Josep Guardiola, con sus jóvenes 41 años sobre las espaldas y una prolífica trayectoria como jugador en el Barcelona y en la selección española, hoy es, sin dudas, el “señor éxito” del fútbol mundial, con sucesivos lauros en su meteórica carrera de entrenador en el cuadro blaugrana.
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Josep Guardiola, con sus jóvenes 41 años sobre las espaldas y una prolífica trayectoria como jugador en el Barcelona y en la selección española, hoy es, sin dudas, el “señor éxito” del fútbol mundial, con sucesivos lauros en su meteórica carrera de entrenador en el cuadro blaugrana.
Pep, con su inmaculada estampa, su elegancia y su simpleza táctica, se encargó de quemar los libros de las falsas verdades y de incinerar los mitos, aquellos que indican que hay que pintar canas y tener el rostro decorado con surcos para contar con la experiencia que se necesita para integrar la meca selecta y privilegiada de los mejores DT del planeta.
A Guardiola no le basta con ser noticia en el mundo como el hacedor y forjador de identidad de su criatura perfecta, el actual equipo del Barcelona, considerado para muchos el mejor equipo de todos los tiempos. Este catalán triunfador es, además, el protagonista e ideador de un reality show que empieza a ser furor en Europa. Con el programa buscarán talentos futbolísticos por el Viejo Continente que lleva como instrumento de marketing al mejor del planeta: Lionel Messi.
Los participantes del reality deben ir sorteando instancias hasta acceder a una final, en la cual solo uno, escogido por el actual DT del Bar‡a, será el ganador absoluto del certamen, el “nuevo Messi” que se sumará a la cantera de la entidad catalana y tendrá la oportunidad de cumplir su sueño supremo: jugar en el club más exitoso y emular al ídolo argentino.
Pero al margen de esta “mediatización” del talento, el reality de Guardiola es una forma de revitalizar el “potrero” made in Sudamérica y de incentivar a la sangre joven a forjar con esperanza sus sueños de gloria.
Justamente Pep, quien no arregló su continuidad en el Bar‡a y es requerido en el Inter y en la selección de Inglaterra, se atrevió en el equipo azulgrana a realizar una apertura sudamericana, aquella que se resistieron a ejecutar sus antecesores. Guardiola sacó lo mejor de La Pulga y confió en el desparpajo de otro “sudaca”, el chileno Alexis Sánchez, derribando las estructuras rígidas de otros eruditos del fútbol.