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El ?hablar espontáneo? de la gente

Lunes, 26 de septiembre de 2011 23:15

Si el lector ha tenido la oportunidad de acceder al artículo anterior, en el que explicaba mi propuesta sobre la aplicación de la teoría del caos al hablar espontáneo de la gente, ahora podrá ampliar esas explicaciones porque me referiré a varios ejemplos que la ilustran y demuestran su factibilidad.

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Si el lector ha tenido la oportunidad de acceder al artículo anterior, en el que explicaba mi propuesta sobre la aplicación de la teoría del caos al hablar espontáneo de la gente, ahora podrá ampliar esas explicaciones porque me referiré a varios ejemplos que la ilustran y demuestran su factibilidad.

Mi explicación partió de que el hablante -quien conoce perfectamente el “sistema” de su lengua- no se guía, en su habla coloquial, estrictamente por todas las normas académicas de la lengua escrita. En realidad, amén de estas, tiene asumida otra no escrita (la tiene grabada en su cerebro) a la que domina desde que aprendió a hablar, denominada como la “gramática del hablar”. Esta incluye no solo las reglas lingísticas, sino también el dominio de la gestualidad, la entonación y todo otro recurso no lingístico de que se vale para hacerse entender. Lo conocemos como “el hablar espontáneo”.

¿Qué es el “hablar espontáneo”?

Se trata de la comunicación cotidiana que empleamos los que hablamos una lengua. Sus características más importantes, para adecuarse a esta definición son, en primer lugar, la casi total falta de control del usuario sobre cómo se expresa ante los demás. Esto no significa que converse sin orden y sin respetar las normas académicas fundamentales. Para graficar tal situación, sabemos que cualquiera que utilice una lengua, aunque carezca de una formación lingística (que nunca haya asistido a una escuela), es competente para comunicar todo lo que desee a un interlocutor, haciéndose entender perfectamente. Esa es la situación que le permite convertirse en “hablante-creador”, al igual que un eximio escritor. Amén de la espontaneidad en su hablar, hay que recordar que la comunicación espontánea es normalmente rápida, en atención a los turnos del hablar que cada uno, medianamente, respeta durante la comunicación. Ello obliga a entrelazar palabras entre sí y a acortar el camino de la pronunciación en la frase. Para ejemplificar, si nos analizamos en nuestro rápido hablar, veremos que casi nunca nos expresamos así: “Está muy cansado”, sino simplemente, “Ta muy cansao”.

Por lo tanto, en la lengua espontánea encontraremos muchas incorrecciones. Famoso fue aquel reproche que se le hacía a Menem porque decía: “Yo no "necito' (por necesito) eso”. Sin embargo (y dejando de lado la personalidad y el nivel del expresidente, por lo que se le reprobaba ese error), ¿nos dimos cuenta de que muchas veces hicimos lo mismo? El hablar espontáneo lo permite y ninguno de nuestros interlocutores detendrá la conversación para avisarnos que estamos “hablando mal”, salvo que alguno de ellos aproveche -sin ánimo de corregir, sino más bien como un chiste- para destacar algún error.

Es tan real lo que nos pasa cuando hablamos, que en ciertas situaciones la omisión de una “d” situada entre dos vocales (como el caso de “cansao”) da lugar a que esa palabra adquiera otra significación, como en el ejemplo de “tapado” y “tapao” en el noroeste argentino. Si buscamos la primera palabra, el diccionario, entre otras acepciones, nos dirá que es un sustantivo cuyo significado es “prenda femenina de abrigo”; pero, asimismo, en su acepción número 7: “Norte de Argentina, Bolivia y Perú: Tesoro enterrado” (DRAE, páginas 2133 / 2134). Sin embargo, José Vicente Solá, en su “Diccionario de regionalismos de Salta” (página 315, Plus Ultra, 1975), dice: “Tapao. s.m. Tesoro oculto. Es un vulgarismo por "tapado' , término usado en nuestro país y en Perú”. Ahora bien; ¿quién de nosotros salteños, en conversación informal, definiría como "tapado' al tesoro enterrado? Desde hace mucho tiempo que, para nosotros al menos, suena siempre como "tapao'. Y si no, imagínense cambiarle el nombre al restaurante que está en 20 de Febrero esquina Leguizamón: “El Tapao de la Leguizamón”: nadie lo nombraría como “El Tapado de la Leguizamón”.

Todas estas son cuestiones de la lengua oral espontánea. Muchas de ellas no trascienden a la escrita, pero sí se conservan tal como el hablante espontáneo (todos, cualquiera) las emplea en una comunicación concreta.

Sin ánimo de abundar, sino para que se comprenda mejor aún esto, tenemos la castellanización formal, por parte de la Academia, del término inglés “football” como "fútbol'. A pesar de ello, también existe la palabra "fulbo' y "fulbito' que, en muchas ocasiones, poseen mayor fuerza expresiva para los hinchas, en forma particular entre la gente sencilla. Asimismo, ellos han castellanizado las palabras “knock-out”, como "nocáu'; “foul”, como "ful'; “fixture”, como "ficture', proferida de ese modo; “performance”, como "perfomance', también pronunciada así, con el sentido de “rendimiento” o “resultado”; “linesman”, como "laiman'. Pero asimismo, fuera del ámbito futbolístico, “shopping”, como "shopin' / "chopin' / "yopin'; lo mismo que “show”, como "shou' / "you' y hasta "chou'; “thank you”, como "senquiu'; “cowboy”, como "cobói' y “sandwich”, como "sánguche' o "sánguich[e]'. A la vez, entre muchas otras, tanto del inglés, como en este caso del francés, “amateur”, que es pronunciada tal cual se lee en castellano.

El lector puede apreciar estos y otros numerosos términos y frases que han sido tomados desde varios idiomas, además del inglés y el francés y -según se lo indicaba su oído acostumbrado a la fonética castellana, de acuerdo con la adaptación que cada hablante-creador consideraba apropiado- luego pasados a nuestra lengua, los cuales quedaron en el léxico popular del “hablar espontáneo”, siendo aceptados muchos de ellos por los académicos. Podemos ejemplificar esto último con casos provenientes del italiano: “pizza”, palabra que, en un nivel culto, se articula como "pitsa', pero en el popular se prefiere la forma "pisa'.

El hablante-creador, por lo tanto, es el principal responsable del desarrollo y actualización de su lengua.

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