“"El partener' es mucho más que una persona acompañando a otra en una obra, es un hombre que está en caída libre”. Con estas palabras, el actor Juan Palomino, protagonista de “El partener”, define el sentido de la obra de Mauricio Kartun, que llegará mañana a Salta en el marco de la gira del Teatro Nacional Cervantes. La pieza teatral, dirigida por Manuel Vicente, subirá a escena mañana, a las 21, en la sala Juan Carlos Dávalos de la Casa de la Cultura.
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“"El partener' es mucho más que una persona acompañando a otra en una obra, es un hombre que está en caída libre”. Con estas palabras, el actor Juan Palomino, protagonista de “El partener”, define el sentido de la obra de Mauricio Kartun, que llegará mañana a Salta en el marco de la gira del Teatro Nacional Cervantes. La pieza teatral, dirigida por Manuel Vicente, subirá a escena mañana, a las 21, en la sala Juan Carlos Dávalos de la Casa de la Cultura.
En “El partener”, Palomino encarna a Pachequito, un recitador criollo que decidió abandonar a su hijo para emprender su propia aventura, olvidado de sus vínculos afectivos y de la responsabilidad que debió asumir como padre. “Un hombre que entiende que las tradiciones son más importantes que las relaciones humanas”, explica el actor que comparte escenario con Silvina Bosco y Rodrigo Alvarez. Una obra que demuestra que la falta de comunicación entre padres e hijos y el egocentrismo son problemas que afectan a los seres humanos en cualquier contexto. En un diálogo telefónico con El Tribuno, Juan Palomino profundizó el sentido del espectáculo que lo tiene de gira por el país.
“El partener”, de Kartun, es mucho más que la historia de una pareja que comparte un escenario, ¿no?
Sí, “El partener” tiene que ver con el vínculo que se establece entre padres e hijos y, si uno quiere hacer una lectura política, también tiene que ver con el tema del paternalismo y el no hacerse cargo del rol de padre, conductor e indicador de caminos. Pero quedémonos con la foto del hombre que corrido por sus circunstancias no asume su responsabilidad de ser padre. “El partener” es el hijo que viene buscando a ese padre que está huyendo de su responsabilidad o, aparentemente, de ese desamor. Pachequito, que es el personaje que yo interpreto, es un recitador criollo y un hombre que entiende que las tradiciones son más importantes que las relaciones humanas. “El partener” es mucho más que una persona acompañando a otra en una obra, es un hombre que está en caída libre.
¿Podría decirse que el eje de la historia es la disyuntiva de un padre entre rehacer su vida o dedicarse de lleno a su hijo?
El tema de la paternidad es complejo en el sentido de que cuando uno antepone los proyectos personales a generar un vínculo, todo se complica. En este caso, Pachequito, si bien adora a su hijo, no puede llegar a recomponer ese vínculo; sigue prevaleciendo en él su egoísmo y sus decisiones personales, que afectan su relación con el chico y con las mujeres que va tomando en el camino. Es uno de esos hombres a los que la vida les plantea oportunidades y que no las saben tomar. El gran desafío como padres es darse cuenta, para poder recomponer los vínculos afectivos, fundamentalmente con los hijos, que el día de mañana serán los más afectados.
Pachequito, a su manera, ama a su hijo, pero no puede dejar de pensar en él mismo....
Exactamente. En la obra aparece esa cosa individualista que tienen los artistas. Me parece que el desafío de los artistas es despojarse de su egoísmo para construir su vida desde lo afectivo, algo mucho más sólido y duradero. El actor, en algunos casos, es muy individualista y se despoja de su rol de ciudadano, cuando en realidad una persona que se dedica al arte tiene que ser instrumento de misión, porque se supone que está en contacto con la realidad social y el público. No creo en los que hacen arte por el arte en sí mismo. Si yo tengo un micrófono, no lo utilizo solamente para vender mi producto sino también para opinar sobre la realidad.
Llama la atención la ambientación que eligió Kartun para esta obra, ese contexto de pueblo chico, del interior... Sacude un poco el preconcepto de que la incomunicación entre padres e hijos es algo propio del ritmo de las grandes ciudades...
En realidad es un prejuicio porque la incomunicación entre padres e hijos existe acá, en Tilcara, en Nueva York, en Cuzco, en Buenos Aires. Al tomar como contexto un pueblo chico del interior, el autor quiere mostrar que este problema existe y está vigente en cualquier ámbito de la sociedad.
La obra se estrenó en 1986 y quizás en su momento no tuvo la trascendencia que se merecía. ¿Ustedes, con el director Manuel Vicente, le dieron una vuelta de tuerca?
No hubo ninguna vuelta de tuerca, se respetó el guión original. Lo único es que la lectura de la obra cambia según las circunstancias que está viviendo el país, que no son las mismas ahora que en el 86. Eso es fundamental. Además, el director nos llevó a los actores por un camino bello porque los personajes están colocados, cada uno en su propio problema. No es que se hacen los graciosos, son hombres y una mujer que viven situaciones complejas y, al mismo tiempo, cómicas. El autor, a través del texto, quiso sacar a la luz la teatralidad y lo verdadero de cada uno de los personajes.
Después de una larga carrera actoral en teatro, cine y televisión, ¿sentís que este oficio te permite, de alguna manera, entregar un permanente mensaje de vida?
Si totalmente, el hecho de haber transitado mi carrera en el teatro, el cine, la televisión y la radio me permite, como ciudadano, tener contacto con la gente a partir de una nota, por ejemplo. Siempre estuve en contacto con lo que sucedía en mi país y en el mundo para poder, quizá, generar cierta inquietud en quien escucha o lee lo que digo.