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Jueves, 12 de mayo de 2011 15:41

Entrar a una zapatillería, que ofrezca marcas medias para adultos, con tan sólo $100 tiene un resultado: salir con las manos vacías. En la carnicería apenas alcanzará para llevarse tres kilos de cortes populares o dos kilos de lomo. Pasa el tiempo y el billete de mayor denominación en la Argentina pierde, sin freno, poder adquisitivo. Para una compra que en 2001 demandaba $21,50 hoy son necesarios $100. Así lo explicó a El Tribuno Federico Bragagnolo, economista de la consultora porteña Econviews.

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Entrar a una zapatillería, que ofrezca marcas medias para adultos, con tan sólo $100 tiene un resultado: salir con las manos vacías. En la carnicería apenas alcanzará para llevarse tres kilos de cortes populares o dos kilos de lomo. Pasa el tiempo y el billete de mayor denominación en la Argentina pierde, sin freno, poder adquisitivo. Para una compra que en 2001 demandaba $21,50 hoy son necesarios $100. Así lo explicó a El Tribuno Federico Bragagnolo, economista de la consultora porteña Econviews.

“Básicamente calculamos que el billete de $100 redujo más de cuatro veces su poder de compra”, sostuvo el profesional. Al nombrar los motivos apuntó a “la inflación en los últimos diez años”. Así, los precios tuvieron un crecimiento exponencial.

Para los taxistas o remiseros de la capital salteña ya no es exorbitante que los clientes paguen un viaje con $100, que en realidad les costó $20 o $30.

Un vendedor de un drugstore céntrico comentó que “antes nos preocupábamos porque sea visible un cartel que decía "si paga con un billete de $50 o $100, consulte primero'. Pero todas las cosas que vendemos subieron y cada vez tenemos que dar menos vuelto”.

“Si salías a bailar los fines de semana con $50 eras un rey. Ahora necesitas más de $100 y andás ajustado”, dijo Martín, un joven de 28 años, mientras compraba ropa en una local de la peatonal Alberdi.

El deterioro de los $100 cobra preocupación cuando de adquirir alimentos básicos para la subsistencia se trata. Y las mayores consecuencias las padecen los jubilados y los sectores excluidos.

Bragagnolo remarcó que en este proceso “hay ganadores y perdedores”. Agregó que la ventaja - en muchos casos, mínima- la vieron los empleados del sector privado registrados, quienes en estos años lograron que sus salarios crezcan por encima de la inflación.

En contrapartida, “los trabajadores en negro y los del sector público perdieron poder adquisitivo”, expuso el profesional.

La situación es crítica si se tiene en cuenta que más del 30% de los argentinos trabaja de manera informal y precaria. La inflación los sigue acorralando, al igual que a los jubilados, desempleados y beneficiarios de planes sociales.

Pese a los aprietes y a las amenazas de sanción de Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior de la Nación, distintas consultoras privadas indican que este año la inflación rondará entre el 25% y 30%, un escenario económico similar al 2010, pese a las elecciones presidenciales.

Ayer, en un supermercado de la ciudad una pareja optó por una promoción de $101 que incluía una caja de 27 unidades de 250 ml cada una de leche líquida específica para bebé menores de un año. Otro importe que rondará los $100 pagaron al pasar por la caja por tres paquetes de pañales de 36 unidades.

A vestirse

Si bien el mercado salteño es amplio y hay alternativas para todos los bolsillos, en las tiendas de ropa con $100, con suerte, se puede adquirir dos prendas para invierno.

En las casas que apuntan a los jóvenes o a sectores con un poder adquisitivo medio y alto no se consigue un jeans inferior a $100. Allí se puede llevar una remera mangas largas a $70 (base) y un par de medias a $20. También se puede comprar un buzo “liviano” a $80.

Para los oficinistas que almuerzan en el centro capitalinos, $100 les dura no más de dos días. Es que los menúes ejecutivos en las confiterías de la zona rondan los $40. Si se le suma el café con media lunas de media mañana, la cuenta está cerrada.

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