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La cuestión minera merece otro debate

Miércoles, 22 de febrero de 2012 22:03

Para el gobernador de la provincia de Río Negro, Alberto Weretilneck, detrás de los ambientalistas movilizados contra la minería a cielo abierto en su provincia está el Grupo Clarín. Esta extrema simplificación de un problema complejo es indigna de un político que proviene de una fuerza tildada de “progresista”. Pone en evidencia la enorme dificultad que encuentra la clase dirigente para incorporar un debate amplio, participativo y honesto sobre las consecuencias a mediano plazo de las nuevas tecnologías utilizadas para extraer minerales o el gas y petróleo no convencionales.

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Para el gobernador de la provincia de Río Negro, Alberto Weretilneck, detrás de los ambientalistas movilizados contra la minería a cielo abierto en su provincia está el Grupo Clarín. Esta extrema simplificación de un problema complejo es indigna de un político que proviene de una fuerza tildada de “progresista”. Pone en evidencia la enorme dificultad que encuentra la clase dirigente para incorporar un debate amplio, participativo y honesto sobre las consecuencias a mediano plazo de las nuevas tecnologías utilizadas para extraer minerales o el gas y petróleo no convencionales.

Afortunadamente, las palabras del gobernador fueron luego moderadas por el senador Miguel Pichetto, quien manifestó su respeto por los ambientalistas, reconociendo que “hay que poner mucha información en la mesa, tener mucho diálogo, mucho compromiso con la sociedad para que el debate tenga nivel de razonabilidad”. Esta es la estrategia adecuada.

Sin embargo, las ambigedades del oficialismo quedaron nuevamente de manifiesto en un artículo del senador neuquino Horacio Lores, publicado en el diario Río Negro. En su opinión, con los recursos de la Cuenca Neuquina pronto se conseguirá cubrir las necesidades de petróleo y gas “para varias décadas”. El senador es presidente de la Comisión de Minería, Energía y Combustibles de la Cámara Alta pero, en su aporte intelectual, el tema medioambiental se reduce a una ligera concesión retórica sobre la necesidad de encarar la explotación de estos recursos “con estricta protección del medio ambiente”.

El tema medioambiental está definitivamente instalado en nuestra sociedad y lo mejor que pueden hacer las autoridades públicas es abordarlo con rigor y profesionalidad. Toda maniobra dirigida a eludir el debate, ocultarlo o distorsionarlo, lo único que logrará es que se introduzca de modo incontrolado, sin facilitar un debate amplio y participativo.

No existe una oposición irracional a la minería y al desarrollo, sino que hay una fundada preocupación por la megaminería a cielo abierto y las consecuencias sobre el uso de los recursos acuíferos. La voladura y triturado de cerros enteros, para someter toneladas de rocas a un proceso de lixiviación -es decir, la separación de los metales utilizando millones de litros de agua diarios con productos químicos altamente tóxicos- pone en riesgo las reservas acuíferas.

En cuanto al fracking, es decir la polémica tecnología para extraer petróleo y gas no convencional -consistente en fracturar la roca en el subsuelo con agua, arena y productos químicos contaminantes-, es un tema de actualidad en el mundo y ha dado lugar a una división aún no resuelta.

La Comisión Europea ha señalado recientemente que no hace falta una regulación única y ha dejado que cada país legisle la materia. Francia y Bulgaria lo han prohibido, mientras que Polonia, que tiene grandes recursos no convencionales, ha decidido explotarlos. Los problemas distan de ser sencillos y es necesario encontrar un razonable equilibrio entre las políticas dirigidas a obtener recursos y la protección del medio ambiente.

El anuncio de la creación de empresas mixtas con participación de los estados provinciales puede dar lugar a un conflicto de intereses, puesto que esos mismos estados son los responsables de las agencias destinadas a controlar esa actividad. No obstante, si las compañías y los gobiernos actúan de modo transparente y se potencian las agencias de control medioambiental al dotarlas de verdadero poder y autonomía, colocando al frente a expertos independientes, que faciliten la participación de ecologistas y ciudadanos, los nuevos proyectos pueden salir adelante.

De lo contrario, pueden encontrar una oposición cada vez más firme de ambientalistas, población en general y agricultores preocupados por la contaminación del agua.

Fatih Birol, el economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía, ha señalado que existe un riesgo real para el medio ambiente si no se hacen las cosas con la debida garantía. No estamos ante reclamos de grupos fundamentalistas sino ante problemas de enorme magnitud que deben ser tratados en un marco de respeto y reconocimiento de todas las miradas y sensibilidades. En esto consiste el arduo trabajo de la democracia.

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