Ana, Anabel y Valeria están sentadas en la puerta de la precaria casa que la primera de ella acaba de construir. Con un fuerte sol que intentan aminorar abanicándose con pedazos de cartón, las tres mujeres sacan cálculo de cuántos días llevan viviendo en el asentamiento. Y no se equivocaron. Hace 150 días que los asentados se instalaron en el exbalneario municipal de Campo Castañares, terreno que donó la familia Durand en la década del "70 al municipio, y cuyos herederos intentaron recuperar, aunque sin éxito. Quienes viven allí, son solo unas cuantas familias dentro un universo mucho mayor: en Salta, son 20.000 los hogares que no cuentan con instalaciones en baños, conforme los datos que brinda el Indec según el último censo 2010.
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Ana, Anabel y Valeria están sentadas en la puerta de la precaria casa que la primera de ella acaba de construir. Con un fuerte sol que intentan aminorar abanicándose con pedazos de cartón, las tres mujeres sacan cálculo de cuántos días llevan viviendo en el asentamiento. Y no se equivocaron. Hace 150 días que los asentados se instalaron en el exbalneario municipal de Campo Castañares, terreno que donó la familia Durand en la década del "70 al municipio, y cuyos herederos intentaron recuperar, aunque sin éxito. Quienes viven allí, son solo unas cuantas familias dentro un universo mucho mayor: en Salta, son 20.000 los hogares que no cuentan con instalaciones en baños, conforme los datos que brinda el Indec según el último censo 2010.
“Es humillante vivir así. Nos encontramos en esta situación culpa de los gobernantes. Si cumplieran con lo que nos prometieron no estaríamos acá”, expresó con indignación Valeria. Ella, junto con el resto de las mujeres y hombres que allí viven, no tienen esperanzas de conseguir un terreno en otro punto de la ciudad, y toleran con menor resistencia la precaria forma de vida que padecen. Pero además, no están dispuestas a moverse. “Es una injusticia porque uno mira al frente y están los monoambientes que se los entregaron a gente pudiente, cuando los primeros en la lista deberíamos ser nosotros”, exclamó.
Ana se fue de la casa de su madre y se asentó en el exbalneario apenas se enteró que quedaba un lugar en el predio. Asegura que no le gusta vivir así pero “es mejor porque en la casa de mi madre vivíamos 6 hermanos. Cada uno con su familia, y uno no tiene intimidad”.
No solo cocinar es una complicación, bañarse también lo es. Ana no tiene baño más que el que armó con ladrillos y utiliza un plástico blanco como puerta.
Están cansados, cuenta la mayoría de los que allí habitan, pero no están dispuestos a dejar el único pedazo de tierra que lograron conseguir en años.
“Nadie vino a decirnos nada. Solo las primeras semanas que llegamos pero luego de ahí, no volvió nadie”, expresó una de las mujeres.
Las primeras semanas, la Subsecretaría de Tierra y Hábitat intentó censarlos, pero no pudo porque se negaron.
Piden oportunidades
“Nosotros no queremos tierras gratis como piensan todos. Queremos terrenos para construir y sí estamos dispuestos a pagarlos”, apuntó una de estas. En este asentamiento, la mayoría son madres solteras.
En reiteradas ocasiones, los asentados mencionaron que no pudieron ingresar en la distribución de lotes que el Gobierno realizó en los últimos meses.
El exbalneario
Las tierras que conforman el exbalneario municipal se encuentran en un litigio judicial a raíz de que herederos del donante (Jaime Durand) solicitaron la devolución del predio a la Municipalidad de Salta (destinataria de la donación), porque no se utilizó para el fin con el que fue entregado (espacio de recreación y juego). La Municipalidad de Salta sostuvo que se lo entregó al Club Argentino del Norte en concepto de comodato y que las obras para comenzar a reparar el predio se van a realizar, aunque no hay fecha establecida para ello.