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?Aquí el paco es tan común como el pan?

Domingo, 19 de junio de 2011 22:58

“Aquí el paco es como el pan”, dice Mary Churito. Cruza los brazos y antes de hablar seca sus manos en el delantal. Estaba lavando las ollas, después de cocinar para 700 chicos. “Pedimos contención para nuestros hijos. Basta de drogas y suicidios”, arremete la joven abuela de 44 años, hija del cacique Mario Churito, de Villa Rallé, en Pichanal.

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“Aquí el paco es como el pan”, dice Mary Churito. Cruza los brazos y antes de hablar seca sus manos en el delantal. Estaba lavando las ollas, después de cocinar para 700 chicos. “Pedimos contención para nuestros hijos. Basta de drogas y suicidios”, arremete la joven abuela de 44 años, hija del cacique Mario Churito, de Villa Rallé, en Pichanal.

Aun en medio de cinco gigantescos gasoductos, en la cocina de la escuela 4296 “Jesús de Nazaret”, Mary tiene que usar leña. Además, el Ministerio de Educación no volvió a nombrar a un maestro bilinge, pero desde principios de año y mediante un plan nacional, se enseña inglés a chicos que pertenecen a la comunidad aba-guaraní. A unos pasos del nudo entre las ruta nacionales 34 y 50, los habitantes esperan para trasladarse a un nuevo barrio, al otro lado de la antigua estación de trenes.

En Villa Rallé muchas madres cobran el “ticket” que aporta el municipio a quienes tienen hijos con bajo peso. Hace tan solo una semana murió por desnutrición una niña de un año y medio. Pero en este momento, lo que más preocupa a las madres de la comunidad es la proliferación del paco y los constantes suicidios entre los jóvenes.

Los aba-guaraní llegaron a la Argentina en una migración mesiánica que emprendieron durante el siglo XVII. Buscaban “La Tierra sin Mal” y cuando llegaron hasta lo que hoy es el norte de Salta, tuvieron la firme convicción de haberla encontrado. Pero lo que habían hallado, actualmente ya nos es la paradisíaca “Yvymara'e”, como se la nombraba “en idioma”.

“Pedimos auxilio. Que alguien nos ayude, lo decimos de todo corazón. Nuestros hijos se suicidan y no sabemos qué hacer”, demanda Mary Churito. En la comunidad viven aproximadamente dos mil personas, mil de las cuales son niños. Sus padres son trabajadores temporales, en una de las zonas más productivas.

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