“De noche no se asoma nadie acá, porque no tenemos ni comisaría ni nada”, define Manuela Vega, madre de once hijos, quien como tantas jefas de hogar de Convivencia tiene impresa en la retina la peligrosidad de las patotas de San Benito y Solidaridad. Es que esos grupos dirimen sus conflictos en Convivencia City, la plaza del barrio.
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“De noche no se asoma nadie acá, porque no tenemos ni comisaría ni nada”, define Manuela Vega, madre de once hijos, quien como tantas jefas de hogar de Convivencia tiene impresa en la retina la peligrosidad de las patotas de San Benito y Solidaridad. Es que esos grupos dirimen sus conflictos en Convivencia City, la plaza del barrio.
“Vuelan cascotes y hay que esconder a los niños. Llamamos al 9-1-1, pero la policía viene cuando ya pasó todo”, continúa. A veinte cuadras del lugar que les oficia de arena a esos grupos criminales se encuentra la comisaría de Solidaridad y a igual distancia la de San Ignacio. Pero no es casual que esa plaza se haya convertido en el lugar dilecto de los malvivientes: Convivencia City no está iluminada.
Rosa Ríos, presidenta del centro vecinal, explicó que en ese mismo terreno -rodeado por las manzanas 6, 7, 8 y 9- aún quedan 4.260 m2 en donde está proyectada la construcción de un destacamento policial. “La última vez que fui a averiguar me dijeron que todos los papeles habían pasado a Obras Públicas para hacer el presupuesto”, comentó. Pero los vecinos además demandan participación en la formulación, ejecución y mantenimiento de las obras de infraestructura en su barrio. Para ello formaron la Cooperativa de Saneamiento Virgen de Urkupiña, integrada en su mayoría por desocupados, que hasta el momento no resultó beneficiada con ningún contrato temporal de la Municipalidad.
Rosa asegura que los funcionarios no tienen la debida proporción de las carencias cotidianas de los pobladores de Convivencia.
“La otra vez presenté una nota en la Cooperadora Asistencial exponiendo la situación de extrema necesidad que padecen unas veinte personas acá. Hay gente que va a comer del basural, sacan pollo o carne de ahí y pienso que esto no puede ser habiendo un gobierno. Les pido que los ayuden con un bolsón mensual, pero siempre hay peros; les piden todos esos papeles y creo que es una estrategia para desanimarlos”, se lamentó.
Ahora las familias cifran su esperanza en que el intendente capitalino Miguel Isa le conceda una audiencia a Rosa y sus colaboradores para que puedan exponer los puntos clave y consensuar soluciones a sus problemas.