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Un hospital cumple 3 años en el abandono

Domingo, 25 de noviembre de 2012 22:23

 Es el colmo de la ironía. Cuando en el norte las demandas en salud son un reclamo diario y constante y la infraestructura disponible es tan escasa, un hospital totalmente equipado en Tartagal “celebra” hoy tres años de abandono.

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 Es el colmo de la ironía. Cuando en el norte las demandas en salud son un reclamo diario y constante y la infraestructura disponible es tan escasa, un hospital totalmente equipado en Tartagal “celebra” hoy tres años de abandono.

El nosocomio se terminó de construir en noviembre de 2009, a cargo de la fundación Sueños Compartidos, que pertenece a las Madres de Plaza de Mayo.
El hospital no fue desmantelado aún porque algunos obreros que contrató la Fundación hacen las veces de cuidadores, las 24 horas del día. 
“El Ministerio de Salud señaló que no podía habilitar el hospital por falta de presupuesto para nombrar a médicos y enfermeros nuevos y que sería una especie de descentralización del hospital Perón”, afirmó el diputado por el departamento San Martín Darío Valenzuela.
No obstante, cerca de la zona se está erigiendo un nuevo hospital en Yacuy, para el que se destinó $1 millón solo para la estructura edilicia, con recursos del Fondo de Reparación Histórica. 
La obra tiene un término de ejecución de 12 meses, luego de lo cual debe disponerse de un fondo para equiparla y que debería incluirse en el presupuesto del próximo año.
Un gran complejo
Ubicado estratégicamente en medio de una decena de comunidades aborígenes y a 3 kilómetros al este de Tartagal, era la primera obra de lo que debía ser un complejo urbanizador integral que incluía la edificación de 300 viviendas de rápida ejecución. De hecho, la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo era la licenciataria en Argentina de una empresa multinacional dedicada a este tipo de construcciones, con la que además se ejecutaron varios complejos edilicios en Buenos Aires y Chaco. 
Como la Fundación no pagó el saldo adeudado, se logró recuperar la mitad del predio, por lo que quedaron para el hospital 5 hectáreas de campo.
El flamante hospital
El nosocomio cuenta con 180 m2 cubiertos, consultorios para atención externa, servicio materno infantil, odontológico, ginecológico y entrada para ambulancia. Como la zona no tiene gas natural, se le proveyó de la estructura para gas envasado, luz eléctrica y agua corriente. 
También tiene dos salas para internación y equipos de computación para cada servicio para llevar el historial clínico digitalizado de cada paciente, algo casi impensado para los hospitales públicos del norte. 


Luchar contra la droga
Ante esta situación, Valenzuela presentó un proyecto para solicitar que las instalaciones del hospital se destinen al funcionamiento del centro de recuperación para adictos de Tartagal Puente Norte. 
“Esta entidad carece de un lugar físico adecuado, en una ciudad donde el consumo de droga creció de forma alarmante y en 20 cuadras hay varias bocas de expendio. El hospital está abandonado cuando hay tanta necesidad”, dijo el legislador.

Todo comenzó con el alud

La irrupción en el norte de la Fundación que dirige Hebe de Bonafini se remonta a los primeros meses del 2009, luego de que en febrero de ese año se produjera un alud que trajo como consecuencia millonarias pérdidas a Tartagal. El alud afectó a medio millar de viviendas, en especial las ubicadas en las márgenes del río que divide en dos a la localidad norteña.

En marzo de ese año, Schoklender llegó al norte para comprar 10 hectáreas. Pagado el 50%, comenzó la obra. Siete meses más tarde el hospital estaba montado; no pasaron muchas semanas que comenzó a llegar el equipamiento del Hospital de Complejidad III. Pero todo quedó allí.

Por su parte, en el marco de la investigación que tiene como principal imputado a Sergio Schoklender, el pasado 28 de marzo el juez federal Norberto Oyarbide visitó el hospital de la Fundación y tomó declaraciones a varios operarios que trabajaron en la obra y al abogado tartagalense Sergio Heredia.

Heredia denunció a Schoklender y a la Fundación por fraude en el manejo de fondos públicos que debían destinarse a las 300 viviendas, que nunca se construyeron. Meses antes otro ingeniero que había dirigido la obra demandó a la Fundación por falta de pago de honorarios.

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