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Rafael pasa sus noches en la puerta de la iglesia Santa Cruz

Miércoles, 03 de octubre de 2012 21:54

Hace ya nueve años, Rafael Napolitano veía cómo su vida giraba del sufrimiento a la felicidad. A poco de tener un grave accidente laboral, conoció a la mujer salteña de la que se enamoró. Fue en su pueblo natal, Pomigliano D’Arco, en la provincia italiana de Nápoles. Y viajó con ella a empezar una nueva vida en Argentina. Lo que nunca imaginó este hombre de 39 años que ahora busca las palabras para contar su desgracia es que terminaría perdiendo todo y pidiendo limosna en una iglesia de Salta .

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Hace ya nueve años, Rafael Napolitano veía cómo su vida giraba del sufrimiento a la felicidad. A poco de tener un grave accidente laboral, conoció a la mujer salteña de la que se enamoró. Fue en su pueblo natal, Pomigliano D’Arco, en la provincia italiana de Nápoles. Y viajó con ella a empezar una nueva vida en Argentina. Lo que nunca imaginó este hombre de 39 años que ahora busca las palabras para contar su desgracia es que terminaría perdiendo todo y pidiendo limosna en una iglesia de Salta .

En 2003, Rafael perdió los dedos de su mano izquierda hasta los nudillos y el índice de la derecha , mientras operaba una prensa hidráulica en una fábrica automotriz. Por su discapacidad, el Estado italiano lo jubiló con un haber mensual de 1.800 euros. Además, la aseguradora de trabajo le adelantó a cuenta 130.000 euros.

Poco después conoció a su ex novia –le dice “Marta” porque no quiere ni mencionar su nombre– y viajó con ella a la Argentina con una visa de turista. Su idea era volver a vivir a Italia con doña Carmela Toscano, su madre. Pero su ex lo convenció de quedarse. “Primero alquilamos y después fuimos a la casa de sus padres”, recuerda.

Una vez en Salta, Rafael le otorgó un poder para que cobrara la pensión. La visa se fue renovando cada tres meses, hasta que en el 2008 le dejaron de enviar el dinero porque tenía que renovar la carpeta médica en Italia: “Ella cobraba las jubilaciones y disponía del dinero. Cobraba y se iba al casino a jugar. No me daba ni para cigarrillos”.

–¿Cómo llega a ser mendigo?

-Cuando Marta ya no pudo cobrar mi pensión, empezaron los problemas. Un día volví del centro en remís. Me bajo, toco el timbre y ella atiende por la ventana. Le pido que me dé 8 pesos para pagar el viaje, y le grita al remisero “no hay plata y si quiere, mándelo en cana”. Fui en cana, como se dice aquí, por 8 pesos. No recuerdo cuántos días estuve preso.

-¿Qué pasó al salir?

-Ella se había ido. Sus padres me preguntaban a mí dónde estaba. Yo no sabía nada. Una vecina dijo que se fue con un hombre. Después nos enteramos que viajó al sur, donde vive ahora. Se llevó mis documentos. Me dejó en la calle. Y sin pasaporte no pude renovar la visa. Hace casi cuatro años que vivo irregularmente en Argentina.

A Rafael ahora se lo ve callejeando por Salta con Perla y Chiquitín, sus perros que adora. Lleva varias bolsas plásticas con cosas que recoge de la basura, o que la gente le da. “Me puede faltar a mí la comida, pero a mis perros, no”, dice. Cuenta que nadie le quiso dar trabajo. “Me veían las manos y me decían que no había nada. Entiendo, si ni siquiera puedo barrer con una escoba”, dice.

Su esperanza es poder algún día volver a Italia. Allí mantiene contacto con su madre. “Le conté todo. Que no tenía dónde vivir. Que estaba durmiendo en la calle. Sin poder bañarse, y que para comer, iba casa por casa pidiendo las sobras de los almuerzos, o pan duro. Mamá me dijo que no podía estar así y con mi hermano, me enviaron un pasaje de avión, a confirmar en ventanilla –no recuerda la línea aérea–, pero no puedo hacer uso del pasaje porque no tengo pasaporte.

- ¿Desde cuándo está tu boleto de avión en ventanilla?

-Desde fines de 2008. Pero no tengo pasaporte. Mamá inició los trámites el año pasado en Italia, y se está gestionando en el Consulado Italiano de Córdoba. Pero nadie me puede decir nada. Y encima, como vivo en la calle, no tengo dónde recibir una carta. 

Fuente: Clarín.com

 

Rafael Napolitano durante la procesión en honor a la Virgen y al Señor del Milagro

En la recorrida que realizó El Tribuno el 15 de septiembre durante la procesión en honor a la Virgen y al Señor del Milagro, en busca de imágenes que reflejen la convocatoria que tiene este tradicional movimiento religioso, hubo una en particular que llamó la atención de nuestros periodistas: sentado sobre la parte trasera de la Catedral, que da a avenida Belgrano, un hombre de aspecto descuidado y ajeno a todo lo que se vivía aquel día, compartía parte de su almuerzo junto a su perro. Rafael Napolitano hoy es noticia en diferentes medios del país tras narrar su particular historia. Llegó de Italia, se enamoró de una salteña que, según explicó, le hizo perder todo lo que tenía, quedó en situación de calle y ahora pasa sus días pidiendo limosna en una iglesia. 
  

El Tano sentado en la parte trasera de la Catedral durante el Milagro

 

Rafael pasa sus noches en la puerta de la  iglesia Santa Cruz

Tras los diversos comentarios que tuvo la nota de Rafael Napolitano y gracias al aporte de Coni, un usuario registrado en la página web de El Tribuno, sobre el paradero de esta persona, un equipo de este medio se dirigió hasta la iglesia Santa Cruz, ubicada en calle Santa Fe 1247, para tratar de ubicar a Rafael. En el lugar finalizaba una misa y la cantidad de personas ubicadas en las afueras de la iglesia era numerosa. Al no encontrar en ese momento a Rafael, vecinos del lugar se acercaron y brindaron información sobre él. “Todo el barrio lo conoce acá, le decimos el ‘Tano’. Pasa todas las noches en la puerta de la iglesia, es raro que no lo hayan encontrado hoy”, afirmó un vecino del lugar. Al ser consultados sobre si en alguna oportunidad alguien trató de ofrecerle ayuda para sacarlo de su estado de indigencia, los vecinos agregaron que "pareciera ser que eso a él no le interesa". “Muchas fueron las personas que le ofrecieron amparo y hasta abrigo y un techo en las épocas de frío, pero él no quiere, rechaza todo, tiene un carácter muy particular, incluso dicen que hasta del mismo Gobierno italiano le ofrecieron ayuda para sacarlo de su estado de indigencia, pero que también se negó, pareciera ser que ya se acostumbró a esta vida” agregó un vecino que no quiso dar su nombre.  

 

 

 

 

 

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