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Defensas y desagues son materia pendiente en los barrios, antes de las lluvias

Lunes, 03 de octubre de 2011 14:43

Es difícil pensar en las inundaciones cuando todos esperan que la lluvia caiga, como una bendición, sobre los cerros, parques, jardines y calles polvorientas. Los pronósticos anuncian precipitaciones primaverales que casi nunca llegan o pasan de largo por el cielo salteño. Cada tanto, entre verano y verano, unas pocas gotas pintan redondeles sobre los techos. Por eso cuesta imaginar a la ciudad bajo el agua hoy. Pero hay que hacerlo.

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Es difícil pensar en las inundaciones cuando todos esperan que la lluvia caiga, como una bendición, sobre los cerros, parques, jardines y calles polvorientas. Los pronósticos anuncian precipitaciones primaverales que casi nunca llegan o pasan de largo por el cielo salteño. Cada tanto, entre verano y verano, unas pocas gotas pintan redondeles sobre los techos. Por eso cuesta imaginar a la ciudad bajo el agua hoy. Pero hay que hacerlo.

El Tribuno recorrió los barrios Solidaridad, Patricia Heitman, Primera junta, Ceferino y Juan Manuel de Rosas, donde cien vecinos fueron consultados sobre cómo esperan que las lluvias del verano afecten a sus barriadas. De las respuestas se desprenden las más básicas necesidades de infraestructura insatisfechas, como canales, defensas, pavimento, nivelación de calles de tierra para evitar estancamientos y desages que permitan la evacuación de caudales.

Los más enfáticos, tal vez por la mala experiencia reciente, fueron los vecinos del barrio Ceferino, quienes recuerdan con dolor la herida que les dejó la inundación del 31 de enero pasado; herida que volvió a sangrar con unos pocos milímetros el 17 de septiembre último. Esta lluvia, tan intensa como sorpresiva, anegó las calles y viviendas de Ceferino y Gauchito Gil. Desde la Municipalidad aseguraron que el problema se debió a la falta de conciencia de los vecinos que arrojan basura y tapan los desages; y aunque no hubo evacuados en esta oportunidad, resulta preocupante que una lluvia primaveral desnude tantas falencias en la infraestructura de populosas barriadas de la periferia capitalina.

Desde la comuna recordaron que en 2010 se trabajó sobre un plan de contingencia antes de la temporada de lluvias y anunciaron para este mes el desarrollo de un nuevo plan con centros de evacuados y el estudio de las obras ejecutadas en los barrios más castigados por el agua.

Palabras de vecinos

Lo cierto es que con cada lluvia, numerosos barrios de la capital salteña con calles de tierra se vuelven intransitables. “Una cosa es decirlo y otra vivir acá. Es un peligro, no se puede transitar y estamos aislados de todo. Para salir y entrar es una travesía, más aún con la lluvia. Queremos una solución urgente”, recalcó una vecina de la zona norte. “Los colectivos no ingresan, hay que caminar varias cuadras para poder llegar. Es triste lo que pasa acá cuando llueve”, se escuchó decir en la zona sudeste.

Otras carencias no menores surgieron en la recorrida. Por ejemplo, se observó que Solidaridad es una especie de desierto superpoblado donde no hay ni un árbol. En este sector, un plan de forestación cambiaría la cara del barrio y la sombra mejoraría la calidad de vida de la gente. También se vio que este barrio está separado de Primera Junta por un obsoleto canal, cuya escueta dimensión y precarias paredes, difícilmente resistan una tormenta. Los barrios Patricia Heitman y Juan Manuel de Rosas, al norte, tienen una sola calle principal pavimentada y los vecinos reclaman más obras de este tipo para evitar el anegamiento y las lagunas que se forman en las calles cada vez que llueve.

Los expertos insisten en que el crecimiento de la ciudad demanda nuevas obras y los canales aliviadores son tan necesarios como insuficientes. Cuando el agua cubre todo, arde la polémica y se cruzan las acusaciones entre la comuna y los vecinos por la limpieza de los sumideros. La lluvia se vuelve protagonista cada verano en Salta porque la ciudad se desborda, sobre todo en la postergada periferia. El agua cruza las calles y se estanca en zonas impensadas, convirtiendo a las casas en verdaderas islas.

Vecinos y gobierno deberán asumir su parte de responsabilidad en el caos que generan, año a año, las tormentas en la ciudad; pero sin dudas, la capacidad de absorción se ve superada en la ciudad y esto ocurre porque fallan los sistemas de la precaria infraestructura capitalina.

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