Me parece sorprendente que luego de la denuncia de la actriz Thelma Fardín contra Juan Darthés haya gente que ponga en duda su testimonio. Una mujer tiene razones de sobra para guardar silencio y callar una denuncia de abuso o violación, porque generalmente esa decisión le impone nuevas humillaciones. Y me sorprende que haya sectores reaccionarios que no se den cuenta de que es disparatado suponer que una chica de 16 años va a pretender abusar y acosar a un actor consagrado treinta años mayor. Me da asco. Pero, sobre todo, creo que de una vez por todas debe entenderse que cada persona es dueña de su cuerpo, niño o adulto, y nadie tiene derecho a violentar su voluntad, o su inocencia. Hoy el mundo vive encendido por denuncias de pedofilia que conmueven a instituciones que deberían ser insospechables. Claro que la perversión suele disfrazarse y termina camuflada en la vida cotidiana.
Si la sociedad no se pone firme en este tema, todo va a terminar mal.