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En 2013 se buscará corregir el modelo

Sabado, 29 de diciembre de 2012 12:06


La tímidas correcciones al modelo que comenzó a aplicar la presidenta Cristina de Kirchner, como los ajustes de tarifas y los recortes de subsidios, podrían profundizarse en el 2013, con el fin de mantener a raya cierto equilibrio en las variables económicas.
Esto representará un desafío mayúsculo en un año electoral clave si, como todas las señales políticas sugieren, el oficialismo intenta buscar una reforma constitucional con el objetivo de habilitar la oportunidad de otra reelección para la jefa de Estado.
El gobierno estima que si Brasil confirma su recuperación y la cosecha de soja alcanza los niveles previstos, la economía podrá crecer hasta 4,6 por ciento en el 2013, luego de un 2012 que cerrará con un alza inferior al 2 por ciento.
Pero aún con ese viento soplando a favor el año próximo, la Casa Rosada es consciente de que el país necesita reducir las expectativas inflacionarias, que atentan contra cualquier plan de inversión a mediano plazo, pero sobre todo erosionan buena parte del esfuerzo que destina el Estado en planes sociales.
La estrategia diseñada por la Rosada elude abordar en forma explícita el problema de la inflación, porque considera que en caso contrario se alentarían aún más las expectativas de alza de precios, pero el equipo económico es consciente de que el tema deberá abordarse con más herramientas en el 2013, porque ningún proyecto de crecimiento puede convivir a largo plazo con inflación de dos dígitos.
Para desacelerar las expectativas de alza de precios, el Banco Central deberá poner en revisión su laxa política de emisión monetaria, que no puede estirarse hasta el infinito.
La defensa del mercado interno es uno de los caballitos de batalla que el gobierno esgrime como fundamento de su éxito electoral, pero cuanto más artificiales sean los recursos para sostener el consumo, mayores serán los riesgos de deterioro.
Tal vez por ello, la expansión del gasto público haya comenzado a desacelerarse en los últimos meses -en buena medida bajando los niveles de transferencias de coparticipación a las provincias-, y la estrategia de subsidios fue puesta en revisión por parte del gobierno.
Eso explica que Cristina Fernández haya aceptado aumentos en las tarifas de servicios tan populares como el tren y los colectivos, y que previamente haya ordenado aplicar aumentos con sumas fijas en las facturas de electricidad y gas, además de eliminar subsidios en barrios de alto poder adquisitivo y countries.
El problema es que, aún con esas medidas, el rojo fiscal sigue siendo uno de los talones de Aquiles del modelo. El aumento del gasto público, y los mayores egresos provocados por la inflación, acentuaron el déficit fiscal en octubre, que alcanzó los 4.050 millones de pesos, 35 por ciento más que en igual mes del 2011.
Ese desequilibrio se produjo a pesar del auxilio de 3.448 millones por parte de la Anses y del Banco Central, por lo que el déficit podría haber alcanzado los 7.500 millones.
A pesar de estos números, el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, destacó que el Gobierno está aplicando “políticas contracíclicas”, y señaló que ese es el “camino correcto”.
El ministro cerró el año con una reunión fuera de agenda en la Casa Rosada con la presidenta, de la cual se retiró muy contento, tal vez por los aires de renovada confianza que le habría mostrado la mandataria, quien también dio un total respaldo al titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, cuyo mandato fue por renovado por decreto.
Una de las medidas más polémicas que se mantendrá en el 2013 será el cepo cambiario, aunque tal vez acelerando el proceso de devaluación de la divisa a nivel oficial, que este año ya cerrará con una depreciación del peso del 14 %, el doble que en el 2011.

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La tímidas correcciones al modelo que comenzó a aplicar la presidenta Cristina de Kirchner, como los ajustes de tarifas y los recortes de subsidios, podrían profundizarse en el 2013, con el fin de mantener a raya cierto equilibrio en las variables económicas.
Esto representará un desafío mayúsculo en un año electoral clave si, como todas las señales políticas sugieren, el oficialismo intenta buscar una reforma constitucional con el objetivo de habilitar la oportunidad de otra reelección para la jefa de Estado.
El gobierno estima que si Brasil confirma su recuperación y la cosecha de soja alcanza los niveles previstos, la economía podrá crecer hasta 4,6 por ciento en el 2013, luego de un 2012 que cerrará con un alza inferior al 2 por ciento.
Pero aún con ese viento soplando a favor el año próximo, la Casa Rosada es consciente de que el país necesita reducir las expectativas inflacionarias, que atentan contra cualquier plan de inversión a mediano plazo, pero sobre todo erosionan buena parte del esfuerzo que destina el Estado en planes sociales.
La estrategia diseñada por la Rosada elude abordar en forma explícita el problema de la inflación, porque considera que en caso contrario se alentarían aún más las expectativas de alza de precios, pero el equipo económico es consciente de que el tema deberá abordarse con más herramientas en el 2013, porque ningún proyecto de crecimiento puede convivir a largo plazo con inflación de dos dígitos.
Para desacelerar las expectativas de alza de precios, el Banco Central deberá poner en revisión su laxa política de emisión monetaria, que no puede estirarse hasta el infinito.
La defensa del mercado interno es uno de los caballitos de batalla que el gobierno esgrime como fundamento de su éxito electoral, pero cuanto más artificiales sean los recursos para sostener el consumo, mayores serán los riesgos de deterioro.
Tal vez por ello, la expansión del gasto público haya comenzado a desacelerarse en los últimos meses -en buena medida bajando los niveles de transferencias de coparticipación a las provincias-, y la estrategia de subsidios fue puesta en revisión por parte del gobierno.
Eso explica que Cristina Fernández haya aceptado aumentos en las tarifas de servicios tan populares como el tren y los colectivos, y que previamente haya ordenado aplicar aumentos con sumas fijas en las facturas de electricidad y gas, además de eliminar subsidios en barrios de alto poder adquisitivo y countries.
El problema es que, aún con esas medidas, el rojo fiscal sigue siendo uno de los talones de Aquiles del modelo. El aumento del gasto público, y los mayores egresos provocados por la inflación, acentuaron el déficit fiscal en octubre, que alcanzó los 4.050 millones de pesos, 35 por ciento más que en igual mes del 2011.
Ese desequilibrio se produjo a pesar del auxilio de 3.448 millones por parte de la Anses y del Banco Central, por lo que el déficit podría haber alcanzado los 7.500 millones.
A pesar de estos números, el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, destacó que el Gobierno está aplicando “políticas contracíclicas”, y señaló que ese es el “camino correcto”.
El ministro cerró el año con una reunión fuera de agenda en la Casa Rosada con la presidenta, de la cual se retiró muy contento, tal vez por los aires de renovada confianza que le habría mostrado la mandataria, quien también dio un total respaldo al titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, cuyo mandato fue por renovado por decreto.
Una de las medidas más polémicas que se mantendrá en el 2013 será el cepo cambiario, aunque tal vez acelerando el proceso de devaluación de la divisa a nivel oficial, que este año ya cerrará con una depreciación del peso del 14 %, el doble que en el 2011.

 

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