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El Gobierno tomó aire y apunta todo al 7D

Domingo, 02 de diciembre de 2012 12:29

El Gobierno tiene depositados en la Justicia varios de los conflictos más trascendentes de la actualidad.

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El Gobierno tiene depositados en la Justicia varios de los conflictos más trascendentes de la actualidad.

Inesperadamente, y contra muchos pronósticos que anunciaban lo contrario, el Gobierno recibió una intensa bocanada de aire en el conflicto en donde más fuego se le estaba prendiendo. El fallo de la justicia estadounidense, que aleja al menos por varios meses el fantasma de un default técnico para la Argentina, vino en el momento justo para Cristina. Es que tras agitados días derrumbe de bonos y rumores varios en la city porteña, la Presidenta podrá afrontar ahora con menos incertidumbre el objetivo que más la desvela: salir victoriosa en el combate final contra Clarín, que el nebuloso 7D recién estará empezando.

La justicia viene siendo para la Casa Rosada un lugar cada vez más habitual y controvertido. Allí tiene depositados varios de los conflictos más trascendentes de la actualidad: la ley de Medios, la disputa con los fondos buitre -que ya provocó el absurdo embargo de la fragata Libertad- y también los juicios de los jubilados al Estado, muchos de ellos con sentencia favorable para los denunciantes.

Hay un dato que no puede pasarse por alto. Más allá de los avatares que vayan teniendo esas causas en los distintos tribunales, ninguno de esos diferendos tendrá solución definitiva en el corto plazo. Así, el fantasma de la judicialización y las impredecibles consecuencias de sus sentencias seguirán sobrevolando a la Argentina.

La Corte pidió un urgente fallo definitivo en la causa que analiza la constitucionalidad de dos artículos de la ley de Medios. Sin embargo, teniendo en cuenta los largos parates que tuvo la investigación, parece difícil que eso ocurra antes del viernes. Una causa de estas características no solo tiene miles de fojas para estudiar, también tiene un impacto fenomenal en la opinión pública que supone una muy fundada decisión.

De ser así, el Gobierno habrá ganado la primera gran batalla: comenzar a licitar de hecho las licencias de más que tiene el multimedio.

En el caso de que el juez decida antes del viernes, el que salga derrotado apelará inmediatamente, casi condenado a que sea la Corte Suprema la que tenga que dar, en algún momento, una opinión definitiva. El 7D es el comienzo del final de la lucha, pero para nada el final de la misma.

Este enfrentamiento desgastante entre el Gobierno y Clarín, si se cumple la desinversión de la empresa, obligará al kirchnerismo a replantearse buena parte de su estrategia comunicacional. Durante los últimos cuatro años, el multimedio fue el enemigo principal elegido por la Presidenta. Se lo acusó de golpista, desestabilizador, de fogonero de los cacerolazos y de organizador de la protesta de prefectos y gendarmes y del paro nacional con piquetes realizado por el sindicalismo opositor. Incluso, se llegó a vincular a Clarín con el masivo apagón en Buenos Aires un día antes del 8N.

De darse la adecuación de Clarín a la ley de Medios -voluntaria o forzosa- las críticas deberán comenzar a repartirse entre otros sectores, ya que supuestamente no habrá más “monopolios” en la Argentina y la palabra se habrá “democratizado”.

Mientras se profundizan las manifestaciones y paros en contra del Gobierno, los sindicalistas y caceroleros podrían pasar de enemigos secundarios a adversarios protagónicos de la nueva etapa. En ese loteo seguramente entrarán también muchos jueces y continuarán estando varios periodistas no militantes.

Lo que viene

El debate comenzará a centrarse ahora en cómo se financiarán los medios que queden en manos de organizaciones sociales, pueblos originarios o universidades. Eso parece comenzar de a poco a develarse en torno a un elemento clave: la pauta publicitaria. En el Gobierno ya no ocultan la intención de que esa plata del Estado deba distribuirse mayoritariamente entre esos nuevos emprendimientos. El argumento que esgrimen en el kirchnerismo es inobjetable desde lo filosófico, pero deja de lado el objetivo principal que tiene la pauta publicitaria: difundir los actos de gobierno a la mayor cantidad de gente posible. “Los medios que más tirada tienen son los que menos fondos estatales necesitan para su supervivencia. Entonces, lo lógico es que la pauta publicitaria oficial sea un aporte importante para el sostenimiento de los emprendimientos pequeños que surjan”, dijo en off the récord un encumbrado legislador kirchnerista con llegada al tema. ¿Cuál sería la parte dudosa de la situación? Simple, la irremplazable dependencia de la plata del Estado seguramente tendrá impacto directo en sus líneas editoriales. Que no ocurra eso será una demostración de madurez política gigantesca por parte del Gobierno, que contribuiría mucho en democratizar realmente los medios en la Argentina. Lo cierto es que hasta ahora el criterio discrecional de reparto de la pauta estuvo íntimamente ligado a lo que cada medio publica.

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