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?Si hablamos de aborto, hablemos también de educación sexual?

Sabado, 24 de septiembre de 2011 22:46

La bioética busca analizar las prácticas de la medicina y las ciencias biológicas a la luz de principios y valores morales.

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La bioética busca analizar las prácticas de la medicina y las ciencias biológicas a la luz de principios y valores morales.

En diálogo con El Tribuno, Florencia Luna, doctora en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) señaló que “la interrupción forzada del embarazo en condiciones ilegales genera mucha mortalidad materna” y que esta práctica “debe ser la última opción, y (hacerse) en circunstancias específicas”.

¿Qué es la bioética?

La bioética, en realidad, es un área interdisciplinaria -yo vengo de la filosofía- y el objetivo es analizar las prácticas de la medicina, de las ciencias biológicas en general, a la luz de principios y valores morales. Lo que se hace es analizar el aspecto ético que presentan esas prácticas y eso es lo que se entiende por bioética habitualmente. Sin embargo, abarca cuestiones más amplias como la ecología, cuáles son los derechos de las futuras generaciones y si se puede malgastar el medio ambiente. También se analizan los derechos de los animales, cuál es un uso ético de los animales en investigación. Muchas veces se los usa para probar cosméticos y esto genera mucha controversia y posiciones críticas al respecto. Después se analizan cuestiones micro como la relación médico/paciente y macro como temas de salud pública y la distribución de recursos. La bioética es una disciplina muy nueva -que comienza a fines de los 70-, así que todavía está definiéndose.

¿Cuáles son los mayores problemas éticos y morales de su campo de acción en la actualidad?

A nivel internacional habría dos grandes áreas: una tiene que ver con el uso de las nuevas tecnologías como las nanotecnologías y las células madre, ese tipo de investigación de frontera, por un lado. El otro gran tema tiene que ver con cuestiones de pobreza global: cómo enfrentarla, de qué manera. Es un área que está teniendo relevancia. Ahora bien, uno tiene que pensar todo esto dentro de cierto mundo académico. A los que trabajamos en bioética nos interesa mucho lo que se llama “salud global”: las obligaciones de los países más ricos respecto de poblaciones que no tienen recursos, hasta qué punto no hay una obligación de redistribuir. Por ejemplo, este año se celebró el vigésimo aniversario del Nuffield Council of Bioethics, realizando una conferencia sobre el tema y en lugar de hacer un reporte, se decidió armar un proyecto de trabajo sobre salud global. Este es un centro líder a nivel internacional. Hay otros centros que ponen énfasis en las nuevas tecnologías, como por ejemplo, en la posibilidad de obtener el perfil genético vía internet. Hay compañías que, a distintos precios, te ofrecen obtener tu perfil genético. Eso plantea dilemas a los mismos médicos, porque es una información que ni siquiera ellos pueden decodificar. Hay determinadas predisposiciones que no necesariamente plantean una enfermedad, quién puede leer eso, de qué manera. Es un identikit genético que no se sabe muy bien para qué serviría. Eso plantea ciertas cuestiones éticas.

¿Qué opinión te merece la reciente maternidad de Florencia de la V, por medio del alquiler de vientres?

Lo que en general sucede con estas situaciones es que muchas veces surgen para solucionar un problema y después generan perplejidad. El tema del alquiler de vientres en sí no es algo tan complejo, es un contrato social que es nuevo. En general son inseminaciones artificiales. Implica trastocar valores tradicionales y, en muchos casos, llevar al extremo ciertas actitudes que por ahí son cuestionables de los seres humanos, pero cuando se dan naturalmente las aceptamos. Por ejemplo: en la reproducción asistida muchas veces se cuestiona por qué se tiene un hijo y en la reproducción natural tal vez hay hombres y mujeres que tienen un hijo por razones “non santas” -para heredar, para enganchar a la otra persona, para llegar al matrimonio- por razones meramente egoístas y narcisistas, pero como se da naturalmente no se cuestiona. Las tecnologías lo que hacen es resaltar esto.

¿Qué piensa del próximo tratamiento legislativo que buscará sancionar una ley que despenalice el aborto?

Desde los derechos humanos hay una posición bastante clara respecto de la libre demanda y de la posibilidad del aborto, porque además está asociado a cuestiones de salud pública. El aborto ilegal genera mucha mortalidad materna, situaciones bastante terribles sobre todo para las mujeres que no tienen recursos. Esto no quiere decir que todas las mujeres estén obligadas a abortar ni que el aborto sea la solución inmediata a cualquier problema. La sociedad primero tendría que tener una buena educación sexual, preventiva, una posibilidad de anticoncepción. El aborto no debe funcionar como anticonceptivo. Debe ser la última opción, y en circunstancias específicas. Creo que ninguna mujer va alegremente a realizarse un aborto. No es una situación buscada y esperada, sino más bien una última posibilidad ante un embarazo no deseado.

Hablaba antes de una salud global. ¿En qué estamos avanzados y qué nos falta todavía?

Ultimamente, en bioética han comenzado a surgir muchas problemáticas que antes ni siquiera se mencionaban. Y eso es importante. No depende del Gobierno sino también de una sociedad que va creciendo y se va animando a plantear ciertas cuestiones. Me parece que tiene que ver con una mayor madurez. Salimos de una dictadura de mucho miedo y recién ahora la sociedad civil necesita que haya mayor debate y deliberación, y que los legisladores modifiquen ciertas leyes que a la gente no le cierran.

 

Argentina, con sus aciertos y falencias, posee un sistema de salud pública. Muchos de los países que se dicen desarrollados no lo tienen...

Creo que, por suerte, tenemos un sistema de salud pública, hospitales de primer nivel que muchas veces carecen de los insumos necesarios, con profesionales que muchas veces dejan sus vidas para salvar las vidas de otros. Eso es invalorable. Es un derecho y es un lujo con respecto a otros países. Creo que es totalmente inaceptable que países como Estados Unidos no tengan un sistema público de salud. Hay 40 millones de personas que no están cubiertos -el equivalente a la Argentina- y es realmente patético, resulta inaceptable desde una perspectiva ética porque hay una cuestión mínima que no se está cumpliendo. Un país que tiene los recursos que tiene Estados Unidos, más allá de la crisis actual, y en lugar de modificar el sistema de salud, invierte en guerras, tiene una materia pendiente. En Argentina, con todas sus carencias, hay una intención de tener una salud pública y eso es fundamental.

 

 

 

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