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Juan Falú: ?Este es el período de mayor auge de la guitarra en toda la historia?

Lunes, 15 de octubre de 2012 10:35

El vínculo de Juan con Eduardo Falú “fue particularmente intenso en mi infancia y adolescencia; fue un vínculo importantísimo y determinante”.

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El vínculo de Juan con Eduardo Falú “fue particularmente intenso en mi infancia y adolescencia; fue un vínculo importantísimo y determinante”.

“Ejercí pocos años (la profesión de psicólogo) porque entre estar en el sillón o el diván me pareció que más tenía que estar en el diván”.

Se llama Juan y es tucumano. Anda por la vida con el privilegio y el peso de ser Falú, pariente de los de Salta, sobrino de don Eduardo. Estuvo aquí la semana pasada con Guitarras por el Mundo, invitado por el gremio UPCN, junto con Eduardo Baranzano, Nicolás Tolaba, Adrián Alanís y Dante choque; actuaron en la Capital, General Gemes, Rosario de la Frontera y Cafayate. Durante los años de la última dictadura, Juan se graduó como Psicólogo, pero debió exiliarse en Brasil; uno de sus hermanos, Lucho, está desaparecido. Durante esos años tuvo tiempo para escucharse lo suficiente y entender que tenía sonidos propios. Con ellos recorre el mundo desde entonces. Por ellos es uno de los intérpretes de guitarra y compositores más celebrados del país, con reconocimiento mundial. Una síntesis de la larga charla con El Tribuno es lo que sigue.

Un tucumano de apellido Falú en Salta, ¿cómo se siente?

Debo reconocer que me siento en un lugar especial porque el apellido tiene gran significación en Salta. Días pasados toqué en Rosario de la Frontera y me di cuenta de la importancia que tiene la guitarra, sobre todo a partir de la incorporación de la guitarra de Eduardo (Falú). Allí mismo alguien me preguntó algo que responde a tu pregunta. Cuando terminé el show, un hombre me dijo: “a mí me gustaba lo que conocía pero me gustan las cosas nuevas que le escuché a usted y me gustan las dos cosas”. Mientras haya esa recepción, yo me voy a sentir bien.

¿Cómo fue el vínculo familiar con Eduardo?.

Fue particularmente intenso en mi infancia y adolescencia, un vínculo importantísimo y determinante. Después yo hice mis caminos, tomé mi rumbo, inclusive me tuve que ir del país y dejamos de tener la misma frecuencia e intensidad.

¿Fue determinante para que usted sea guitarrista?

Sí, obviamente que sí. Pensá que era determinante para alguien que no lo conocía... imaginate lo que era para mí, con el vínculo parental. Pero además de la influencia de Eduardo, yo tenía oído para la guitarra, entonces estaba como predestinado a seguir un camino de altísima exigencia.

¿Usted recuerda haber querido ser como él o por el contrario, distinguirse rápidamente?

Todo niño y hasta más grande uno tiene identificaciones y modelos, familiares o no. Pero en realidad y sentí que había alcanzado cierto nivel de madurez cuando escuché que mi propia música brotaba. Cuando tuve la percepción de la música propia sentí que había crecido, que había roto con un modelo que, por un lado puede ser inspirador, pero por el otro puede ser inhibidor o bloqueador. Lo más sano en mi camino personal fue buscar la diferencia.

Ud. ha dicho alguna vez que recién pudo terminar de despegarse del apellido durante su exilio en Brasil, en los 70. ¿Cómo es eso?

Es así, no porque el exilio sea sinónimo de crecimiento. Fue una edad en la que operaban en uno algunos cambios. Además siempre tuve una mirada crítica del afuera y del adentro, eso a mi me sirvió en esos años tan difíciles para reflexionar sobre el significado de lo que venía pasando en el país, en la familia, en mi vida personal. Si no hubiese tenido esta especie de introspección, creo que se hubiese retrasado bastante ese crecimiento.

¿Dónde quedaron sus estudios de Psicología de fines del 70?

Tengo el diploma arriba de un piano en mi casa.

Bastante simbólico ¿no?

Si, claro. Siento un calorcito íntimo y muy especial cuando lo miro porque mi paso por la universidad ha sido una experiencia rica en muchos sentidos. Ejercí pocos años, porque entre estar en el sillón o el diván me pareció que más tenía que estar en el diván.

¿Sigue yendo al diván?

Creo que haber estado en la Facultad de Filosofía y Letras en ese momento de la historia, nos acercaba a esos espacios. Sí hice terapia. Creo que hice menos de la que debería haber hecho, porque me considero tan, pero tan complicado que creo que nadie me va a ayudar.

¿Cuál cree que es, para usted, el principal legado de Guitarras del Mundo?

Siento que he aportado a la creación de un espacio muy importante de la guitarra. Siento mucho el reconocimiento de guitarristas, del público y de medios, por esta iniciativa, igual que por la creación de la primera carrera de Música Argentina, en el colegio Manuel de Falla de Buenos Aires. Son dos espacios muy importantes, siempre pensando en la formación musical de nuestros músicos. De todas maneras, siempre pienso que tengo que dedicarle más tiempo a mi faceta de músico, sobre todo al del compositor. Cuando uno es compositor, necesita disponer de tiempo para la creación, para el arreglo de las ideas musicales, para la grabación de esas ideas. Y llega un momento que me cuesta porque estoy en muchos frentes. Pero todas son importantes, por lo que sigo con todas, aunque sí que cansan...

¿Hay buenos guitarristas en Argentina?

Sí, y muy buenos. Creo que éste es el período de mayor auge de la guitarra en toda la historia. Nosotros tuvimos excelsas figuras de la guitarra. Ahora hay muchos y muy buenos.

¿A qué lo adjudica?

Me parece que puede haber ayudado mucho el hecho que los músicos que tocan música argentina sobre todo, tienen una enorme información musical y las posibilidades que proporciona internet permiten acceder al conocimiento de músicas, intérpretes... Se abren a muchas influencias y entonces tienen un abanico de información, manejo de técnicas, de teorías, de armonías y lenguajes musicales que nosotros no teníamos. Nosotros para conseguir eso teníamos que estudiar mucho en una academia. Es este un momento muy especial, se conjugan un buen conocimiento de las formas musicales tradicionales con un buen bagaje teórico y técnico. Esa confluencia de capacidades es notoria y se advierte fácil en las generaciones nuevas.

¿Le gusta más interpretar música popular o los clásicos?

Yo toco folclore, mi raíz es folclórica y lo que más me gusta es tocar una zamba.

¿Qué tiene la zamba que la prefiere?

Tal vez yo no tenga la respuesta. Tal vez sea un misterio que enamora, tal vez no sea necesario responder a esta pregunta...

¿Se ha imaginado su vida sin tocar la guitarra?

No, no lo imaginé, ni está en mis planes.

¿Nunca volvería a la Psicología?

Mmmmm....no... aunque a veces lo pensé. A veces tengo la idea de que por la experiencia vivida sería más aplomado para ejercer la Psicología Clínica que hacía, pero es nada más que una fantasía. Mi aplomo y mi seguridad están centrados en la guitarra, no tengo dudas.

A qué guitarristas argentinos admira?

Hay muchos, pero tengo especial predilección por Jorge Cardozo, misionero; Ricardo Moyano, riojano, Carlos Moscardini que es bonaerense. También Jorge Jewsbury, cordobés de Río Cuarto, más como compositor.

¿Y del mundo?

Ellos están entre los del mundo que prefiero.

 

 

 

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