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Un algarrobo de 600 años sigue de pie

Sabado, 17 de septiembre de 2011 20:11

Un ejemplar de algarrobo sigue de pie, orgulloso, en pleno centro de la ciudad de Campo Santo. Su verde copa cobijó bajo la sombra gran parte de la historia del pueblo, que hunde sus raíces en épocas de las colonias.

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Un ejemplar de algarrobo sigue de pie, orgulloso, en pleno centro de la ciudad de Campo Santo. Su verde copa cobijó bajo la sombra gran parte de la historia del pueblo, que hunde sus raíces en épocas de las colonias.

Según los expertos, el árbol debe superar los 600 años: “Ya estaba aquí cuando el coronel Antonio Fernández Cornejo fundó el primer ingenio azucarero de América del Sur, allá por el siglo XVII, en cuyo entorno creció un pueblo que con el tiempo se denominó Campo Santo”.

Su sombra fue el alivio de muchos viajeros y el refugio de los pobladores en las calurosas tardes de verano. Fue un mudo testigo de importantes acontecimientos, entre los que se destacan la presencia del general Manuel Belgrano y la tortura con azotes, amarrada a su tronco, de la señora Gertrudis Medeiros de Cornejo.

La tradición cuenta que bajo su sombra descansó Belgrano. El creador de la Bandera estuvo en Campo Santo en tres oportunidades: en 1812 reorganizando su ejército para marchar a Jujuy, ese mismo año recorre tierras camposanteñas durante el “Exodo” que realiza desde Jujuy hacia el sur y en 1813 cuando desde Tucumán avanza hacia la ciudad de Salta para luchar en la batalla del 20 de Febrero.

Otro acontecimiento importante fue el protagonizado por doña Gertrudis, esposa de don Juan José Fernández Cornejo. Fue torturada amarrada a su tronco, luego de ser tomada como prisionera por los realistas, por haber colaborado con el ejército patriota.

Después del desastre de Huaqui, fueron derrotadas las fuerzas patriotas. En junio de 1811, el avance realista y la inminente llegada de los ejércitos españoles sobre Campo Santo provocó tal impresión al coronel Fernández Cornejo que le causó la muerte instantáneamente. A pesar de la irreparable pérdida de su esposo, aquella valiente mujer se armó de coraje y enfrentó al enemigo con la peonada, pero la superioridad numérica y el poderío de armamento la vencieron y fue tomada prisionera. Saquearon su casa, incautaron sus haciendas, destruyeron sus cosechas y talaron los cañaverales sin dejar nada en pie.

 Doña Gertrudis fue liberada recién después de la Batalla de Salta (20 de Febrero de 1813) de su prisión y puesta en libertad. Al año siguiente, al producirse una nueva invasión realista, esta valiente salteña organizó a su peonada para resistir al enemigo, siendo vencida nuevamente.

Tomada prisionera, cargada de cadenas y caminando a pie, los realistas la condujeron hasta la ciudad de Jujuy, mientras su hacienda de Campo Santo era otra vez saqueada y asolada.

Pese a su delicada situación, esta indómita mujer se las ingeniaba para enviar desde Jujuy informes secretos al general salteño Martín Miguel de Gemes comunicando los movimientos de los realistas. Cuando sus actos fueron descubiertos, el enemigo decidió conducirla hasta el famoso “socavón de Potosí”, pero logró fugarse desde su celda de prisión en Jujuy antes de que sus captores pudieran concretar el plan. Recuperada su libertad, se trasladó en 1817 a Tucumán.

A pesar de la gestiones realizadas por los generales Manuel Belgrano y Martín Miguel de Gemes ante el Gobierno de Buenos Aires para que recompensara a Gertrudis, considerada heroína salteña, nada hicieron las autoridades centrales por ella. Finalmente falleció pobre y abandonada a su buena suerte.

En los últimos años, se pudo notar que la salud del viejo algarrobo se estaba deteriorando; una de las razones era -se explicó- el cantero construido a su alrededor para protegerlo de animales y el abuso de la propia gente. Las paredes estaban impidiendo que las raíces se extendieran en busca de agua, lo que le quitó estabilidad.

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