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Economistas dicen que utilizar las reservas del Central provocará inflación

Domingo, 25 de marzo de 2012 01:38

Finalmente se convirtió en ley la reforma de la Carta Orgánica del Banco de la República Argentina. Con apuro, el oficialismo logró obtener la sanción de dicha ley que, según diversos economistas consultados por El Tribuno, abriría el camino a una mayor inflación y a un uso sumamente discrecional de las reservas. Pese a que desde el Gobierno nacional anunciaron con bombos y platillos el fin de la ley de la convertibilidad vigente desde el menemismo, la realidad concreta de la medida parece ser claramente otra.

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Finalmente se convirtió en ley la reforma de la Carta Orgánica del Banco de la República Argentina. Con apuro, el oficialismo logró obtener la sanción de dicha ley que, según diversos economistas consultados por El Tribuno, abriría el camino a una mayor inflación y a un uso sumamente discrecional de las reservas. Pese a que desde el Gobierno nacional anunciaron con bombos y platillos el fin de la ley de la convertibilidad vigente desde el menemismo, la realidad concreta de la medida parece ser claramente otra.

En primera instancia, se cambia el objetivo único del BCRA de “preservar el valor de la moneda” por “preservar la estabilidad monetaria, financiera y el equilibrio económico con equidad social y promoción del empleo”. En términos discursivos suena aceptable. Pero rápidamente el artículo 2§ aclara el objetivo real. “Se elimina la obligación de mantener una relación entre la base monetaria -el dinero circulante- y la cantidad de reservas internacionales -los dólares-”. Es decir que al Gobierno se le permitirá el uso discrecional de las reservas para sus gastos de caja y pagar los vencimientos de la deuda externa que ya se llevó más de 268.000 millones de dólares (en los últimos 30 años) que el Congreso nunca quiso investigar.

A su vez, pese a la negativa de Mercedes Marcó del Pont, titular del BCRA, de cambiar el artículo 20 de la Carta Orgánica del Banco Central, que permitía girar fondos con un límite máximo, un día después el diputado oficialista Roberto Feletti sorpresivamente anunció: “Ampliamos al doble la financiación que el BCRA le puede otorgar al Tesoro”. En este sentido es preciso recordar que el día 20 ante el Senado, la titular del BCRA admitió que “el nivel de reservas de libre disponibilidad es negativo” (los dólares que había por encima del circulante). Es decir que el Gobierno blanqueó su necesidad de “echar mano” a las reservas que por ley quedaban fijas para garantizar ese circulante.

La inflación

Tal como afirma el economista Pablo Rojo, la reforma de la Carta Orgánica del BCRA se alinea con los Bancos Centrales de América Latina y Europa en cuanto a facultades e instrumentos económicos. Pero ninguno de esos países tenía entonces -ni tiene ahora- una inflación como la de la Argentina y ninguno tenía los precedentes de altísimas subas de precios que tiene el país. Es que según las consultoras privadas, los precios en la Argentina suben a un ritmo cercano al 2% mensual, una tasa que en muchos de los países mencionados suele ser el máximo admitido como tope anual. A esto hay que agregarle que según un estudio de la Universidad Torcuato Di Tella, hay una expectativa de hasta 35% de inflación para 2012.

Pese a que el diputado kirchnerista Agustín Rossi afirmó que se trata de una reforma “antiinflacionaria”, al eliminar la atadura entre el circulante y las reservas en dólares habilita al Gobierno para usarlas y en consecuencia aumentará la inflación, que golpeará fuertemente a los sectores más desfavorecidos. Desde esta perspectiva, las modificaciones de la Carta Orgánica estarían dejando entrever que al kirchnerismo le preocupan más los problemas de caja y sus relaciones internacionales que la inflación. Dichas modificaciones ponen en la mira asegurarse contar con fondos para convalidar los reclamos sectoriales, antes que asegurar la estabilidad económica del conjunto de la sociedad.

Así es que la sanción de esta reforma despierta más incertidumbre y dudas que expectativas ante el temor de la discrecionalidad en el uso de las reservas y el sesgo inflacionario que puede remarcarse más aún.

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