Cumplió 80 años y aunque la fiesta era para la familia y amigos cercanos, la gente “fue cayendo al baile”, con o sin invitación. Es que el “Palo” Domingo, como le dicen todos, es conocido por cafayateños y foráneos en gran número.
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Cumplió 80 años y aunque la fiesta era para la familia y amigos cercanos, la gente “fue cayendo al baile”, con o sin invitación. Es que el “Palo” Domingo, como le dicen todos, es conocido por cafayateños y foráneos en gran número.
El es el primero que decidió hacer su propia bodega y salir a competir a un mercado que hace varias décadas, era terreno exclusivo de dos nombres bodegueros históricos en la zona. Hoy, él es conocido por su empuje y por haber formado una empresa cuyo apellido se sienta en la mesa de millones de personas en el país y el mundo.
En Cafayate hablan de sus 80 años y la fiesta. Parece que fueron muchos...
En realidad era muy familiar, pero vinieron amigos de hace tantos años. Hicimos un lunch frío, cada uno se servía y bueno, había comida para estar hasta las 6, pero algunos abandonaron temprano nomás.
¿Se acostó a las 6 y ya está despierto? (la entrevista se hizo al mediodía).
Y bueno, a esta edad se duerme menos y se goza más...
En una fecha así ¿se acuerda de cuando empezó la empresa?
Mirá, la vida mía ha sido de gitano. Tuve mil actividades y en un momento, por alguna circunstancia, empecé a plantar viñas. Y acá se dice que el que planta, si es soltero, se queda soltero porque se enamora de la planta, porque es como tener un hijo e ir formándolo. Entonces, una vez que formó la viña, aparece el problema de sacar una buena uva, y cuando tiene una buena uva quiere hacer un buen vino. Así se forma el ciclo, la rueda gira y no se puede olvidar... enamora.
Y ese comienzo ¿en qué año fue?
Las viñas las comencé en el año "68, y la bodega en el 77 o 78. En esos años me compraron una uva y no me la pagaron. Entonces armé una pequeña bodega y empecé a vender vinos en damajuana. Me costó muchísimo entrar al mercado. Cada vez que veía una pizarra de venta de vinos, decía todos los nombres y allá atrás, al fondo, decía Domingo Hermanos. Ahora está al revés. ahora el restaurante que no tiene Domingo Hermanos en primer lugar es raro. De Primera B hemos pasado a Primera A.
¿Le llevó muchos años?
No tantos. Mi idea fue empezar con venta de vinos regionales de calidad en damajuana. Mantuve la calidad, el precio y la gente me fue conociendo. Después empezamos con vinos finos y ahora los tenemos en buenos mercados: Estados Unidos, Colombia y en Europa. Y ahí yo di un paso y le cedí lugar a mis hijos que están trabajando fuerte con la exportación.
¿Por qué Domingo Hermanos?
Cuando comenzamos la bodega éramos dos hermanos los dueños. Teníamos una sociedad con un montón de actividades. Después nos dividimos y siguió la marca. Y ahora con mis tres hijos continúa porque los tres están incorporados al negocio.
¿Cómo ve a Cafayate y al mercado del vino?
Antes todo el mundo pensaba que hablar de Cafayate era hablar de vino torrontés. Pero hoy se ha demostrado que en Cafayate se producen los mejores malbec del país.
Esto hace que otros argentinos y extranjeros estén radicados en la zona pensando en la exportación de nuestros vinos que se han abierto un espacio importante en los mercados de Estados Unidos y Europa. Hoy hablar de Cafayate es sinónimo de buen torrontés y buen malbec.
Y ahora que se corrió del centro de la empresa ¿qué hace?
Ando hinchando los “coquitos”. Busco las fallas que cometen los chicos en los viñedos y se las digo, y así.
¿Qué es lo que más le gusta de esta actividad?
La viña... me gusta todo. Plantarla, podarla porque ese es el resultado que va a tener para tener una buena cosecha. Y sobre saber, como se dice, que la viña ama al sol, pero más ama la sombra que le da el amo.