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Farid Salim: ?Soy el vago campeón de la familia?

Domingo, 18 de noviembre de 2012 01:19

Farid peleó con Rubin Cartel, quien estuvo 20 años preso injustamente. La película “Huracán” está basada en su vida. L“Maravilla Martínez es inteligente, sabe hablar y aprovechó el momento. Pero por su estilo, en otra década lo hubieran derribado fácilmente”.

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Farid peleó con Rubin Cartel, quien estuvo 20 años preso injustamente. La película “Huracán” está basada en su vida. L“Maravilla Martínez es inteligente, sabe hablar y aprovechó el momento. Pero por su estilo, en otra década lo hubieran derribado fácilmente”.

Rodeado de profesionales e inmerso en un contexto cultural y artístico por donde se lo mire, Farid Salim quiso ser campeón y no se equivocó. Fue el único de once hermanos (son 12 en realidad, pero una de los cuatro mujeres falleció a los 7 años) que no siguió estudiando por hacer del boxeo su “oficio”, como él lo definió. Está casado hace más de cincuenta años con Bárbara Hennessy, norteamericana, quien se recibió en la UNSa de licenciada en Enfermería y es titular en un instituto de inglés en la provincia. Tienen dos hijos profesionales: Carolyn , master en Diseño Gráfico, y Farid, geólogo.

Su padre Salomón vino de Siria escapando de la guerra cuando Salta tenía cerca de 15 mil habitantes, entre 1908 y 1910 más o menos. Tenía entonces 16 años. Luego regresó a su país, y con el tiempo se casó con Fetne Abraham. El tenía 25 años y ella 13. “Un día decidieron radicarse en Salta y se vinieron al país en barco, junto al mayor de los hijos, Elías Salim, quien es farmacéutico. Otro nació a mitad de camino, en Brasil. Es Jorge, también farmacéutico. Así comenzó la historia de los Salim en la provincia. En la actualidad de los ocho varones solo quedan tres: Justo y Mario, ambos médicos, y Farid, quien en diálogo con El Tribuno se definió como “campeón vago”.

Una historia singular de un verdadero campeón, un hombre que supo codearse con los púgiles más importantes del momento a nivel nacional e internacional. “He peleado con los mejores del mundo: el Huracán Carter, Joey Archer, Joey Giambra, Ted Wright y Yama Bahama”. Un verdadero fanático del fútbol, llegó a jugar en la primera del Club Comercio, pero luego por algunas diferencias con un entrenador de turno decidió dejar ese deporte para seguir con el boxeo. Estuvo en el equipo de fútbol que participó de la primera edición de los Juegos Evita, a fines de la década de los 40. “Fue en la cancha de River. Esa noche le di la mano a Perón”, recuerda el campeón.

Amigo de grandes poetas y figuras reconocidas de la cultura salteña, como el Cuchi Leguizamón, Farid Salim es un apasionado de la música. “Al Dúo Salteño lo armó uno de mis hermanos, el Chacho Echenique es sobrino mío, Patricio Jiménez era como mi hermano y con el Cuchi nos criamos juntos, en el mismo barrio”, cuenta el Turco. Bondadoso, amable y con la predisposición que solo las grandes figuras saben tener, Farid Salim abrió las puertas de su casa para dialogar con El Tribuno. Aprovechó el momento para mostrar fotos de sus seres amados con buena música de fondo, el folclore que tanto le gusta. Para la ocasión eligió dos temas de Alito Salim, uno de sus talentosos sobrinos que pronto hará conocer públicamente su nuevo disco: “Desde Adentro”.

¿Cómo comenzó con el boxeo?

Tenía 11 años cuando subí por primera vez a un ring, y pesaba 45 kilos. Te hablo en un contexto de familia muy humilde, pobres. Pero a pesar de mi edad tenía conocimientos del boxeo por mi hermano Héctor. El fue uno de los grandes boxeadores que tuvo Salta y como amateur fue uno de los mejores del país. Antes de ser profesional tenía un récord de 132 peleas y 120 nocauts.

Aprendió viéndolo a su hermano.

Sí, además en ese momento servía como un medio de vida. Como amateur pagaban bien a pesar de que no había que cobrar, pero se cobraba como cualquier otro deporte. En el fútbol, por ejemplo, siendo amateur tenés un rédito. Había que hacer algo; éramos 12 hermanos y cada uno se dedicaba a alguna profesión.

¿Siendo amateur, incluso novicio, cómo le fue?

Debuté en el boxeo en el año 1947; como novicio me quedé cerca de ganar el campeonato argentino. Me descalificaron en la final porque mi hermano Héctor lo puteó al referí, así que no pude terminar la pelea. Terminé como subcampeón. Ahí peleaba en medio mediano. Después, como amateur, fui mediano, la misma categoría que el chango éste, Maravilla Martínez. Fui dos veces campeón argentino, campeón latinoamericano, campeón militar y rioplatense, todo en amateur. Hice cerca de 65 peleas.

¿Y qué otro deporte le gustaba?

Hacía más fútbol que boxeo, me gustaba más incluso. A los 15 años jugué en la primera del Club Comercio. Jugué con los hermanos Sastre y con Petrinelli, el más chango era yo. También participé en los famosos torneos Evita. En Salta salimos campeones.

¿Ahí lo conoció al general Perón?

Sí, en la inauguración del Campeonato Evita, en la cancha de River, esa noche le di la mano a Perón. Eso fue en el año "52 más o menos. Sabíamos que gracias a Perón íbamos a conocer Buenos Aires y así fue. Nos dio la mano a todos, era un hombre hermoso hablando, tenía una polenta que conquistaba a todos. Me acuerdo que cuando nos vinimos nos dijo: “busquen un terreno que yo les hago una cancha”. Todo eso que se dice y hace en la política. Pero haberle dado la mano fue una emoción grande.

¿Cómo era como futbolista?

En el momento de debutar en el torneo Evita era chico pero tenía mucha experiencia jugando al fútbol, lo hacía todo el día. Jugaba de cinco, era buen futbolista y hasta los 17 años practiqué; después seguí con el boxeo. Dejé el fútbol porque me enojé con un técnico de Comercio por no haberme puesto en una final para ascender. Yo me venía de Córdoba a jugar, me pagaba el pasaje.

En 1958 debutó en el boxeo como profesional. ¿Cómo fue?

Después de un año entrenando en Buenos Aires me hicieron debutar como profesional. Durante ese tiempo aprendí todo el oficio del boxeo. Dejé de estudiar Medicina (hizo un año) para dedicarme al boxeo. Fue una apuesta, si me iba bien mejor, y si no, me dedicaba a trabajar.

¿Y por qué dejó de estudiar?

Después de haber hecho un año de Medicina, me tocó el servicio militar. De Córdoba, donde estudiaba, me fui a Buenos Aires y ahí (en el servicio) salí campeón argentino y latinoamericano amateur. Era el mimado dentro del Ejército. Después de hacer el servicio militar, decidí escribirle una carta a mis hermanos y padres donde les comuniqué que me iba a Buenos Aires para hacer boxeo, que en un año iba a ser campeón argentino y me retiraba. Elías, el mayor de mis hermanos, después de leer la carta entre todos dijo: “bueno, después de todo un campeón no tenemos. Médicos hay varios, pero no un campeón”. Y me respondieron para que le metiera nomás.

¿Cumplió con lo prometido?

Al año y pico de empezar boxeo profesional fui campeón. Iba a dejar pero como campeón gane 25 mil pesos, y me propuse dejar el boxeo después de ganar un millón de pesos. Y así fue, gane esa plata y dejé el boxeo. Después seguí con la venta de autos.

Fue campeón argentino de los medianos, ¿por qué no llegó a ser campeón del mundo?

Porque no quería que me manejasen desde Buenos Aires, tenía desconfianza. Uno de los que se ofreció a manejar mi carrera fue Tito Lecture (el promotor más importante del boxeo argentino) pero no acepté.

¿Y al final cómo le fue en su primera pelea como profesional?

Fue muy feo. Después de haber entrenado un año para esa pelea, el changuito (Santos Galván) que había peleado conmigo murió de un derrame cerebral. Yo tenía una preparación para ser campeón argentino. En la primera pelea, antes del debut me vendaron las manos con un vendaje muy distinto al que te hacen cuando sos amateur, porque el puño queda como con un yeso. Me acuerdo que le dije a mi manager, cerrando la mano derecha, que si le pegaba con esa mano lo podía matar. Y me dijo que a mí me podía pasar lo mismo. Por supuesto, nunca imaginamos que algo así podía pasar. Gané por nocaut en el primer round. El se levantó y cuando estaba bajando del ring cayó, algo se le había reventado en la cabeza.

¿Cómo siguió todo?

Después de eso no quería pelear más. De esa forma no me gustaba. Encima en esa primera pelea gané mil pesos cuando siendo amateur ganaba cinco mil. Mis hermanos y amigos, después de unos meses, me convencieron para volver. Yo no quería saber nada, pero seguí. Algunas de mis primeras diez peleas fueron por nocaut y me daba miedo cuando caían los tipos. A partir de lo que pasó, cambié mi estilo, empecé a ganar por puntos.

A pesar del debut, le fue muy bien como profesional...

Fui campeón argentino y estuve rankeado entre los 10 mejores del mundo. He peleado con los mejores: el Huracán Carter, un tipo al que lo metieron 20 años presos injustamente y después le dieron el título del mundo; con Joey Archer; Joey Giambra; a Ted Wright que le ganó a Federico Thompson, después lo agarré yo y le gané (el 28 de octubre de 1961 nada menos que en el Madison Square Garden de Nueva York); Yama Bahama.

¿Qué diferencias hay entre el boxeo de su época con el actual?

Antes había más buenos boxeadores, era más difícil. Ahora uno bueno llega, casi no tiene rivales. Antes había un solo campeón; ahora en cada categoría hay un montón de asociaciones.

Y en Salta, ¿cómo era?

Había muy buenos boxeadores, los mejores fueron pupilos míos: Arroyo, Lucero, Condorí, Ochoa, Zárate, Rosas; todos campeones. Junto con Cirilo Gil trabajábamos, éramos amigos y socios, hermanos prácticamente.

Con una familia muy particular, cuénteme de sus hermanas

Quedan tres: Sara, la más grande, es la que ofició también como una segunda mamá. La que nos enseñó a escribir, a leer y todas esas cuestiones; Salma y Amelia son maestras. La que falleció es Julia Esther, a los 7 años, en un accidente jugando se prendió fuego su vestidito y murió quemada. Fue tremendo, era una hermosa mujercita.

 

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