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Tránsito en la ciudad: muchas infracciones y nada de autocrítica

Lunes, 20 de febrero de 2012 14:05

Viernes a las 21.30 horas. En un semáforo de la avenida Excombatientes de Malvinas, dos jóvenes motociclistas, sin cascos, se preparaban para correr una picada agitando los motores ante la mirada atónita de los conductores de vehículos detenidos por la luz roja. Amarillo, verde y largaron por el medio de la ruta como dando un espectáculo absolutamente legal. A la altura del barrio San Carlos, un perro de mediano porte decidió cruzar la avenida y, al advertirlo, los inconcientes competidores realizaron una rara maniobra que dejó a uno dentro del canal que corre paralelo a la ruta y, al otro, en el carril contrario. Una osadía inexplicable, un triste espectáculo que pudo costarles la vida.
Escenas de este tipo son cotidianas en el tránsito salteño. Gente que conduce hablando por teléfono; tres y cuatro personas en una moto y, con suerte, una sola lleva casco; cinturones que cuelgan en los autos cómo símbolo de una seguridad inexistente; aceleradores compulsivos frente a semáforos en amarillo; insultadores profesionales que a veces se trenzan en luchas cuerpo a cuerpo; el que estaciona donde quiere; los ciclistas surcadores de veredas y en contramano; los violadores de sendas peatonales; los peatones que cruzan avenidas por el medio; los apurados, cuya prioridad vale más que la vida de cualquiera; y todos los que usted estará recordando ahora.

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Viernes a las 21.30 horas. En un semáforo de la avenida Excombatientes de Malvinas, dos jóvenes motociclistas, sin cascos, se preparaban para correr una picada agitando los motores ante la mirada atónita de los conductores de vehículos detenidos por la luz roja. Amarillo, verde y largaron por el medio de la ruta como dando un espectáculo absolutamente legal. A la altura del barrio San Carlos, un perro de mediano porte decidió cruzar la avenida y, al advertirlo, los inconcientes competidores realizaron una rara maniobra que dejó a uno dentro del canal que corre paralelo a la ruta y, al otro, en el carril contrario. Una osadía inexplicable, un triste espectáculo que pudo costarles la vida.
Escenas de este tipo son cotidianas en el tránsito salteño. Gente que conduce hablando por teléfono; tres y cuatro personas en una moto y, con suerte, una sola lleva casco; cinturones que cuelgan en los autos cómo símbolo de una seguridad inexistente; aceleradores compulsivos frente a semáforos en amarillo; insultadores profesionales que a veces se trenzan en luchas cuerpo a cuerpo; el que estaciona donde quiere; los ciclistas surcadores de veredas y en contramano; los violadores de sendas peatonales; los peatones que cruzan avenidas por el medio; los apurados, cuya prioridad vale más que la vida de cualquiera; y todos los que usted estará recordando ahora.

Por los barrios

El Tribuno se sumergió en seis barrios capitalinos para preguntarles a los vecinos cómo ven el tránsito, cuáles son las infracciones más comunes, y qué debería hacer cada uno para enmendar errores propios y mejorar la seguridad en las calles. Las respuestas, de lo más variadas, terminan enumerando las deficiencias y dificultades por todos conocidas, y delatan un problema: la falta de autocrítica.
Independientemente de las particularidades de cada caso, existen denominadores comunes en las respuestas: la indiferencia de los usuarios de la calle a las reglas del tránsito; la falta de respeto por los demás; y la despreocupación por el peligro.
La lectura de esta consulta, que tiene la limitación de implicar una autocrítica, difícil de hacer para la mayoría, corrobora las observaciones cotidianas del tránsito y contribuye a entender muchos de los siniestros que se cobran tantas vidas en nuestra ciudad y en el país.
Desde el punto de vista social y de la seguridad vial, sin duda, un mayor ordenamiento del tránsito, con reglas claras y que se hagan respetar, sumado a la educación vial de los conductores que incluya aprender a autocontrolarse, y a cooperar en el tránsito, contribuirían a pacificar la convivencia en las calles para el bien de todos. Sin embargo, pocos conductores reciben capacitación y muy pocos cursos incluyen estos importantes tópicos.

Policías para labrar actas

Fueron consultadas 120 personas de los barrios Santa Ana, Castañares, 20 de Febrero, Solidaridad, Intersindical y Santa Lucía. Al referirse al tránsito, la gente señala, en primer lugar, la falta de educación vial; en segundo lugar la escasez de controles y, finalmente, la debilidad de las sanciones.
Una fuerte polémica generó la decisión de las autoridades que habilita a los policías a labrar actas de infracción. Esta cuestión también fue consultada a los vecinos, quienes expresaron opiniones encontradas al respecto. Dijeron frases como: “está muy bien porque hace falta mucho control”; “no me parece bien porque para eso están los inspectores de tránsito”; “me parece que la policía tiene que cumplir otras funciones”; “ahora son más para cobrar coimas”. En el sentido de esta última frase, vale recordar una encuesta digital publicada por El Tribuno recientemente, que muestra que la gente está convencida de que los inspectores de tránsito cobran coimas a cambio de evitar las multas. Esto hace caer en el descrédito a los viejos “zorros” del asfalto que vienen castigados por desbordes personales de algunos ejemplares de esta repartición que conducían alcoholizados la semana pasada, según una nota publicada en este medio, el jueves 16.
Actualmente, la Dirección de Tránsito trabaja con unos cien inspectores y los efectivos de Seguridad Vial de la Policía son 15 por cada turno, lo que resulta insuficiente. Por este motivo se sumarán efectivos de la fuerza al control vial. Esta consulta revela que cada conductor se juzga a sí mismo como idóneo, Reflejando una alarmante falta de autocrítica. Más autoridad y más control es la fórmula del municipio y la Provincia para reducir el nivel de accidentes en la ciudad de Salta.
 

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