriano ya había aplicado el mismo tipo de propaganda, la Negra, mientras asesoraba a un candidato mexicano. En el segundo, porque la falta de intención de cometer una infracción dejó de ser un eximente hace casi tres décadas. Técnicamente, dos casos de discurso alineado y de negación de los defectos propios como parte de la regla propagandista de orquestación, la misma que, entre otras, utilizaba Göebels.